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El secreto que no veo


Sé de la libertad que me aprisiona
y conozco la celda que hace libre
cuando vivo postrado entre infortunios
pero canto alabanzas que perciben
quienes buscan la joya que estremece
aunque nunca aparezca lo que esgrime
cada hombre afincado en su velamen
almacena los lirios que lo ciñen
sufriendo las espinas que punzantes
no impiden ver la rosa que se exhibe
pero existe un secreto milenario
que proclaman las voces que redimen
y es el propio camino que se postra
sin que yo pueda oír lo que me pide
y nadie puede ver lo que no veo
pues yo solo cabalgo en esas lides
que ofrecen a los hombres su misterio
pero callan secretos que me asisten


   
 
1
 

Raíces


Percibí la balada
clamando que su voz fuera la música
que colmara mis tímpanos
anunciando los aires que me invisten
y he sabido escuchar
el murmullo de pétalos que vuelan
en alas de aquel viento
que dibuja torrentes
y edifica montículos
con la fuerza del don
que lo recibe
con plena reciedumbre
purificando tiempos malheridos
y afianzando raíces
que emergen victoriosas en los montes


   
 
2
 

La voz


No dejé de escalar en la intemperie
o en los rayos del tórrido verano
aquel monte enmarcado
en umbrales de horizonte infinito
que proclama su gracia
y convoca a subir
entre las piedras
en ardiente certeza
de aquel fuego
que ilumina al arder los pajonales
y eleva el humo aquel
que se postra en la falda
de su altísimo risco ante mis ojos
y es viva su alabanza
y tan clara su voz
por rendirme a su intrépida belleza
y buscar en la sombra
esa luz que me anuncia
la tierra parturienta en los trigales


   
 
3
 

La voz del concierto


Hoy escucho tus voces
que alimentan caminos y su sombra
y con tiernos acentos
iluminan la senda que me llama
tu voz acrisolada
deslumbra en la belleza de tus cánticos
porque pura y sin tregua
no deja de entonar lo que he buscado
yo contemplo esa voz
que es gozo y esperanza que no mueren
ciñendo la palabra
a las notas de fúlgidos anuncios
tu voz dice palabras
y la palabra canta con tu voz
que es vértigo de amor
y clama por tesoros escondidos


   
 
4
 

La gozosa verdad


He conocido el pan que en sus raíces
colmara mis lugares
y me diera las alas de los cóndores
vacíos
por velar en la noche
entre penumbras
el secreto escondido que fulgura en mi alma
y la humilde certeza
de pisar los umbrales que anuncian la alborada
y he querido cantar
la gozosa verdad
que en el silencio
exhala sus destellos
celebra su misterio
y enuncia la belleza que se oculta
en la umbría serena
y en su voz
que saben recoger
la riqueza del astro
y sus clamores...


   
 
5
 

La abeja


Feliz abre sus alas y libando
recorre cada día su sendero
la abeja que apetece el vertedero
donde vive su néctar aguardando

dar cobijo a la sed que va mostrando
la obrera cuya miel busca el alero
para luego entregar pan verdadero
y la mies que se adquiere trabajando

el enjambre que encuentra aquí su casa
impulsado por dar de su alimento
se dispone a la industria que rebasa

derramando la luz que da el aliento
a quien busca comer de aquella masa
que la abeja labrara en su portento


   
 
6
 

La tierra solidaria


La noche se avecina
y anuncia su concierto
de soles que levitan en la esfera
de penumbras que guardan
los gemidos del hombre que ignora las estrellas
y el cántico sutil de quien convive
con luces estelares
y vítores que entonan su esperanza


la noche es el secreto milenario
que devuelve horizontes
y ordena la vorágine del alba
y colma los estrépitos del día
que enhebra su jergón
y amenizan la sed de sus angustias
los brotes de la tierra solidaria


   
 
7
 

Las humildes vertientes


He cruzado huracanes
que incendiaran el aire en sus estrépitos
espantando desechos
y derrotando oscuros vientos
diseñé aquel sendero de caudales tejidos
por humildes vertientes
y arroyos que navegan la montaña
y he podido entender que el torrente y la brisa
entrañan la pasión de la jornada
al mostrar su poder inabarcable
y ofrecer su descanso presuroso
a quien busca emprender
un tiempo de zozobras
y clara placidez
a quien vive añorando su fragancia


