El silencio geminal


INDICE

   En el brillo y murmullo

   El viajero

   El silencio geminal

   No podría nadar

   Singular la belleza

   Clamorosa vida

   Encontré los arpegios

   En mi campo de mieses

   Dame Señor tu celestial respuesta

   Arde en mis ojos

   Gratitud en la paz

   En el hondo gemir

   Llena la vida

   En la súplica fiel

   Oigo rumores

   Horas nocturnas

   Vivo en la fuente

   Vivo en la luz

   Soñaré aquella música

   Sinfonía que atizas

   Canto al Señor

   Sé que la tarde

   Crecerán los manojos

   No he podido libar

   Ansío la mañana

   Perplejo en la estocada

En el brillo y murmullo


En el brillo y murmullo de la estrella
cuando toda verdad fuera vertida
por juglares que anuncian su partida
al final de la fiesta que destella

aspiro aquel dulzor de la grosella
y mirando pequeña y deslucida
su figura en el viento aparecida
removí los escombros que hubo en ella

y regando la planta en sus raíces
que en la roca vivieron su nascencia
pude ver estampados los matices

que evocan su camino de inocencia
y anuncian que en su ser serán felices
alumbrando al que llora su impotencia


 
 
   
   

El viajero


Añorando su meta aquel viajero
entre sendas que emergen en su día
ve alumbrar en la luz del mediodía
claridades que visten en su estero

señalando el camino ya certero
engolfado en la paz que florecía
cuando su alma buscaba en su alegría
las aguas que ofreciera el posadero

esa sed de encontrarse con la fuente
culminando senderos del desierto
fue colmada en purísima vertiente

y saciado su pecho siempre abierto
a escuchar la canción del inocente
pudo ver el espacio de su puerto


 
 
   
   

El silencio geminal


El silencio germina musitando
el sonido que late en el desierto
y anuncia que las flores de mi puerto
alumbran cuando observo meditando

en los aires que vivo asimilando
cuando estoy abrumado por lo incierto
y padezco la noche que del huerto
se desplaza en la tierra contemplando

yo quisiera saber de la armonía
que no alcanzo a palpar con mi sentido
y me invita a esperar el nuevo día

donde sé que quien mora en su gemido
ha de ver que en sus lágrimas vertía
la belleza que escucho conmovido


 
 
   
   

No podría nadar


No podría nadar hacia mi costa
sin la fuerza y calor de mis brazadas
ni sabría surcar entrelazadas
las huellas que me llevan a mi posta

quien viviera los aires de la angosta
hendidura que cruje en sus calzadas
ha de ver con su piel esperanzadas
las voces y el ardor de aquella costa

el hijo de la tierra se asemeja
a quien busca en su afán inquebrantable
develar aquel vuelo de la abeja

que añora en su misterio impenetrable
coloquiar con la flor cuando se aleja
de beber en su polen inefable


 
 
   
   

Singular la belleza


Singular la belleza del poema
que en su audacia define lo inefable
con voces que registran inmutable
el misterio escondido en cada lema

la vida está encerrada en ese lema
que el poeta descubre impenetrable
y lo expresa en el canto deleitable
que logra releer en su dilema

la palabra en silencio ha procurado
contemplar lo secreto en sus raíces
y exponer su caudal acumulado

y el poeta en intento de aprendices
ensaya ver la luz que se ha guardado
y al nacer podará sus horas grises


 
 
   
   

Clamorosa vida


Clamorosa la vida en sus renglones
que escribe solitaria su memoria
y ensaya recitar su propia historia
y eleva en la piedad sus emociones

clamorosa la tarde en sus unciones
que alimenta en sus aires de victoria
al hallar el poema que en su gloria
dibuja el despertar de sus mojones

cada brisa en su fuego fue el descanso
que encontrara mi ser en la fatiga
y gozara en la paz del río manso

cada flor en las ruedas del auriga
me recuerda el vergel donde yo avanzo
encontrando al andar la voz amiga


 
 
   
   

Encontré los arpegios


Encontré los arpegios que me entregan
el gozo de la paz que ofrece el cielo
y es regada por Dios en ese anhelo
que en el alma respiran quienes ruegan

al dador de los bienes cuando anegan
los fantasmas que enmarcan el desvelo
y mueren al correrse el simple velo
que sumerge las voces que se niegan

esa paz que el Señor ha regalado
es el don de su amor y es la exigencia
que permite vivir reconfortado

porque el hombre en la paz adquiere ciencia
fortalece la estela del pasado
y se envuelve en sublime providencia


 
 
   
   

En mi campo de mieses


En mi campo de mieses esmaltado
labré la artesanía de mi senda
y logré en mis heridas esa enmienda
que produjo la paz que hube soñado

y en mi verde pradera he recobrado
los recuerdos que moran en mi tienda
y ornamentan la faz de esa vivienda
donde puedo soñar aquel pasado

el pasaje del tiempo me encamina
a correr por los surcos de la tierra
sin más apetecer que la divina

majestad de la gloria que destierra
la vana realidad de la hornacina
que no sabe guardar lo que ella encierra


 
 
   
   

