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INTRODUCCIÃ"N A LA OBRA

CARTA TESTIMONIAL EN LAS BODAS DE ORO SACERDOTALES DEL PADRE CARLOS ANTONIO PEREZ


Querido Padre Carlos, queridos lectores
Después de tantos años de labor, en lo que ya he
expresado, ha sido de asistencia profesional y acompañamiento
espiritual inevitable, dado que de Poesía se trata, me asiste el alto
honor de escribir unas palabras en el pórtico de uno de los últimos
libros de poemas del Padre Carlos; de Usted, Padre, que en este
caso ha oficiado como pluma de Dios.
No puedo omitir que tuve la gracia de pertenecer a la
misma Parroquia de la infancia, de la adolescencia, Nuestra Señora
de La Merced de Pergamino, adonde Usted llegaba desde el
Seminario, en visitas ocasionales. Esa Parroquia donde Usted se
ordenó Sacerdote, y yo serví como Joven de la Acción Católica.
Nunca hubiera imaginado, entonces, la tarea que me
estaría destinada, en este modo atípico de evangelización como es
la poesía. Sobre todo, porque

 
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la técnica nos permite hoy llegar al
mundo entero, y Usted escribe para el universo y siento que, de
alguna manera, contribuyo en algo a tan incalculable empresa.
En primer lugar, decirle gracias. Gracias por su empeño,
su paciencia, su comprensión y la compañía certera y atenta a las
necesidades espirituales personales mías y de mi familia. Gracias
por el crecimiento que su medulosa y a la vez respetuosa y
prudente Dirección espiritual produjo en mí, dando copiosos frutos
de orden espiritual y, a mi vez, poéticos
A los lectores, que esta vez no voy a referirme a
contenidos. Solo señalar una atmosfera... porque en esta poesía
emerge una atmosfera que fluctúa entre luces y sombras, pero
también entre sonidos de la naturaleza, seres de la naturaleza como
son las flores, las aguas, los riscos, los astros lejanos y las estrellas
que

 
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pasan por el especio. Y que, como la de Belén, permanecen
para siempre. Esa imagen del Niño Dios, de la Virgen que todo lo
contiene, todo lo bendice. Además, un aire de ocaso, de noche que
llega y día que se anuncia, conforman ese paisaje del alma que ama,
y porque ama, reza.
Doy la bienvenida a este nuevo libro que llega a mis
manos en un manojo de hojas bellísimas, con las que podemos
orar, y sobre todo, contemplar.
En estos difíciles tiempos en los que la figura de un
nuevo Papa, Francisco, nos asiste, esta contribución del Padre
Carlos debe ser muy tenida en cuenta.
Es para los amantes del silencio, de la búsqueda de Dios
y del profundo amor a María, la siempre madre nuestra que nos
acompaña y vela por nosotros.


Ana María Rodríguez Francia
Santuario María del Rosario de San Nicolás
Y desde el Carmelo

   
 
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Caminos de mis sueños

Busco el hallazgo de la brisa


Busco el hallazgo de la brisa
que en su pureza
me describe tu misterio
contemplo el sol de tu vertiente
el que apacigua los rumores del sendero
quiero vivir de tus arpegios
cuando me oprimen las durezas del sendero
quiero morir en tu regazo
que es el descanso prodigado por tu fuego
he de aguardar en su armonía
los esplendores que se guardan en tu cielo
y reencontrar cada jornada
entre los ríos y el camino polvoriento
cada mañana es un abismo
donde descubro la belleza de tus velos
y esperanzado me conquista
aquella senda que alimenta mis anhelos
quiero vivir en la nostalgia
cuando entendí que aquí la tierra no es el cielo
aunque primicias del Espíritu
me hacen sentir las maravillas de tu seno
busco Señor en la intemperie
agazapado vislumbrar mi propio techo
en la morada de tu casa
donde me aguarda el sol que alumbra lo que sueño


   
 
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He buscado en los aires de mi otoño


He buscado en los aires de mi otoño
primaveras de luz
que me encendieran la noche
y jazmines en flor para mi sed
y rosales que evocan
el perfume expresivo de las flores que claman
por llamar a la puerta de quien vive su hora
la hora de aquel tiempo señalado
para dar libertad a quien viaja al ocaso silencioso
y envolvente de paz
anunciando los cánticos que entonan
arpegios que se esconden en la verde pradera
frutales encendidos en vientos de esperanza
aguadas que refrescan y alimentan...
la rosa en el jardín de la belleza
emerge regalando humilde su silencio
la suave invitación para mecerme
en los vivos aromas de sus pétalos
ornato de la hoguera que conduce
y se entrega en alfombra misteriosa
para dar calidez al recinto sagrado
sin techo ni fronteras
sublime revelación que anuncia
la gloriosa llegada de aquel tiempo

