Luego de haber ofrecido el libro de poemas "Sembrando la Palabra", del que se realizaron 2 ediciones, he creído útil para todo creyente dar un paso más en esta tarea y ofrecer ahora este libro titulado "La Palabra se hizo Carne", ofreciendo también aquí diversos pasajes del Evangelio de Jesús en una estructura poética. Al final de los poemas se ofrece el de la Enseñanza de San Pablo con una previa introducción.
Conocer y amar La Palabra de Dios es meta de nuestra vida cristiana. Que esta presentación permita ahondar en La Palabra ya conocida y conocer lo que aun no sabemos de La Palabra que es Jesús, suprema expresión del Padre.
María en quien La Palabra se hizo Carne nos enseña a vivir La Palabra como Ella, contemplándola en el Corazón, encarnándola en la vida y ofreciéndola a nuestros hermanos.
Todo sea para Mayor Gloria de Dios.
¡Oh! María del Rosario
Reina y Madre de tu pueblo
hoy te alabamos cantando
desde este bendito suelo.
Mil gracias vas derramando
entre tus hijos pequeños
desde tu propio Santuario
Arca que nos lleva al Cielo.
Tus fieles te coronamos
porque eres Reina en el Cielo,
y también en esta tierra
como en todo el Universo.
Como Madre nos congregas
y como Reina, tu cetro
nos indica que conduces
por el seguro sendero.
Tu Corona nos enseña
que reinando desde el Cielo
imploras a tu Hijo Rey
por nuestros muchos anhelos.
Cristo el Señor es tu Hijo
con quien buscas el encuentro
de todos los demás hijos
que traen aquí sus ruegos.
La Corona de Jesús
Rey de todo el Universo
anuncia ya que su triunfo
nos libra en este destierro.
La Argentina se cobija
bajo tu manto de Cielo
y aguarda que tu poder
la libre de sus desvelos.
San Nicolás, fue elegida
como sede de tu encuentro,
con los hijos que te honran
en la patria de tus Templos.
Bendita la Trinidad
que enriqueció nuestro suelo,
Dios nos consagra por el Bautismo
para participarnos de su Vida,
haciéndonos los hijos de Su Padre
y hermanos que vivimos en familia.
Al estar consagrados por el Padre,
debemos caminar con plena dicha
atentos a la Fe que nos regala
y en respuesta al Amor que nos prodiga.
Jesús nos mereció la gracia nueva
y allí nos hace parte de su Viña
uniéndonos cual ramos que se nutren
en la Vid que su sabia participa.
María conociendo la pobreza
de los hijos que lloran sus heridas
nos ofrece llevarnos de su mano
e imitar a Jesús que nos invita,
Al fruto más profundo de su Amor
que por pura bondad nos comunica
y consiste en ser santos en la tierra
aguardando la Gloria prometida.
María nos ofrece acompañar
nuestros débiles pasos a esa cima
de la Gracia que Cristo nos regala
cuando muere en la cruz y resucita.
Debemos imitar a Jesucristo
consagrando por siempre nuestra vida,
al puro Corazón de Nuestra Madre
por quien Cristo a sus hijos nos cobija.
No podemos andar en horfandad
María como Madre nos invita
a entregarle por siempre nuestro ser
cuerpo y alma, tristezas y alegrías.
Cuanto más a su Amor nos entreguemos
en su fiel Corazón que nos abriga,
cuanto mas le brindemos la confianza
que de nosotros para actuar precisa
tanto más le será fácil a Ella
llevarnos al lugar que nos indica
y hacer de nuestro esfuerzo un canto alegre
que consista en donar toda la vida.
Amor y conversión, entrega pura
abandono y confianza sin medida
requiere de nosotros la que es Madre
para darnos la Gloria prometida
y elevarnos al Hijo de su seno
que vivió y creció en Sabiduría,
en edad y en la Gracia ante los hombres
por su gran obediencia con María.
