La vida se devela en mi camino
cuando puedo tañer como campana
llamando a la concordia a cada hermano
que escucha aquel sonido que lo embarga
mi existencia deriva por los surcos
soñando redimirse en marejada
cual semilla que muele los terrones
y ansía renacer ya cosechada
el día con su noche me confía
vertientes de la cena preparada
al hombre en los ardores de su empeño
y al torrente en el agua derribada
al fin de mis labores te bendigo
complacido en la música del alba
en las calles que llevan a mi viña
donde está el leñador con su agua clara
te saludo Señor agradecido
por la tarde que nace en la mañana
por la noche que surge de la tarde
y aguarda retornar otra jornada
el día con su noche me alimenta
con aromas de sol que limpia llama
transforma la madera con su vuelo
en el fuego que danza entre las brasas
sólo puedo beber lo que he sembrado
y sembrar alegría que prepara
mi corcel para larga travesía
que encierra los secretos que me llaman
a bucear en la paz del horizonte
emplazando mi senda en la distancia
Yo quisiera beber puros destellos
y anhelo navegar en ancho río
deambular en sendero que ripiado
ofrece su pobreza al fugitivo
yo quisiera la voz de los zorzales
y nadar como peces que han huido
del peligro en las aguas de su espacio
para dar la salud al propio nido
la belleza encarnada en el follaje
del bosque que aparece repentino
me invita a descender de mi andadura
contemplando la sombra y su gemido
el vértigo del tiempo yo quisiera
detener en la hora que hoy camino
enraizando verdades en mi alma
que busca el aletear que yo percibo
y quisiera volar como las aves
reviviendo cantares que he sentido
recordando en almácigos de arena
el frutal que en cosecha he recogido
el ayer es el tiempo de la siembra
hoy recojo cosechas que en su trino
procura el alimento del mañana
que promete alumbrar el nuevo trigo
Yo sé del caminar en tierra esquiva
y sé de la tormenta que estremece
recorro en duro borde mi textura
y vivo apacentado en tiempo agreste
colmados de ilusiones van mis pasos
sedientos del sosiego que sumerge
la violencia del mar embravecido
y el dolor que en la tierra no me vence
la esperanza navega por mis aguas
y promete la gracia del pesebre
donde un niño nació para salvarme
y la madre sufrió por defenderme
no me inquietan los valles de la senda
ni temo las astucias de la muerte
la vida me regala con sus tiempos
la certeza de Dios que me protege
destellos de su amor están abiertos
y expresan su bondad que me hizo fuerte
horizontes del cielo que inefables
alimentan la sed que me estremece
no hay barrera en la tierra que me impida
refugiarme en los brazos que él me tiende
y descubro en la noche y sus estrellas
la brisa de ese amor que Dios enciende
el purísimo sol que nos esconde
alienta la confianza de la fuente
e invita a recrear en sus mansiones
a quien busca la paz que no perece
Son vientos los canales del espacio
caminos de la noche los recuerdos
sendero que deambula aquella brisa
que lleva la fragancia de sus pétalos
los ríos se bifurcan generosos
en grandes o pequeños riachuelos
que riegan los sembrados que germinan
y enriquecen los fértiles terrenos
yo sé de los canales que en la vida
acercan dadivosos sus arpegios
capaces de inundarme en su latido
en medio del crepúsculo de un sueño
reviven con su fuerza creadora
la página que impulsa un derrotero
y en hora de cubrir tanta distancia
reclama revivir en su alimento
benditos los caudales que se ofrecen
con honda postración en mis intentos
el agua que se esconde entre los surcos
es lluvia que ha saciado mis desvelos
Yo quiero aquel encuentro con el Padre
escalando su monte y su fragancia
silenciarme en praderas que silvestres
escuchan los arpegios que allí danzan
contemplar el misterio que redime
y pronuncia mi nombre cuando clama
complacer al Señor en cada hora
rescatando mi tiempo de la nada
conocer la bondad que hay en su pecho
y aclamarlo en las voces del que ama
corretear como niño que jugando
alegra el corazón de quien lo llama
y vivir su purísima hermosura
plenitud que genera su prestancia
sólo tú mi Señor por el Espíritu
provocas la oración que me descansa
yo no sé pernoctar orando a tientas
y vienes ofreciendo tu semblanza
porque viendo tu rostro enternecido
en la voz que reclama mi confianza
yo también te regale mi sonrisa
el amor la oblación y la nostalgia
añorando aquel día en que tu hora
me prodigue las brisas de tu estancia
Cual zanja de la tierra los abismos
escabullen planicies de victoria
cercados por contornos disuasivos
reclaman invadir arcos de gloria
cuando tientan provocan ambiciones
destructoras del hombre que reposa
en el vértigo oscuro de su lecho
que envilece vestigios que lo acosan
el abismo reclama más abismo
que exterminio del bien siempre deshoja
ahuyentando las brisas de la cima
y encendiendo gemidos en su boca
celoso aquel guardián que se postrara
ignorando hendiduras que lo rozan
y elevando su casco se levanta
en busca del nidal donde rebosa
su mirada sutil que se deleita
en vergeles de amor donde se asoma
en la fuente gemada de los cielos
cuando nace aquel sol que nadie toca
pero esparce el perfume de su vuelo
manantial que alimenta con sus coplas
entusiasta reviste en su escalada
pues percibe racimos en la roca
y sangrando su marcha en pedregales
se dirige seguro hasta la copa
de aquel monte nutrido de frutales
que lo invita clamando por su fronda
a beber el sonido de su estancia