 
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que almacena la eterna claridad
y es corona del hombre en su combate
corolario de páginas escritas
con la pluma que nace del amor
en la cruz que redime


   
 
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Yo vivo de la fuente


Yo vivo de la fuente
que convierte sus tiempos en su cauce
y redime en sus aguas
prisioneros ocultos en la ciénaga
yo vivo de la fuente
que me da la verdad en que me instruye
que me acerca la fuerza
y me abriga en la sed de mi existencia
yo vivo de la fuente
el agua de la vida
la hora del descanso
la voz de la plegaria que eleva la canción
soy cauce de esa fuente
que intenta redimir toda dolencia
y busca en los caminos polvorientos
canonizar las huellas que conducen
al puerto que me aguarda silencioso
soy cauce de la fuente
para el hombre que llora
para el niño que vive en orfandades
para el pobre y enfermo
que palpita la sed de vivir en la tierra prometida


   
 
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Reviví en la jornada


Reviví en la jornada
ancestrales raíces que aparecen pujantes
en la nueva vertiente que desplaza otro día
en los aires de un tiempo de magnolias
en la noche esperada
y en el cuenco de luz
que prodiga la luna ya menguante
en la oscura belleza de la hora apagada
en la savia que corre por las venas de un árbol
que reclama maduros horizontes
y se yergue en el brote anticipado
que anuncia el despertar de la calandria
o clama por la flor del duraznero
evadiendo sinuosos nubarrones
que amenazan pedreas
y matan el canal de amaneceres cálidos
inocentes las flores de mi campo
que descansan velando
y esperando el abrazo providente
que lo cubra de amores con su manto
y aligere el peligro
regalando el reposo
que aguardaron los pétalos
hilvanando la rosa con su cántico


   
 
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Necesito en melódica cadencia


Necesito en melódica cadencia
releer los vitrales del misterio
cabalgar por visiones de sublime diseño
beber los manantiales de la fuente increada
renacer en el aura reluciente que asoma
un tiempo promisorio que aguarda
maravillas de cielos
que cantan en la tierra
claveles que pregonan la savia y su resina
luciérnagas que vibran deslumbrando la noche
necesito vivir la sinfonía
de eterna gratitud
a quien dio por mi vida
su vida incomparable
y reclama las voces
de un amor compasivo
que siendo amor de amigo
desliza rosedales ambiciosos
de entregar su perfume
de adornar la posada de su amigo
y engendrar el sendero
que emerge
cuando encuentra su cuesta
gratitud es el canto de la estrella

 
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alabanza las voces del estío
adoración profunda la del hijo
que recrea la voz de sus entrañas
en el hueco de la diestra paterna
donde canta el zorzal hasta su muerte


   
 
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Mi abandono en Dios


Vivo el misterio del amor
silencioso de mi padre
abandonado a él
confiado entre sus manos
y le entrego
mi voluntad enferma
entrego yo mi sí
a su amor expresado en el hijo del hombre
me abandono y descanso
en su hermosa morada
él escucha mi voz y mi lamento
él conoce las llagas de mi vida
él sana las heridas que lastiman
me abandono en sus manos
pacifico mi ser en la confianza
y busco realizar lo que él ha dicho
desprendiendo mi vida de la muerte
aceptando la cruz que da la vida
y sirviendo en amor a mis hermanos
regalos suyos
que esperan que los lleve a su posada


   
 
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Me postro con mis ojos


Se postra la mirada
en la dura estrechez de aquel destierro
que padece mi hermano entre las sombras
hambriento de consuelo
gimiendo en noche oscura
llorando su indigencia que clama por voces solidarias
me postro con mis ojos fraternos
en el alma sangrante que padece su senda
sin hallar horizontes en la brecha
palideciendo en témpanos transidos
la vida es el destierro
que busca recorrer el peregrino humilde
sin caer en la zanja del abismo
aguardando las manos salvadoras
con paso entorpecido por las piedras
con la sed de encontrar haces de luz
con temor de morir en la celada
respirando en su angosto camino
la voz de la esperanza
de incógnita vertiente que aparezca
y elevando los ojos a lo alto
donde surgen las lluvias promisorias
que en horas de sequía
fertilizan la tierra desbordada