Humildad y pureza nos reclama
pequeñez interior como semilla
que florece sirviendo a cada hombre
y construye la Iglesia que es familia
Nos pide la oración como camino
que nos une al Señor y santifica;
nos invita a inmolar nuestra existencia
en la Cruz de Jesús todos los días.
Jesús es el Modelo más perfecto,
que es dócil a su Madre sin mancilla
y nos muestra que así debemos darle
la obediencia a quien es Maestra y Guía.
Sólo el Santo da plena gloria a Dios;
consagrar a la Madre nuestra vida
es el único modo de arribar
con firmeza a la meta tan querida.
I
Oh! Padre de los Cielos que nos amas
con inmensa bondad por ser tus hijos
es verdad que tan sólo te recreas
cuando ofreces tu amor que es Don gratuito.
Oh! Padre en cuyo seno nos albergas
para darnos la paz de tu cobijo,
qué infinito regalo nos has dado
en la Carne y la Vida de tu Hijo.
Él refleja tu amor y tus verdades
convirtiendo su Vida en el Camino
que nos lleva felices a tu encuentro
para siempre gozar por ser tus hijos.
Oh! Padre que en Jesús nos has mostrado
la Palabra que encierra tus designios
muy bien lo conociste desde siempre
y lo muestras a quienes has querido.
Revélanos al Hijo de tu seno
danos gozar su condición de Amigo,
porque entonces Jesús podrá llevarnos
a gustar de tu Amor que es infinito.
II
Danos Padre gozar de tu belleza
que en las flores del campo has esparcido
y la expresan en vívida armonía
como si ellas te hubieran conocido.
Danos Padre confiar en tus bondades
las que tanto prodigas a tus hijos
porque quieres llenarlos de tu gozo
y en tus puros espejos convertirlos.
Gracias Padre por darnos Amor Puro
gracias por ser la paz, vida y camino
donde pueden tus hijos dulcemente
abrigar en confianza su destino.
Gracias Padre por tanta Providencia
que nos muestras en pájaros y lirios
y decirnos que mucho más reservas
para quienes creaste como hijos.
Gracias Padre que brindas tu clemencia
por los muchos pecados cometidos
a quienes te suplican con sus lágrimas
que les des la alegría de tu Vino.
III
No sabemos rezar como conviene
y nos das el Espíritu Divino
que clama con vigor en nuestro pecho
llamándote "Papá" por ser tus hijos.
Como Padre nos cuidas día y noche
somos pobres, enfermos y muy niños
bien conoces los límites del hombre
y los cubre tu Amor porque es divino.
Que nunca nos cansemos de buscarte
anhelando el final de este camino
para ser abrazados en tu pecho
y gozar del Amor que has prometido.
Gloria a Ti Padre Eterno que nos amas,
Gloria al Verbo, expresión del Infinito,
Gloria al Santo Paráclito que encarna,
el recíproco Amor de Padre e Hijo.
I
Espíritu de Dios que nos habitas
enciende con tu Amor nuestra esperanza
sedienta por vivir de tus mociones
y de todos los dones que regalas.
El Padre de los Cielos te ha enviado
al seno de María Inmaculada
para luego engendrar al Hijo Eterno
en aquella Mujer Llena de Gracia.
El bautismo que Cristo recibiera
te vio representado en vivas alas
de palomas que expresan tu tarea
de volar por el mundo de las almas.
A Jesús lo llevaste a la oración
hasta el monte que siempre se alejaba
para hablar a su Padre complacido
llenando los espacios de alabanzas.
Fue Promesa de Cristo tu Presencia
fue el gran Don que ofreciera nuestra Pascua
y por fin al subir Jesús al Cielo
tu venida a la tierra era esperada.
II
Los Apóstoles juntos con María
fusionaron su vida en la plegaria
y aplicaron sus tiempos a la espera
de tu pronta y fructífera llegada.
Allí en Pentecostés te recibieron
con júbilo repleto de añoranzas
soñaban revivir con el Maestro
los encuentros que tanto recordaban.
Siguiendo sus consejos puntualmente
en íntima oración se preparaban
con puro corazón para escucharte
y una clara apertura de su alma.