   
 
8
 

Arpegios de la tarde


En los arpegios de una tarde
vi cosechar esas riquezas escondidas
que se han guardado en la nostalgia
y en la esperanza de saber que se aproxima
el hombre sabio que descansa
cuando se cansa por hallar esa conquista
que es el secreto de la tarde
que sólo busca que una mano y su fatiga
pueda encontrar ese tesoro
y descubrir el horizonte que lo abriga
para servir a quien lo busca
en el deseo de aspirar aires de vida
sólo quien guarda aquel secreto
puede ofrecer las gratitudes en su día
en la jornada silenciosa
llena de luz que la conduce a toda prisa
a recoger copos de amor
en los almácigos del tiempo que transita


   
 
9
 

El águila


Tú vuelas en alturas
y riegas con tu imagen mi retina
escudriñas los montes
y encuentran en la cima tu presencia
quienes buscan tus alas
por volar a la cima de la vida
tu vuelo sideral
me invita a caminar sobre tus huellas
trepando los espacios
que hoy añora el descanso de aquel monte
que tú sabes vivir
llenando de fervor tu rauda estampa
entonando en la cumbre
calurosas canciones que delatan
tu gozo esperanzado
y la paz de quien puede ver su puerto


   
 
10
 

La selva


Encierras en tu cuenco
vigorosa canción
que emerge entre los árboles esbeltos
y nace de los pájaros cantores
que invitan a rumiar
tu frondosa vertiente de flores silenciosas
tu cálida belleza entre los álamos
la augusta densidad de tus vergeles
tú miras a los hombres
con tus ojos henchidos de cantares
que nacen en tu prado
ceñido por el aire de tu vértigo
que teje la certeza
de beber de aquel agua que me ofreces
cristalina y piadosa
con quien busca sediento tus frutales


   
 
11
 

El río


Cual río te desplazas
y alumbras esa sed del que ha llorado
y añora tu presencia
buscando descansar en tus portales
él vierte su caudal
y vive agradecido con tu canto
de amor y gratitud
por brindarle tu vida al hortelano
y gusta cosechar
tu amistad tu bondad y tu reposo
el río se despierta
cuando entrega su don inusitado
que embriagado en la sed
alberga tu rocío en su regazo


   
 
12
 

La estrella


La estrella que guiara mi existencia
es fulgente cual sol en noche oscura
ella sabe la luz que allí fulgura
sin que pueda ofrecer su trascendencia

es un punto feliz en la inmanencia
del que goza adorando su hermosura
y convierte a los seres en figura
que lo expresan humildes, en su ciencia

qué dulce titilar el de la estrella
cuán grande su cantar que se adivina
y qué pura es la noche que con ella

se luce cual acorde que encamina
al hombre que descubre en luz tan bella
a vivir el misterio que ilumina


   
 
13
 

El agua


He corrido fecundos manantiales
y encontré la pureza que da el agua
endulzando las horas del sediento
y anhelando embriagar su propia casa
deseando corretear entre sus grietas
y dar vida a la sangre ya cansada
oh gozoso caudal que me apacientas
con tus gotas de paz bendita agua
tú te entregas copiosa y mansamente
sin mirar los tropiezos de tus playas
porque sólo contemplas al que sufre
y gustas recrear al que fracasa
cobijando en tus gotas su pobreza
y bañando las voces de sus lágrimas
para ser manantial que te prometes
servir y revivir a quien se fragua
animando a correr cada sendero
sin mirar las espinas que lo dañan
hoy requiero tu fuerza y tu pericia
hasta ver el candor de mi alborada


   
 
14
 

Ofertorio


Quiero alumbrar los episodios de esta historia
que originados en las horas de la infancia
vieron la luz que provocara en la distancia
aquella ciencia que guardara mi memoria

sé del camino que me lleva hacia la gloria
y me conduce con acierto en su prestancia
para que pueda cosechar en abundancia
aquel destino de mi breve trayectoria

fui niño y joven luego adulto, hoy anciano
cada vestigio de mi ser que fue vivido
ha sido el canto del humilde repertorio

que da la fuerza y la pureza al hombre sano
que no se cansa de entregar lo que ha bebido
y se convierte en ese pan de un ofertorio


   
 