 
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comparto con mi hermano
la existencia impregnada de dolor
y busco con mis ojos
lo que añoran sus ojos indefensos


   
 
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Espíritu de Dios


Espíritu de Dios
que impulsaste mi vida hasta la puerta del padre
que me invita a creer en el amor sin tasa
que confundes mi vida en la del hijo
humilde desgarrado y pobre hasta la piedra
tú mueves mi sentido
y me invitas a ver en mi impotencia
el camino sin par de la humildad más pobre
a vivir en modestia tu filiación divina
me invitas a confiar en el fuerte clamor
de tu confianza
porque eres el padre que me ama y sonríe
y me guardas en tu regazo incomparable
porque nada podrá cercenarme de tu mano
Dios mío
Dios mío
que habitas en la choza que anhela tu presencia


   
 
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Senderos del otoño


Senderos del otoño
recorren el follaje del monte enracimado que aguarda
el aire amarillento del árbol
la alfombra silenciosa que pronuncia la hora de su muerte
la cálida mirada que le entrega
el sol cuando sus rayos
inician el descenso en la jornada que llora
desangrando la noche
el espacio que el otoño reduce
el hombre cual otoño pronuncia
en la hora propicia de la tarde
las verdades inquietas de su tiempo fugaz
temores de un ocaso anticipado
los rigores de un ciclo que culmina sediento
de volver a vivir su primavera
de cantar con las flores la esperanza en su fuente
de beber la fragancia de frutos del verano
otoño es el comienzo de una muerte
que nace un sol abierto en otra vida
invitando a vibrar lo que contempla
desechando penumbras en la noche sellada
y elevando en sus voces la esperanza
la muerte es otra vida que aparece
reanudando el trayecto que comienza en el día

 
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enmarcando veloces pensamientos
impulsando a morar en los aires de la sombra nocturna
en la luna testigo del misterio
que nace del amor


   
 
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Rugen tormentas


Rugen tormentas caudalosas
y he de mirar la noche
sabiendo que atesora en su recinto
manantiales que riegan los espacios brumosos
luminarias suspensas en el cielo
relámpagos que anuncian la cascada
y truenos que sumergen
mi retina en la fronda de la lluvia
huracanados vientos
que amenazan mi choza y mi existencia
embravecidas nubes
prometiendo beber inundaciones
la noche está en su sede
horadando visiones
que nacieron inermes
quebrantando los sueños
ahuyentando la calma
que fenece en la sombra
pero el astro sonríe
y provoca el vergel de la esperanza
cuyos rayos pronuncian un susurro
de ternura que nace
de alborada profunda
en la playa sedienta de su canto


   
 
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La vida aquel espacio


La vida aquel espacio donde el tiempo
provoca el crecimiento
de místicos recuerdos
de anhelos inefables
de certezas que viven el mañana
con la clara paciencia de quien busca sin prisa
con la suave armonía que enraizara en lo eterno
seráfica la tarde de este mundo
que busca su destino
pletórica de nuevos resplandores que anidan mi retina
senderos impacientes
gemidos en la noche
vertientes solitarias buscando el regadío
en la pradera seca
legendario secreto de la savia
angosto el caminito de los montes gemados

esplendorosa cima nos aguarda
destellando en la nieve
cobijando la audacia del que sube trepando
alimento del alma que escribe su misterio
arreboles cantando en el crepúsculo
cadenciosos los vuelos de la noche que duerme solitaria
irradiación del cielo que alumbran sus estrellas

 
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vaivenes de la casa donde existo
vergeles que aproximan sus fulgores
y el cantar de los ángeles que clama
atrayendo mis ojos
a la gloriosa cumbre
que apetece mi canto


   
 
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Aquellos cantares


Recogí los cantares
del monte emancipado en su letargo
que en hora vespertina
cuando la noche surge con sus sueños
vi nacer las mansiones cubiertas por el polvo del tiempo
silenciado en la noble oscuridad
recordando senderos del alma
que vertieron su vino
navegando en estrellas tan lejanas
como tibias luciérnagas

coseché aquellas notas
que invadieron mi pecho clamante por las voces del cielo
sin saber encontrar en esta tierra
sus extraños acordes

caminé por la vida sediento
de la pura bondad de aquel agua que llora sus arterias
y entoné la canción
donde vi celebrar la cosecha
padeciendo el calor del verano sin pausa
y añorando la senda
que palpito en mi seno que aguarda

 
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pacifico mis ansias
en la clara visión
del oasis que surge en la brecha
que fue mi posada


   
 
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Hacia mi puerto...