Al llegar como fuego de lo Alto
has llenado con luz aquella sala
y ofreciste también tus siete dones
a todos los que allí te celebraban.
En un lapso muy corto todos fueron
capaces de entender esas palabras,
que Jesús con su amor les transmitiera
pero que ellos muy poco interpretaban.
III
Con la fuerza traída desde el Padre
y de Cristo Jesús esa mañana,
impulsaste con gozo a los Apóstoles
a que en gran comunión se prepararan
a cumplir la misión de Jesucristo
sin temor y confiando en esa Gracia
que el Señor a través de su Enviado
les daría por fin en la jornada.
Unidos como Iglesia misionera
y urgidos por Jesús que los formara
comenzaron a andar por los caminos
llevando con sus vidas la Palabra.
Espíritu de Cristo y de la Iglesia
al venir a los hombres que aguardaban
dispusiste formar un mundo nuevo
cambiando la tristeza en esperanza.
Abogado que brindas el consuelo
recréanos de nuevo con tu Gracia
invade con Amor nuestra existencia
haciendo de nosotros tu Morada.
I
Yo no vine a cumplir mi Voluntad
sino la que mi Padre decidiera
cuando por el Amor hacia sus hijos
resolvió que como hombre Yo viviera.
Concebido en el seno de una virgen,
de una dócil y límpida Doncella
he vivido en la cuna de su seno
hasta el día feliz en que naciera.
Que no vine a salvar justos ni sanos
sino a los pecadores que conviertan
su duro corazón en campo virgen
para poder en él echar la siembra.
Yo y el Padre del Cielo somos Uno
nadie conoce al Hijo aunque quisiera
si el Padre no le enseña a descubrirlo
y lo invita a seguirlo donde Él quiera.
Y tampoco a Dios Padre nadie puede
conocerlo si el Hijo no lo hiciera
capaz de descubrirlo en cada instante
en que el Padre a su Hijo se le muestra.
Por haber escuchado mis palabras
Yo te alabo Señor de Cielo y tierra
que ocultaste a los sabios tu misterio
y a los pobres mostraste tu grandeza.
II
Jesús vino a enseñarnos el secreto
de su Reino, a los hombres de la tierra,
para que nos desborde la alegría
de dar frutos de amor con entereza.
Al monte en oración como Hijo Amado,
Jesús se retiraba con frecuencia
y gozaba de un diálogo perfecto
con el Padre que tanto Amor le diera.
El vínculo de Amor hecho persona
fue el Espíritu Santo que ofreciera
al Padre eterno gozo por su Hijo
y al Hijo inmensa paz en la obediencia.
Jesús en todo tiempo pretendía
ser del Padre suprema complacencia
y aun en el instante más cruento
supo expresar Amor con gran paciencia.
El tuvo compasión de muchos hombres
que buscaban salir de las tinieblas
su gran misericordia fue el camino
que el Padre le pidió que recorriera.
III
Ver a Cristo Jesús y contemplarlo
es camino infalible aquí en la tierra,
que permite captar todo el Misterio
del Amor en que el Padre nos encierra.
A partir de su acto redentor,
recibimos de Cristo como herencia
ser "hijos en el Hijo" de Dios Padre
y gozar en la Gloria su belleza.
A su Madre nos dio como regalo
en la Cruz poco antes que muriera
para llegar al Padre sostenidos
por su Amor maternal en cada prueba.
Gracias Padre por darnos a tu Hijo
Fundador y Cabeza de la Iglesia
danos Luz y Fuerza de tu Espíritu
desde el Pan que regalas en tu mesa.
I
Tú Señor nos reclamas en la vida
solamente una cosa que te alegra;
no son las obras grandes realizadas,
sino amor que es la ley de todas ellas.
En tu Casa es muy simple tu sendero
se desliza en el polvo de la tierra
no brilla ante los ojos de los hombres
ni semeja el fulgor de alguna estrella.