que el amor de sus pétalos provoca
Regocija Señor el contemplar
maravillas que expandes en tu gracia
renaciendo mis ojos cuando veo
el diamante de amor que me regalas
muy pronto has olvidado mi falencia
y tiendes con fervor envuelto en llamas
tus manos que levantan al que llora
y acarician mi rostro ensimismadas
tus ojos me reflejan la hermosura
de tu faz en que sabio me depara
el brillo que tú expresas en la estrella
y aquella compasión que me sanara
tus pies han recorrido los rincones
de mi humilde camino y su labranza
estuviste a mi lado desde siempre
y me lleva tu amor a mi posada
jamás te has olvidado de tu hijo
pues posees la gloria del que ama
hasta darte en la cruz como el amigo
que vive entre las grutas de mi alma
fuiste niño nacido de María
y creciste obediente en tierna casa
enseñaste verdades inmutables
sanaste y perdonaste a quien llorara
buscaste a quien perdiera su destino
y en tus hombros bebiste su mirada
Cuánta vida Jesús das al amigo
y a quien busca amistad en tu portada
cuánta luz me regalas cada día
aunque a veces clausure mi ventana
cuánto amor impensado por los hombres
cobija la orfandad que te reclama
qué divina paciencia has aprendido
caminando mi tierra desolada
cuán purísima voz la que me nombra
con tus labios que laten mis pisadas
yo no puedo expresar lo que es tu gloria
aunque habites en odres de mi alma
pues tu ser que divino y misterioso
en pequeña vasija me rebasa
y resuelvo con prisa en mi alegría
y asir en hondo amor tu amor que estalla
la poesía que labro en estos versos
se consuela soñando en la palabra
sabiendo que sus letras no han podido
penetrar el abismo donde aparcas
pero sabe decirte que ha creído
y en su página frágil se solaza
convencido que entiendes lo que quiere
aunque sólo soñar pueda en su casa
un hálito en mis versos se ha quedado
sumergido en clamores de nostalgia
sabiendo que tu ser es la poesía
que infinita se expresa en llamaradas
Voy contemplando cada día
horas que viven el rigor del nacimiento
voy alentando aquella audacia
que me permite la escalada en mis intentos
sé que el pasado en propia cuesta
me ha permitido en este día ver el fuego
que me aproxima entre sus llamas
tanto esplendor que no imagino lo que veo
vivo en los ojos de los cóndores
o caminando entre vestigios que sedientos
han hecho carne en su parábola
el rosedal que en tanta gloria ofrece el cielo
nace en la mano creadora
aquel conjunto de bellezas que trashuman
en esta tierra desolada
el río nuevo que a los hombres transfigura
no sabe hablar aquel idioma
que comunica con los arpegios de la altura
pero en refugios de la gloria
quiere brindar la variedad que se dibuja
en voces claras y diversas
y entre los montes y gaviotas que en la bruma
son esplendentes como imagen
de quien tejiera aquel canal de su hermosura
El rico tiempo que comparto
tiene un final que se aproxima sin que hable
aquel final que es el encuentro
con quien creara la existencia en mi ropaje
hora de vívidos acordes
ese momento que el Señor conmigo entable
diálogo eterno en esa gloria
que inmerecida me regala porque es padre
voy reviviendo en esta estancia
claros recuerdos que grabados en mi sangre
iluminaron otros tiempos
y han perdurado en el andar de mi drenaje
sé que atardece en mi posada
pero aquel sol que me alumbrara es el que nace
en una nueva primavera
eterna en Dios que cultivara mi velamen
siento que callan los arpegios
de aquellas aves que alegraron mi jornada
y se volvieron taciturnas
asimilando los corales que se guardan
mucho han sembrado con sus cánticos
que han inundado los vacíos de mi alma
al conversar enriqueciendo
la lengua muda que en su canto fue palabra
han sido nítidas sus voces
que en su racimo aquilataron la mañana
fueron efluvios musicales
que en el amor se sumergían cuando hablaban
soy el testigo en sus intentos
de entregar paz a quien buscara su mirada
y oyera acordes inefables
como coreutas que treparon la muralla
vivo también en mi secreto
montes y ríos arroyuelos y pradera
lo primigenio en la palabra
que el creador a quien observa deletrea
he conquistado aquella cima
que desde niño pude ver sin que pudiera
en esa infancia que impotente
se contentara con vivirla desde afuera
pude remar en esos ríos
en que recoge el pescador su sementera
y renacer en sus orillas
que me aguardaban con el pan que yo quisiera
revivo en peces que pasean
y navegando en ese río parecieran
flechas tendidas al vacío
buscando el norte en el final de su carrera
quise abrigar al harapiento
que caminaba sin saber adonde fuera
ser aquel bálsamo genuino
que permitía recrear la voz postrera
aquel cobijo del hambriento
en cuyo cuerpo hasta su nombre se escondiera
calidecer a quien sufría
el crudo invierno que en mi pecho padeciera
quise soñar con los que sueñan
una posada con jergón y harina fresca
quise entonar entrecortada
humilde voz que aligerara en la refriega
mi débil carne no ha podido
apaciguar aquel dolor de quien viniera
ronca su lengua en el agobio
alivianando las heridas en su cerca
serena tarde de mi vida
que en gratitudes se solaza porque ama
bendita noche que me espera
interrogante en el candil que me alumbrara
yo sé mirar con esperanza
aquella hora y su jornada en una estepa
soy aquel hijo que presiente
cena de gloria en el final de su frontera
canto a la vida en mi silencio
enmudeciendo mi palabra en la certeza
y palpitar aquella patria
donde poseo la morada que se acerca