Los tiempos de la gloria se disponen
a entregar los manjares en la mesa fraterna
y ofrecer la fragancia de virtudes ocultas
expandida en recónditos paisajes
y amapolas en flor que se perfilan
y de cánticos llenos de prestancia
de sutiles acordes que proclaman al Verbo
de jazmines y rosas recitando nostalgias
de arroyuelos del monte agazapado
de fugaces visiones en la humilde posada
y anuncios de una vida que no muere
y celestes mojones
conduciendo mi vida hacia mi puerto


   
 
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El sendero


La tierra aquel sendero
que reseña recuerdos y promesas
que se cruzan
recorriendo las huellas de mi frágil memoria

la vida aquella marcha
de jinetes que esbeltos y en carrera
renacen cada aurora en su galope
alargando los tiempos de la tierra que piso
y ganando el espacio de la tierra que aguardo

el descanso ha posado sus pies
en la tregua inexperta del sendero
que surge repentina en pedregales filosos
en lagunas que tejen una copa de gotas
en el barro ceñido a la tormenta
en la paz que precisa el caminante en búsqueda
en la fuerte amistad inesperada
en la zanja mojada con la sangre que brota
de un herido postrado en su recinto

la vida aquel sendero
agreste pero sabio
angosto

 
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pero rico en la esperanza
de la celda preciosa
que origina el camino hacia la cúspide


   
 
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Tierra de paz


Una tierra de paz avecinan
los tiempos a mis ojos
una alianza de amor enardecido
el Señor nos regala en un tiempo sin tiempo
en la hora anunciada en la promesa
una tierra que pueblo entre los pueblos
es cobijo del mundo abroquelado y jadeante
y el hogar de los hijos postrados en la cruz
una tierra que augura la cosecha regada
por la fuerza del sol
por la vida que nace de la vida
por el precio que entrega cada muerte aceptada
que todo lo transforma

mi tierra me despierta una alborada
que alumbra con sus rayos
los mundos de este mundo
y promete una paz intransigente

sembradío en el aire de los pobres
belleza prístina
en el clamor del sol que no se apaga


   
 
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Mi canto que agradece


Agradece mi canto
al Señor providente que me asiste
y en regiones labradas
por espinas que acechan
aquieta ese dolor
que me ciñe y acosa
desata el aguijón
que me atraviesa
diluye tormentosos episodios que lloran
y provoca el encuentro trascendente
donde miro los ojos de su rostro ignorado
donde siento la paz de su palabra viva
donde creo en la fuerza de su voz que me inunda

agradezco a mi Dios
su bondad su paciencia y su divina grandeza
sus ondas aletean en mi seno
y engendran otro tiempo
donde nace otra vida
y prolonga el misterio creador
en la pausa del tiempo contemplado


   
 
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Vi la palabra sumergida


Vi la palabra sumergida
entre siluetas divagando por la noche
siluetas de palabras vacías
ingresando en el ámbito del hombre y su recinto mudo
la palabra pronuncia su misterio escondido
en relámpagos que brillan con su furia
en la pluma inspirada en la semilla que nace
en la voz del silencio que contempla
en la fuerza doliente de la cruz

la palabra se cansa en las vocales muertas
y engendra cada vida en vocales que hablan
padece la orfandad de los oídos ciegos
y busca la hornacina que le entrega
el seno placentero que me escucha
la sede donde mora su misterio
la cumbre que añoraba su presencia

vocales sin palabras detienen
la voz de la palabra que canta
y el Verbo alumbra su vocablo único
en oídos que engarzan en su estirpe


   
 
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Selvático paisaje


Selvático paisaje de agrestes espinillos
que retozan
enjambres que navegan los aires
nostálgicos
de floridas praderas
que le entreguen su néctar
caminito de piedra
acercando distancias
orientando los pasos vagabundos que nacen
vergeles luminosos que prodigan fragancias
arroyuelos del monte
corriendo entre las rocas
y bañando simientes en la orilla
pelícano que vives
cuando sangra tu pecho alimentando
gaviotas de los cielos
semejando mis sueños
que vuelan en indómita carrera
caracoles del mar
descansando en la playa hospitalaria
arbustos de mi choza
que anidan en su sombra
los regalos de ayer
naturaleza viva que fecundas

 
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con tu fuerza la vida de tu seno
contemplo tu sapiencia remota
celebro el manantial de la cálida senda
que fulgura
irradiando su fuego
horadando los tiempos añorantes
y alimentando
la boca de los hombres
que padecen la sed de tu presencia pura...