Realizaste por cierto cosas grandes
que nadie en este mundo puede hacerlas
pero todo lo hiciste humildemente,
por amor a tu Padre que te viera
realizar solamente sus deseos,
renunciando con gozo a lo que fuera
tu propia voluntad y gusto humano
que no son los de Dios en esta tierra.
II
De nosotros también vives clamando
que hagamos de la vida pura entrega
a tu amor redentor que purifica
la semilla de Dios, de las malezas.
Tú nos pides amar sin condiciones
y nos das en tu vida, la respuesta;
tú reclamas la voz del sentimiento
que al ser tuyo musita hermosa letra,
para ser de verdad amigos tuyos
no te importan las grandes "obras nuestras"
sólo quieres gozar el amor puro,
que anide el recorrer de cada senda.
Nos pide el corazón, Tu Amor Divino,
en plena donación para que sea
capaz de producir sonidos nuevos,
como sólo el Amor canta en la tierra.
No son los espejismos pasajeros
lo que sirve a la Gloria que Tú anhelas;
no son las apariencias de aquel hombre
que en sí mismo tan sólo se recrea.
Sólo buscas gustar en cada hijo
una grande, sencilla y pura ofrenda
que tan sólo es posible al hombre débil
si te da el corazón como lo esperas.
III
Qué pobre la experiencia del humano
si no sabe enterrar cosas que encierran
en los vasos de barro, nuestra vida
y producen dolor y amarga pena.
Libera corazón tus alas grandes
y goza con el viento que golpea
con dulce fortaleza tu destino
y verás que tus pasos aletean.
No te cierres a Dios porque es tu Padre,
ni tampoco al que llega hasta tu puerta;
que ella se abra al que llama dolorido,
sin otra pretensión que una respuesta.
Purifica tu vida en aquel fuego
con que Dios en su Amor Divino intenta
destruir a la vieja levadura
fusionando su vida y tu existencia.
¡No llores por tesoros que has perdido!
el Señor aligera toda pena . . .
vende todo, no guardes en tu vida
aquello que al Señor tanto molesta
Entrega con amor tu fe sentida
para obrar como Dios te lo sugiera
y aumentar cada día tus deseos
de ser siempre su amigo aunque sufrieras;
las pequeñas espinas que lastiman
o quizás tentaciones que molestan;
al final de tu marcha habrás logrado
en tu Dios la gloriosa recompensa.
I
Se llegó hasta Jesús un fariseo
y luego de surgir ameno diálogo
preguntó sobre quién era su prójimo
a quién debiera amar como su hermano.
Jesús le respondió con su Palabra
a través de un ejemplo muy humano
que hiciera comprender sencillamente
la misión que tenemos entre manos.
II
Un hombre fue asaltado por ladrones
que de todo caudal lo despojaron
y al huir por temor de esos lugares
sin piedad, con furor lo maltrataron.
Medio muerto quedó, sin esperanzas,
a una zanja profunda lo tiraron
y sólo un bienhechor que allí pasara
lo podría auxiliar en ese estado.
Un levita pasó y se preguntaba
por el hombre caído entre malvados,
qué podría hacer él en ese trance
con tan pocos recursos en sus manos.
Lo miró y por fin siguió el camino
sin dar una respuesta para el caso
continuó ensimismado en sus problemas
y ya no se ocupó de aquél hermano.
También un sacerdote israelita
pasó por el lugar ya señalado
encontrando al herido que sangraba
sin saber acercarse y dar su mano.
Sus muchas exigencias le impedían
pararse y auxiliar al que ha quedado
con profundas heridas y dolores
por haber muchos golpes soportado.
Y en esa situación grave en extremo
por allí transitó un samaritano
que no se conocía con judíos
pues entre ellos estaban distanciados.
Sin embargo triunfó su sentimiento,
bajó con rapidez de su caballo
y luego de ofrecerle aceite y vino
lo llevó hasta el pueblo más cercano.
Allí lo resguardó en una posada
le ofreció la comida y el descanso
diciéndole también al posadero
que le diera su máximo cuidado.