Dame Señor tu celestial respuesta


Dame Señor tu celestial respuesta
a interrogantes donde tú me llamas
dame Señor la pequeñez que amas
infancia pura que nació en la fiesta

de tu amor vivo que en sublime cuesta
dio con su sangre la salud que en llamas
ardió en mi pecho y en tu seno aclamas
como vertiente que a regar se apresta

déjame oír tu silencioso verso
donde declaras tu misericordia
para que el hijo en su momento adverso

pueda encontrar en sinigual concordia
tu paz que nutre el generoso esfuerzo
que ha de humillar a la feroz discordia


 
 
   
   

Arde en mis ojos


Arde en mis ojos la feliz espera
en que paciente caminé hasta el seno
de la montaña cuya cima estreno
entre las piedras que en su piel severa

tiempos señalan de vivir la hoguera
del manantial que en su bogar sereno
danza en las aguas y en su canto ameno
vive la gloria de su luz primera

vibran los montes y su voz procura
enardecerme con su majestuosa
estampa verde que ha tallado pura

quien la creara cual ardiente rosa
que fue llamada desde su hermosura
a ser la musa que inspiró mi glosa


 
 
   
   

Gratitud en la paz


Gratitud en la paz de mi entramado
la palabra que emerge silenciosa
en el hondo abismarse de mi choza
a la cima en que Dios ha celebrado

su alianza con el hombre restaurado
que derrama su amor donde se posa
su magnífica diestra generosa
que conduce a vivir reconciliado

oh sublime visión la del que nace
conociendo el murmullo que inefable
pronunciara el Señor cuando renace

en el hijo la imagen venerable
de quien salva la vida del que yace
y la encierra en su seno inagotable


 
 
   
   

En el hondo gemir


En el hondo gemir de la centella
el grito peculiar de la tormenta
ruge el bosque en el fuego que él ostenta
bañado por las noches y su estrella

los témpanos irradian su luz bella
brillantes de la nieve que detenta
la fuerza de las aguas que aparenta
formidable lucero que destella

magnífico regalo el estallido
de truenos y relámpagos que claman
porque el hombre contemple su gemido

y animado por auras que reclaman
la belleza creada en su latido
le entregan esa fuerza en la que braman


 
 
   
   

Llena la vida


Llena la vida su precioso encanto
cuando alimenta vigorosa el alma
con aquel pan que proveyó su calma
y la palabra que entonó su canto

ni el recio frío traspasó su manto
ni el duro hierro mutiló su palma
porque quien vive y en su Dios empalma
no ha perecido con la voz del llanto

en la confianza de la paz divina
renace el hombre cuando su penumbra
es disipada porque su retina

observa el faro que la noche alumbra
registra luces en su voz cansina
y allí resurge cuando se deslumbra


 
 
   
   

En la súplica fiel


En la súplica fiel ancló mi nave
y en la luz y en la voz de la confianza
donde puedo mirar en lontananza
y volar horizontes de algún ave

el secreto del hijo que no sabe
descubrir de su padre la semblanza
es orar y postrado en la esperanza
aguardar que su mundo siempre alabe

no sabría vivir si no acudiera
alabando al Señor cada mañana
recurriendo a su amor que me aligera

los dolores del tiempo que desgrana
la profunda emoción que me libera
y la cruz que se anuncia en su campana


 
 
   
   

Oigo rumores


Oigo rumores en mi tiempo breve
de maravillas en la casa eterna
de madreselvas que en su voz fraterna
irradian ecos cuando el cielo llueve

es mi camino en su angostura leve
el feliz cuenco que en su alianza interna
ha de expresar que su alegría eterna
será el cantar que mi hornacina eleve

vuelan silvestres y en variados vientos
aves que cantan en aquel camino
y precipitan con amor sus tientos

para allegarse hasta el cardón andino
y refrenando su profundo aliento
dar luz al paso que fijó el destino


 
 
   
   

Horas nocturnas


Horas nocturnas han velado el día
y asoman tiempos de intuir verdades
y en esos tiempos traduciendo edades
surgieron brisas que desconocía

oigo cantares que en su melodía
tu tibia noche al contemplar invades
sol matinal que desechando el hades
eres anuncio de tu mediodía

quiero entonar un recital que anuncio
aquella fragua que encendió mi vida
cuando tu nombre con piedad pronuncio

eres el monte que en amor convida
a recrearme si a mi bien renuncio
por encontrar lo que en tu amor anida


 
 
   
   

Vivo en la fuente


Vivo en la fuente tu vital figura
cuando tu Verbo me guardó en su seno
cuando tu Espíritu se rindió pleno
a defenderme de mortal fractura

el alma virgen se descubre pura
cuando su Padre en su vergel ameno
hunde raíces de su amor sereno
cual sol radiante que alumbró en su altura

glorias a Dios el que inundó la tierra
con las bellezas que prodiga el cielo
a tantos hombres que engendró la tierra

para vivir lo que proclama el cielo
y en este paso que culmina en tierra
dar el impulso que nos lleva al cielo


 
 
   
   

