Admiré los fecundos naranjales
que ofrecieran su fruto enracimado
y envolvieron sus mieses y fragancias
en caudales que apagan con sus brazos
esa sed de brindar su propia vida
por caminos de montes y collados
que alimentan el alma en su recinto
y coronan esfuerzos de mi campo
y anhelan cual manjar de una reserva
desfilar en socorro del quebranto
donde yace la vida en su agonía
y preludia el juglar un nuevo canto
que proclame soleadas madreselvas
y revive en la voz del hombre sabio
recordando la historia siempre nueva
del que nace y perece señalando
el angosto camino de la gloria
y la paz que se esconde en un peñasco
Sé que la tierra sedienta
suplica el candor del agua
para dar fertilidad
al surco que solo aguarda
regalar luz de su vida
y conquistar esa llama
que ardiendo crece en la siembra
y al hombre en su ardor lo salva
la lluvia es amiga fiel
del campo que da su lana
y sus gotas se escondieron
sangrando coplas del alma
que el humilde labrador
celebra en propia posada
sabiendo que el fruto cierto
surgirá en esa velada
con brotes esperanzados
que anuncian vida en la zafra
Has tomado mis manos
con amor en tu diestra
y has corrido conmigo
entre ramas y piedras
he buscado tu halo
en la fuerte tormenta
y bebido tu aroma
en la paz de tu cena
yo te busco Señor
en la noche y la selva
y en el niño que llora
y en la voz que está enferma
no podría dudar
si las horas se quiebran
de tu don trascendente
donde el pájaro vuela
y conquista su nido
que en su techo lo espera
El tiempo cambió el color
cuando corrió por sus horas
madurando sus frutales
y recogido en mi choza
maravillas de silencio
soledad vertida en gotas
aumentaron mi esperanza
y disiparon congojas
sólo pude contemplar
la belleza que se aloja
en la esbelta creación
cuando expreso con mi glosa
aquellas grandes verdades
que infalibles me convocan
a caminar silencioso
aguardando alguna copla
que revele lo que siento
con la fuerza de sus notas
y produzca aquel misterio
que encierra candor de joyas
Se despide en arreboles
saludando en sus matices
cuando surge el nuevo ocaso
que anuncia colores tristes
pues el sol que da sus tonos
ha guardado sus atriles
y aparece en otro suelo
sin descansar cuando viste
con su luz otros rincones
de la tierra a la que asiste
el astro rey se enamora
de esta tierra y la persigue
en sus pétalos y flores
sus mares y sus delfines
y estalla como lucero
que busca bañar los diques
cuando la noche es oscura
y clama por ver las vides
que alimentan con su sangre
la sed que está en sus raíces
Corre el hombre en la tierra
y descansa en su campo
descubriendo en los ojos
la tarea del amo
que no puede adormirse
en su propio cansancio
si no logra entonar
su designio callado
que será repertorio
del futuro trabajo
y reclama una savia
y el afán de sus brazos
toda llama enriquece
del tesoro el hallazgo
y le ofrece aquel sello
que ilumina su rango
toda mano se cansa
pero goza en su canto
porque ve floreciendo
la semilla en su tallo
Ha llegado jadeando
al portal de su madre
y ha llorado al nacer
por brindar sus señales
ha querido sufrir
la intemperie en el valle
y vistió su prestancia
diminuto su traje
sólo pide que el hombre
cuando pase orfandades
se aproxime hasta el niño
que se acuesta en pañales
porque el niño que es hombre
ve su cuerpo en la calle
sin saber de riquezas
ni tener equipajes
es el niño impotente
que no entiende que nace
ni resuelve su andar
cuando emprende algún viaje
sólo puede confiar
como el hombre en la calle
en aquel que celebra
porque puede ayudarles
tanto al niño en su grito
que resuelve salvarle
como al hombre en su llanto
que es la voz de su llave
No sé cabalgar mi tiempo
ni correr en vendavales
si no tengo el norte claro
que encienda fuego en mi tarde
no sé caminar de noche
sin sendero que me ampare
y busco aspirar el día
con el sol que arde en mi valle
sé que viviendo en la selva
habrá silencio en mi calle
y el secreto de ese huerto
será fuerza en mi hospedaje
porque la voz de la esa brisa
anuncia tantas verdades
que mi norte se embelesa
dando respuesta a mi viaje
Quiero pasar el torrente
que impetuoso me rechaza