Le entregó una parte de dinero
prometiendo a su vuelta dar el pago
que hubiere requerido aquel enfermo,
con tal de verlo pronto ya curado.
III
Y Jesús preguntó al fariseo
cuál de todos los hombres que han pasado
se mostró como prójimo y ejemplo
de quien fuera con golpes atacado.
Aquél que se mostró más compasivo
de quien consideró como su hermano
dándole la respuesta necesaria
sin mirar que era él samaritano.
Esto dijo a Jesús el fariseo
respondiendo conforme a lo mandado
a la luz del Antiguo Testamento
por quienes la Palabra le enseñaron.
Tu respuesta, es verdad dijo el Señor
imita la bondad que le ha brindado
aquél desconocido a su enemigo
sin otra voluntad que verlo a salvo.
I
Jesús ha comparado su Palabra
con aquella semilla ya dispuesta
que se siembra en la tierra preparada
y que aguarda algún día la cosecha.
Esparce el Sembrador buena semilla
y al buscar que germine en esa tierra
va arriesgando también con ese esfuerzo
distintos resultados de la siembra.
II
Al tirar la simiente a veces pasa
que su fertilidad no se concreta
por caer a la vera del camino
donde pronto los pájaros la llevan.
La Palabra también como semilla
al caer en los surcos de la tierra
se expone a no dar fruto cuando el hombre
que la escucha, no sabe su riqueza.
El demonio cual pájaro en acecho
cuando ve la dureza de la tierra
que el corazón del hombre simboliza
la arranca con astucia en su carrera.
Otra parte también de la semilla
es tirada en la piel de muchas piedras
y al no serle posible echar raíces
el sol con su calor pronto la quema.
A veces la Palabra es proclamada
al hombre que escuchando se le mezcla
al gozo del anuncio la inconstancia
que le impide esperar una cosecha.
Y otra vez la semilla es arrojada
entre muchas espinas y malezas
que al crecer van ahogando lo sembrado
y se vuelve muy pronto cosa muerta.
Eso ocurre al que escucha la Palabra
cuando está seducido por riquezas
o por muchas cuestiones de este mundo
que matan la vigilia de la espera.
III
Finalmente también en gran medida
los granos fructifican en la tierra
que al ser buena produce en abundancia
la respuesta soñada en una siembra.
Así los que reciben la Palabra
y se gozan viviendo su riqueza
son la tierra feliz que Dios habita
amando y anhelando una respuesta..
I
Jesús un día a Pedro lo interroga:
"Simón, que me conoces, tú me amas?"
"yo te amo Señor", fue la respuesta
y el Señor le encomienda su majada.
Al rato contemplando a su elegido
le pregunta de nuevo si lo amaba
y el apóstol confirma la respuesta
afirmando la fe que profesaba.
Entonces el Señor pide a su amigo,
que el rebaño del Padre apacentara,
porque es propio de aquéllos que ha elegido,
responder a ese don que Dios regala.
Finalmente Jesús mirando a Pedro,
le pregunta de nuevo si lo amaba,
más que aquéllos que fueron elegidos
como él, instrumentos de la Alianza.
II
Allí Pedro se ve desconcertado
y llorando con lágrimas amargas
recuerda haber negado por tres veces
al Maestro que tanto le brindara.
Revive la mirada del Amado
ocurrida después que lo negara
y el dolor que surgió en aquel momento
por haber traicionado al que adoraba.
Él había sufrido la pregunta
recordando las culpas ya pasadas
que con gran desamor fueron vividas
desoyendo al Señor que lo llamaba.
III
Sin embargo aunque envuelto en la tristeza
no dudó que el Señor lo perdonaba
y sintiendo el latido de su vida
respondió a Jesús con gran confianza:
Tú Señor, infinitamente Sabio,
que desbordas amor en tus andanzas,
Tú que sabes leer los corazones
y conoces también cuando se cansan.
Tú Señor que perdonas los pecados
y encuentras a la oveja descarriada,
Tú que diste la vida por salvarnos
y sólo te recreas en quien ama,
no te quedes en culpas y pecados,
devuélveme otra vez esa mirada
que me hizo llorar amargamente
y hoy permite que goce en la esperanza.