15
 

La raíz


Contemplo estrellas que en la esfera
van insinuando los acordes de aquel suelo
que nueva tierra fue llamada
para albergar y restaurar al jornalero
de aquella viña que recibe
a toda hora las brazadas del hachero
y en un instante de silencio
puede advertir el hombre sabio su secreto
que descubierto se dispone
a dar la huella al que ha llegado forastero
vi que la tierra en su atalaya
permite asir y develar en sus ancestros
esa raíz que hoy se venera
en una flor o en la salmodia o en mis versos
ella es matriz donde se engendra
aquella fruta o esa mies del tonelero
y ofrece el cauce a los arroyos
a la laguna y hasta al mar en hondo cuenco
y ante el calor del alma pura
se hace hospedaje donde el hombre ve su techo
y es cuna virgen que procura
enracimar la multitud de sus obreros
canto a mi tierra que me entrega
aires de luz brisas de paz y un vertedero


   
 
16
 

Páginas de la noche


La noche entre sus páginas encierra
caudales de sapiencia
alboradas de nítidas estrellas
un racimo de gotas
convertido en rocío
que fecunda en sus prados la simiente
y en las voces oscuras
de la noche en penumbra
contempla el fervor de aquel mensaje
portador de destellos
que invita a meditar
las riquezas ocultas de la luna
los espacios del mítico universo
y el quejido que emerge
cuando surge la voz de la indigencia


   
 
17
 

El riego


He querido ofrecer
el agua que callada en la represa
no puede apaciguar la sed
y clama por los cántaros
al mirar el caudal de su fortuna
queriendo desbordarlos
para aliento en las horas sudorosas
y rocío que baña la simiente
cobijando en su voz todo reclamo
que ciego y vagabundo
desconoce la fuerza de la aguada
e ignora la riqueza de su cuenco
que aspira a conceder gotas de luz
al surco que ha gemido por su riego


   
 
18
 

El árbol


Aguarda el árbol su hora
de entregar frutos de vida
a quien busca de su seno
cuando su espacio medita
y alimenta a quien padece
el cansancio y la fatiga
renovando aquel ardor
que a los hombres los convida
a beber el alimento
que le acerca hasta la cima
y el árbol brinda su sombra
olvidando su fatiga
por aliviar el sudor
y sostener al que anima
a tantos hombres que lloran
por ignorar su retina
horizontes tan preciosos
que sanan cualquier herida
bendita sombra que entregas
el aire que tú adivinas
necesario al peregrino
que en tu amor ve su conquista
el descanso compasivo
y el calor de tu alegría


   
 
19
 

Desiertos sin espinas


Camino por los aires
que ofrecen una brisa
nacida de la tarde
que añora su partida
recorro en mi velero
y en aguas que imaginan
corrientes impetuosas
y el mar que se avecina
cargado de elocuencia
y voces que prodigan
bellezas cuyas aguas
al hombre lo conquistan
por ser aguas preciosas
desiertos sin espinas
y pródigo resguardo
que aloja noche y día
la fauna que florece
y al hombre que en la orilla
medita en el silencio
colmando su vasija


   
 
20
 

La esperanza


Descansa la vertiente
corriendo entre las piedras
y alimenta la sed
de iluminar la escena
del hombre ensimismado
que ignora lo que niega
o el niño que persigue
la válida respuesta
a tanto interrogante
que vive en su litera
el agua que ha corrido
el monte y su ladera
conoce los rincones
los ripios y las grietas
y busca en su corriente
sembrar en la aspereza
las horas de esperanza
por las que el hombre ruega
poblando su confianza
de pródigas promesas


   
 
21
 

El rayo


En el murmullo de la sombra
ausente toda luz
voy escuchando vagidos que se quiebran
las ramas de mi árbol
sufriendo con los vértigos del viento
la grisácea mañana
sin destellos
se prepara a enrostrar su propio día
con música que opaca
no puede detener esa muralla
de cánticos oscuros que murmuran
y pájaros que vuelan y adonizan
en medio de las horas nebulosas
que impiden su clamor
y exigen caminar en plena bruma

un rayo de aquel cielo
escondido en la noche en esa senda
aparece inocente
y se empeña en dar hálitos de vida
que muestran el camino
que conduce a abrevar
en la paz de la tarde
y colmando esperanzas
entona la canción del medio día


   
 
22