Descanso en tus entrañas
y vivo esperanzado en tu gloriosa cena


   
 
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El misterio del mar

He cosechado la riqueza


He cosechado la riqueza
de aquel amor que yo sembrara en el silencio
cuando las llagas de mi hermano
me hicieron ver
el crudo frío de su invierno
he cosechado en su sonrisa
esa bondad de quien sufriera en su lamento
y la sonrisa fue su bálsamo
para poderme recrear en su desvelo
es la pequeña flor del campo
en la solemne aparición del propio suelo
la que me enseña que lo grande
siempre se muestra en algún cántaro pequeño
en la sonrisa humedecida
con una lágrima que muestra su deseo
de compartir aquel instante
donde se funden los más vivos sentimientos
he de pasar sembrando flores
y he de vivir en la alegría del recuerdo
de cada voz que me agradece
cuando en el simple caminar deje algún gesto
que introducido en fibra humana
supo engendrar la gratitud desde su seno
y se convierte en el mensaje

 
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que he de anunciar
para que el hombre en su velero
siembre la rosa blanca o roja
hasta lograr un rosedal de eterno cuenco


   
 
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No sé cantar lo que me alegra


No sé cantar lo que me alegra
si yo no puedo descubrir que entraña vida
el compartir mi propia historia
con quienes buscan la fraterna diaconía
hoy yo me alegro con quien goza
y me entristece quien llorando por su herida
ha de ocultar su propio llanto
cuando en profunda soledad su rostro anida
es el amor aquella fuente
de donde surgen los cantares que suavizan
y es el amor el que congrega
a tantos hombres que en amar se regocijan
para engendrar huellas del alma
en soledades que sin brillo se marchitan
quien ama vive itinerante
para sembrar las esperanzas que deslizan
y es el amor quien se desposa
con el humilde resplandor de la sonrisa
el infinito creador es desbordante
de las glorias que lo animan
y se hace luz en las tinieblas
al rescatar la jubilosa sinfonía
donde las notas del concierto
dan plenitud al manantial que me convida

 
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a penetrar en el misterio
donde el Señor es el amor que da la vida


   
 
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Revivo en las raíces


Revivo entre los aires
que anuncian la belleza de la vida
reseña de mi tiempo
esa flor que ha surgido repentina
y guardo en su capullo
anuncios que descansan la fatiga
recuerdos de la tarde
que ensayan una estrella matutina
que fiel a su misterio
ha bañado la gloria de la cima
y se guarda en silencio
renaciendo en los tiempos que caminan
gorjeos de las aves
emergen jubilosos cuando trinan
en medio de la hora
que viera renacer frutos del día
copiosa la jornada
mojada por la lluvia prometida
regando en cada huerto
las estrellas sembradas en la orilla
del campo que ha soñado
engendrar la simiente que palpita
y duerme en el silencio
por la fuerza vital de esa semilla


   
 
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Arde la tierra y sus abismos


Arde la tierra y sus abismos
por la magnífica versión del universo
como planeta que contempla
la magnitud de la semblanza de los cielos
oigo cantar en mi sorpresa
aquella tarde que muriera en su destierro
y se encontrara con la noche
donde aprendió la melodía de sus versos
dibujo tiempos espaciales
al cobijar mi andarivel en algún cerro
y al empeñarme sin fortuna
en paladear la oscuridad que ve su techo
vivo el misterio de la vida
reconciliando cada paso del desierto
y emancipado de los grillos
reacomodando mi pasar en algún cuenco
que me proteja de intemperies
y me ilumine con el agua de su cesto
he de clamar esperanzado
cuando el jazmín perdió fragancias de su seno
porque está viva la raíz
que ha de inmolarse en otra flor para mi techo
en el crepúsculo he llorado
las alegrías que cantaron y se fueron

 
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y en la sinuosa madrugada
veo danzar otra alegría en aire nuevo


   
 