Sí Señor, yo te amo para siempre,
nunca más la traición será mi paga,
al Amor infinito que me tienes
y lo entregas confiado a quien aguarda.
IV
El Señor, escuchando hablar a Pedro,
vivió la compasión que lo embargaba
y le dijo al amigo atribulado:
"apacienta el rebaño que te llama",
a llenarlo de Amor en su pobreza
y a ofrecerle el perdón cuando se aparta
del camino elegido, en esta vida,
para ser restaurado por la gracia.
Yo te digo por fin que tú eres Pedro,
la roca que elegí para mi casa
que es la Iglesia, cual barca de este mundo,
al que surca con velas desplegadas.
Tú serás timonel por mí elegido
conociendo el Amor que ya te abraza;
Te daré para siempre aquí las llaves
del Reino de los Cielos que arrebatas.
Lo que ates en la Gloria será atado
y aquello que desates por mi Gracia
quedará desatado en las alturas
pues te doy el poder que todo salva.
Gozarás la defensa en el combate
y lo oscuro en su plan no podrá nada,
aunque ataque a la Iglesia peregrina
porque el Padre la salva de acechanzas,
y la llena de Vida con su Espíritu
que anida en lo profundo de las almas;
la Verdad y el Amor serán vividos
hasta el fin de los tiempos por mi Gracia.
Yo estaré con ustedes para siempre,
no se engañen aquí siguiendo fábulas.
Mi Evangelio será suprema guía
que les brinde valor en las batallas.
V
Ya Pedro se sintió reconfortado,
el Señor desbordó sus esperanzas;
perdonó para siempre su pecado
y lo hizo custodio de su Casa;
como signo de amor le dijo un día:
cuando eras más joven te gozabas
de vestirte tú mismo libremente
eligiendo la senda más deseada.
Cuando seas anciano serán otros
los que lleven tu vida amordazada,
sin que quieras aquello que te hacen
los que buscan tu mal en su venganza.
VI
El apóstol humilde proclamaba
los hechos del Señor y su Palabra
y un día ya en la Roma del Imperio
culminaba en la tierra su morada.
Tras un juicio murió crucificado
como el propio Jesús se desangrara
y entregó al Señor toda su vida
cual melódico salmo de Alabanza.
VII
Oh! Glorioso bastión del pueblo santo
heroico defensor de la Palabra
es bendito tu nombre en las naciones
porque diste tu vida por salvarlos.
El Señor que eligió tu vida frágil
fue el garante que nunca imaginabas;
te donó la misión de ser su Heraldo
y el martirio que es gracia del que ama.
¡Oh! Cruz enarbolada en el Calvario,
tú concedes la vida verdadera
por la muerte del Hijo que redime
en tu leño el dolor que nos aqueja.
¡Oh! Clavos que cumplís la ardua misión
de sostener el cuerpo del que fuera
Salvador de los hombres enclavados
en los muchas dolores de la tierra.
¡Oh! Corona que hieres con espinas
al Señor en su larga cabellera
lastimando su piel hasta la sangre
y negando el derecho a su realeza.
¡Oh! cruel flagelación que te descargas
con furor, sin piedad en la inocencia
del Divino Maestro, humilde y manso
que al sufrir no pronuncia ni una queja...
¡Oh! maderos pesados que no saben
la carga tan sublime que se llevan
ignorando también que son pensados
por el Padre que tanto amor nos diera.
¡Oh! Cruz del Redentor, cuánto misterio
de dolor y de gloria nos enseñas
para hacernos vivir como Jesús
con firmeza y amor la carga nuestra.
Esta vida también es redentora
si aceptamos la Cruz que nos espera
en medio del camino que corremos
anhelando salvar nuestra existencia.
Por la Cruz a la luz nos dirigimos,
y el dolor que asumimos con paciencia
nos redime también de los pecados
que fueron ante Dios nuestras ofensas.