busco recalar mis pies
donde mis ojos anclaran
y he de saltar el torrente
en un salto de confianza
pues el Señor de esas aguas
me da del cóndor las alas
y podré sobrevolar
llanuras bosques y aguadas
impetuoso en su pericia
el viento que me arrebata
me hace vivir en la altura
y de allí mirar la barca
llena de flores y frutos
y también noches heladas
no temo acercarme al puerto
aunque viva entre las zarzas
no puedo dejar mi senda
por almácigos que claman
no debo encender mis coplas
si no es al sol que me abrasa
y me nutre y acompaña
iluminando mi ser
Navidad de estrellas
en la noche santa
donde nace el niño
que salvó su casta
es eterna gloria
la que nos dejara
y es divina gracia
la que nos regala
niño de Belén
ternura del alba
hijo de María
pequeña balada
yo feliz te canto
con mi voz alada
por hacernos hijos
con tu imagen sacra
gracias por nacer
en tan pobre casa
donde el mundo aguarda
tu poder sin tasa
para encender cirios
en la oscura calma
donde el hombre llora
su desierto en llamas
Sé que tu fuerza es mi fuerza
cuando busco tu pradera
las piedras y las espinas
intentan quebrar mi huerta
pero sé que tu grandeza
poderosa en esta tierra
podrá vencer todo riesgo
de perecer en mi queja
infinito es tu poder
y confío en tu destreza
para darme en el tropiezo
la luz de tu propia estrella
nada podrá separarme
de tu ser en la maleza
todo lo puedo contigo
nada sabré sin tus huellas
me animas a caminar
entusiasta en tu llaneza
aunque surjan sinsabores
que busquen matar mis venas
todo el amor que me diste
es poder que tú me entregas
para vencer las tormentas
y aliviarme en mis dolencias
Se enamoraron mis ojos
al mirar en primavera
la blancura de los pétalos
y el candor de la azucena
las dalias y las magnolias
y la rosa roja y fresca
que entregaba su fragancia
y mostraba su belleza
las flores de este vergel
son las notas que se aprestan
a plasmar aquel concierto
de matices que semejan
melodías de un encuentro
y cantares de una fiesta
pequeñas perlas que adornan
a los montes y a la selva
y son pinturas agrestes
que no ostentan su realeza
Aguarda el árbol su hora
de entregar frutos de vida
a quien busca de su seno
cuando su espacio medita
y alimenta a quien padece
el cansancio y la fatiga
renovando aquel ardor
que a los hombres los convida
a beber el alimento
que le acerca hasta la cima
y el árbol brinda su sombra
olvidando su fatiga
por aliviar el sudor
y sostener al que anima
a tantos hombres que lloran
por ignorar su retina
horizontes tan preciosos
que sanan cualquier herida
bendita sombra que entregas
el aire que tú adivinas
necesario al peregrino
que en tu amor ve su conquista
el descanso compasivo
y el calor de tu alegría
Descansa la vertiente
corriendo entre las piedras
y alimenta la sed
de iluminar la escena
del hombre ensimismado
que ignora lo que niega
o el niño que persigue
la válida respuesta
a tanto interrogante
que vive en su litera
el agua que ha corrido
el monte y su ladera
conoce los rincones
los ripios y las grietas
y busca en su corriente
sembrar en la aspereza
las horas de esperanza
por las que el hombre ruega
poblando su confianza
de pródigas promesas
Camino por los aires
que ofrecen una brisa
nacida de la tarde
que añora su partida
recorro en mi velero
y en aguas que imaginan
corrientes impetuosas
y el mar que se avecina
cargado de elocuencia
y voces que prodigan
bellezas cuyas aguas
al hombre lo conquistan
por ser aguas preciosas
desiertos sin espinas
y pródigo resguardo
que aloja noche y día
la fauna que florece
y al hombre que en la orilla
medita en el silencio
colmando su vasija
Hoy acepto la vida
que me nace en su seno
por llevarme a la tierra
donde brilla lo eterno
es camino sinuoso
que recorro con miedo
porque surgen embates
de horizontes siniestros
y no sé con mis manos
defender mi brasero
pero sé que la vida
en su frágil empeño
me ha pedido que escuche
las canciones del cielo
que transforman la senda
en la luz que yo espero
para hallar esa huella
que responde a mis ruegos
y la vida renace
con ardor y con fuego
porque surgen vertientes
y unas rosas cayeron
anunciando festivas
un clamor que develo