Vivo en la luz


Vivo en la luz que me encendió tu faro
cuando encontrara prodigiosa senda
vi en tu paciente y encumbrada tienda
aquel descanso que brindó tu amparo

ardo en deseos de exhultar tu caro
rostro sublime que quitó la venda
por que mi vida en tu calor se encienda
y encuentre puro tu feliz reparo

es tu mirada la divina estrella
que ha de guiarme por la calle oscura
en aquel brillo que naciendo en ella

tu paz entrega al allegar segura
a aquella meta que luciendo bella
será la perla que mi pecho augura


 
 
   
   

Soñaré aquella música


Soñaré aquella música celeste
donde moran los ángeles y santos
que adoran al Señor entre sus cantos
encendiendo en su gracia el suelo agreste

viviré revestido en blanca veste
recordando que el frío entre mis mantos
visitó mi posada como tantos
visitantes del tiempo en suelo agreste

y podré yo danzar en la alborada
de aquel tiempo sin tiempo que asevera
aguardar mi estatura en la cascada

y saber contemplar en alta esfera
la magnífica rosa desplegada
y el rosal que es promesa de mi espera


 
 
   
   

Sinfonía que atizas


Sinfonía que atizas aquel fuego
que devora su leña ya encendida
buscando en los secretos de la vida
avivar el espacio de su juego

sinfonía que viertes aquel ruego
que musita en silencio la acogida
de quien viera su sangre entumecida
y anhela recrearse en ese fuego

tus notas emblemáticas restañan
la paciente dolencia de ese día
que huyó de aquellos vértigos que dañan

y pacífica va tu melodía
que es música en el agua en que se baña
el dolor y el afán del mediodía


 
 
   
   

Canto al Señor


Canto al Señor que me entregó la vida
alimentada con su rostro puro
y aspiro el tiempo del andar seguro
en el espacio que engendró nacida

esa esperanza que en su cofre anida
toda la ciencia con que el cierzo oscuro
fue derrotado por aquel conjuro
del ser que nace para mi partida

glorias al cielo que inundó la tierra
de madreselvas y del fruto santo
que me despoja del andar que encierra

y se convierte con su nuevo canto
en esa roca donde en plena guerra
se afianza el hombre que enjugó su llanto


 
 
   
   

Sé que la tarde


Sé que la tarde en su fulgor expresa
aquel anuncio que la noche aguarda
repiquetear cuando la luna guarda
en luz menguante su visión que presa

de aquella noche que en profunda brecha
pronuncia voces donde el aire tarda
en delinear lo que el cincel retarda
hasta escuchar lo que el amor acecha

tarde que vives tu vital secreto
cuando la noche te recibe amable
hasta vibrar en un sutil soneto

donde tú entregas cuando nadie hable
aquel silencio que encendió un boceto
de la palabra que nació inefable
...
tarde preciosa en tu clamor distinta
tarde divina luminosa tarde


 
 
   
   

Crecerán los manojos


Crecerán los manojos de la tierra
hasta ver su magnífico granero
y hallarán el eterno ventisquero
que se encuentra en el monte que me encierra

volverán a sonar aires de guerra
cuando advierta peligros mi velero
y en tormentas de mar su vertedero
se holgará en la esperanza que destierra

el temor el dolor y el tiempo duro
que anochece la tarde penumbrosos
y perplejos verán mi ser maduro

que se entrega a los ríos rumorosos
donde escucha ferviente el aire puro
que hundiera los embates pedregosos

y en los campos de Dios arderá el fuego
que celebra los ecos de una espada


 
 
   
   

No he podido libar


No he podido libar en tu grandeza
que desborda el portal de mi retina
ni he podido beber la repentina
agua pura que surca tu belleza

el ángel que contempla tu pureza
puede ver tu mirada diamantina
que anuncia aquel amor que se avecina
a los hombres que buscan tu riqueza

oh magnífico sol de epifanía
que destellas e inundas mi represa
que añora mi vergel cuando en sombría

tarde gris que se escurre y me hace presa
suspira por la joya que envolvía
mi dolor que aguardaba tu sorpresa


 
 
   
   

Ansío la mañana


Ansío esplendorosa la mañana
que luce deleitando a quien camina
con haces de esa luz que repentina
sugiere que su astro nos hermana

al mirar la penumbra que desgrana
en espléndidas voces que origina
el calor y esplendor que no adivina
quien cobija en la sombra la hora vana

oh magnífico sol que has despertado
para darme a beber de tus canales
admirando el sitial que te ha soñado

recrearse en la hora y sus raudales
junto al fuego que anuncia tu pasado
y entroniza a sus místicos timbales


 
 
   
   

Perplejo en la estocada


Perplejo en la estocada que avecina
y buscando taladros del secreto
me revisto en la fuerza que discreto
me promete admirar lo que imagina

esa mi voz que oyendo mi retina
despierta su clamor en cada reto
y busca sostener aquel secreto
de la excelsa grandeza peregrina

que no puedo ensayar en mi poema
y no quiero intentar porque vacila
mi lengua que en la zarza no se quema

y no puede cantar en la tranquila
tarde oscura que ignora que ese lema
sólo en canto del Verbo se perfila