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Esplendorosa gloria


Vivo Señor tu esplendorosa gloria
mientras camino en tu feliz regazo
sé que eres luz en el umbral del tiempo
donde me aguarda jubiloso manto
aquel camino hacia la casa eterna
es un angosto trajinar de pasos
que van gozando de la meta en ciernes
y van sangrando el pedregal que acallo
sé que tu puerta se avecina en horas
y en la abundancia que escribió mi canto
fue torrencial tu bendición de lluvia
hasta nutrirme cual copioso llanto
vivo los tiempos que marcaron huellas
y nos llevaron a tu monte santo
enriquecido por vaciar alforjas
y en el intento de ahuyentar halagos
es mi pobreza el pedestal de roca
donde has pensado enaltecer tu brazo
soy siervo pobre que te busca a tientas
y que se goza en el banquete sacro
donde el cordero se inmoló en la piedra
por dar al hombre proverbial descanso
no se vivir en la pradera esquiva
sin distinguir tu luminoso faro

 
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que en las oscuras y veladas noches
se ha convertido en estelar remanso
yo te bendigo en el camino angosto
y en esa hora donde está tu halo
en la estrechez de cada tiempo busco
esa mirada que en tu voz es bálsamo
de mi pequeña y singular figura
junto a tu rostro que redime el llanto


   
 
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No puedo ver en la distancia


No puedo ver en la distancia
crepusculares horizontes que padecen
la mortecina noche gris
donde se yergue el esplendor que no aparece
aquella sombra de nostalgia
y el nacimiento de la noche que no teme
a ser recinto del misterio
donde las luces y las sombras se estremecen
el resplandor de las estrellas
y la chicharra que en su canto no decrece
las estelares apetencias
de aquel silencio que madura entre sus preces
vive la noche su camino
que ha de caer en esa aurora que pretende
enaltecer toda la tierra
al redimir la oscuridad en luz que hiere
y al compartir con las tinieblas
esa esperanza que reside en las mercedes
del astro puro y luminoso
que hubo vivido con ardor hasta su muerte
no puedo ver en la distancia
pero conozco los manjares que ya emergen


   
 
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El misterio del mar


He convivido con el mar
y he contemplado aquel misterio que lo abarca
he recitado la canción
que me inspirase aquel fervor del agua mansa
el mar encierra su fortuna
y no decrece su caudal cuando rebasa
es esa alfombra misteriosa
que está sirviendo y es camino que no cansa
a los veleros inocentes
y al casco firme que sostiene cada balsa
el mar enciende aquella hoguera
donde se nutren caracoles en la playa
y guarda al pez que con su lengua
intenta ver hasta atrapar su propia lanza
vivo los aires que prodiga
cuando su brisa se perfila en la montaña
ese canal que da la vida
en la riqueza que me entrega con su fauna
en señalada magnitud
ha de corear las alegrías de las algas
y en la belleza que lo invade
produce el éxtasis que envuelve la jornada
su techo azul junto a las nubes
se percataron del misterio de sus llagas

 
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cuando algún náufrago perece
o la tormenta destruye alguna barca
el mar conduce a los navíos
y cada ser que lo recorre ve su trama
en la espesura de sus olas
donde es capaz de sostener la voz del arca
nadie podría detenerlo
en ese intento de volcar su agua salada
nadie podría retenerlo
cuando se esfuma con su vida de la playa
el mar cual gota de rocío
ha de brillar en esplendores de la llama
que el astro busca descender
acariciando aquella cresta de sus aguas
hospitalario él apacienta
en el cansancio a quien recurre a su posada
y providente su alimento
ha conseguido recrear a quienes ama
son sus colores luminosos
como atributos que su autor allí encarnara
como destellos de su gloria
e invitación con que responde a quien lo llama
el horizonte lo limita

 
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ante mis ojos que contemplan su mirada
pero se mezcla el infinito
en la grandeza de su cuenco que se explaya
por abarcar las criaturas
y celebrar en cada aurora su alborada


   
 
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Magnitud

Está cerca la vida


Está cerca la vida
que nace en los umbrales de la muerte que anuncia
la voz de la llegada
del majestuoso espacio
que devora mi tiempo

está cerca la vida
el alto advenimiento
que clama por llegar a concederme
jubilosas mañanas
de insólita belleza
crepúsculos dorados
por el astro invisible
estrellas irradiantes de fulgor indescriptible
relámpagos que estallan
alegrando aquel cielo que he soñado
que mueve los cimientos de la tierra
y conduce a caminos imprevistos
por entrar en las voces de la tarde que añora
y captar densidades
en ocaso que muere
en puerta de la gloria que se aclama
y queda para siempre
en quien recibe sus luces

 
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está cerca la casa
que me entrega cual gesto del amor infinito
el sublime hacedor de la existencia
que renace entregándose a la muerte
y muere por vivir resucitando


   
 
47
 

Yo te busco Señor


Yo te busco Señor en el misterio
que se encuentra en la cuna del silencio nocturno
en esa oscuridad que resguarda
la belleza del rostro que se muestra callado
te busco entre las olas de la tarde
que corren hacia el mar de la noche serena
y releo el camino de tu ciencia
y develo el secreto imaginado
tras el velo que cubre mis pupilas sedientas
y te busco en la casa del pobre que me llama
en la dura orfandad de su penuria
y en el crudo jergón de la tierra desierta
que llora por la lluvia inexistente
y te busco también en la intemperie
abrazado a la fuerza de los vientos
y pidiendo el ardor de tu clemencia
en la página histórica del Verbo
que murió por amor
que sangró por sembrar la semilla que emerge
trayendo su destello
en la humilde posada de mi tiempo
te busco en esa espera de la hora
que ilumina el fervor de mi esperanza
y alimenta los velos de la fragua candente

 
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que todo lo transforma en plenitud
que sabe eliminar las fauces de la muerte
y entrega el rosedal de aquella vida
que es vida para siempre
y renace al postrarme en el deseo
de vivir y volar con mis espuelas
cabalgando el camino de la gloria


   
 
49
 

Esplendores de Dios


Esplendores destellos y fragancias
son el eco del Dios que se anticipa
a mostrar la belleza de su aroma
en promesas de amor que pacifican
he buscado el descanso en un intento
de mirar en la flor lo que ella aspira
y me hablaron los pétalos rosados
sin que puedan narrarme lo que anidan
y en el simple capullo en la rosa
ya no saben decirme por qué brillan
y el solemne cantar de rosedales
aumenta su experiencia en mi retina
al mirar las vertientes de la rosa
y los bellos matices que la animan
pero el íntimo don que las define
y permite beber en su vasija
no aparece a los ojos que se encantan
contemplando la rosa que las mira
sus ojos no se ven pero me observan
y yo miro en mis ojos la sonrisa
que el amor balbuciente de la flor
es capaz de entregarme pues camina
buscando que la puerta de mi alma
esté abierta a sus olas que palpitan

 
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la canción que embelesa mis oídos
y resume el misterio de su vida


   
 
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Espíritu que alientas


Espíritu que alientas el ropaje
en que busco primicias de tu estampa
tú que moras envuelto en mi hornacina
luminoso y callando tu mirada
para dar el secreto que es tu esencia
en humilde servicio que te aclama
entregando a los cuencos de mi oído
la infinita verdad de la palabra
engendrada en el Padre que ha soñado
el misterio que anida en mi morada
Espíritu del Hijo que alimentas
el caudal del amor en mi cascada
y eres luz de la noche que en penumbras
enciende claridades con tus alas
yo soy templo que abriga tu presencia
y deseo escuchar tu voz que talla
que atraviesa los valles del silencio
y apetece nacer en tu balada
instruyendo en verdades sapienciales
y entregando el amor que te proclama
hacedor de la vida en el Espíritu
del hombre que en ti nace y en ti clama
por llegar hasta el Hijo que redime
y cantar con la voz que dice Abba


   
 
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Magnitud


La gracia del poema que aprisiona
las eternas bellezas que se expanden
los frutos de genial orfebrería
del cincel que transforma lo que labre
la mano del artífice que busca
su crisol en el oro y los cristales
el hombre semejanza de lo eterno
que palpita el amor hasta que sangre
de la herida que vive su oropel
cuando puede engendrar voces que salven
la página gloriosa de la selva
y esplendores que crecen en los mares
matinal creación que se desprende
del cercano arrebol que vio su tarde
la bondad que en el niño se proyecta
y en el hombre postrado en su velamen
rescatando el sendero de su hermano
que padece la fiebre en propio valle
y contemplo al sublime creador
anidando en mi pecho con su llave
derramando su amor entre los surcos
y entonando clamores que me invaden
recalo en aquel fuego irresistible
suprema magnitud

 
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que arde en mi nave


   
 
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