¡Oh! bendito dolor si con el alma
lo asumimos llorando la pobreza
de nuestra condición de pecadores
que anhela con ardor la Vida nueva . . .
En la Cruz el Señor ha rescatado
al hombre, de vivir en la soberbia
y lo llena del triunfo merecido
por su triunfo que es Vida verdadera.
Mientras iba anunciando la Palabra
realizando también grandes milagros,
el Señor fue seguido por la gente
que su voz y sus gestos admiraron.
El ponía al servicio del creyente
los dones que su Padre le había dado
porque vino a servir a todo el hombre
sin fijarse en los méritos humanos.
Todo en Él fue una gracia inmerecida
tan sólo por Amor se hizo regalo;
que el amor en Jesús es Don gratuito
y lo ofrece a los hombres que han pecado.
Un día caminando en sus misiones
se encontró por la gente apretujado,
no era fácil así caminar mucho
y acercarse hasta Él fue intento vano.
Sin embargo allí estaba una mujer
cananea de origen que escuchando
al Señor con la fe que permitía
descubrir en Jesús un hombre santo,
Pensó en su corazón: "si yo pudiera
acercarme a Jesús tocando el manto,
su fuerza de seguro curaría
mi larga enfermedad que sufro tanto".
Animada con estos pensamientos
redobló sus esfuerzos intentando
acercarse al Señor humildemente
y abordando los flecos de su manto.
Finalmente logró su derrotero
al Señor se llego quedando a salvo,
de ese largo dolor que padecía
origen de sus penas y su llanto.
Reviviendo con gozo la experiencia
no podía creer lo que ha pasado
y en silencio vivió largos instantes
dando gracias, pues Dios la había escuchado.
En el mismo momento les pregunta
Jesús a los que estaban a su lado:
"¿quien de uds. llegando a mi persona
para oír mi palabra me ha tocado?"
Entonces los apóstoles dijeron:
"Señor, tantas personas que a tu lado
caminan para oírte en los discursos
sin duda que al moverse te tocaron".
Una fuerza salió de mi Persona
respondió el Maestro interrogando;
la gracia, don del Padre que yo ofrezco
en alguna persona se ha posado.
Y fue en ese momento cuando vino
la mujer de rodillas con su llanto
a decir al Señor que había querido
acercarse hasta Él que la ha curado.
Y el Señor al mirarla le señala:
"en la tierra el Padre me ha enviado
a los hijos perdidos de su pueblo
pero no todavía a los paganos.
Por lo tanto no es bueno que yo entregue
el pan que es de los hijos un reclamo,
a cachorros que están en otra casa
y no viven deseando lo que traigo".
"Sin embargo, Señor, dijo muy pronto
la mujer cananea en ese lapso,
los cachorros también comen las migas
que en la mesa del dueño ya han sobrado".
Yo me gozo Señor con humildad
de tu amor tantas veces demostrado,
de rodillas te pido me perdones
pero Tú de mi mal me has liberado.
Te doy gracias, Jesús por atenderme
y brindarme el amor que me has mostrado,
yo creo firmemente en tu Persona
y quisiera desde hoy seguir tus pasos.
El Maestro miró muy complacido
a quien tanto dolor ha soportado
y en su acto de fe que fue muy grande
su salud para siempre ha recobrado.
Y le dijo al final compadecido:
"es muy grande tu fe que te ha salvado
quedas libre del mal que padecieras
y también del dolor de tus pecados".
En el pueblo que aguarda a su Mesías
Fe tan grande yo nunca había encontrado;
regresa a tus tareas jubilosa
sé feliz en la fe que se te ha dado.
I
Mientras iba Jesús con sus discípulos
proclamando a los hombres la Palabra,
realizó muchos signos portentosos,
que como Hijo de Dios lo acreditaban
Un día predicó por muchas horas,
el mensaje del Padre que miraba
complacido a su Hijo Primogénito,
aliviando a los hombres en su carga.
Los apóstoles miran al Maestro,
que gozaba en la siembra realizada
y observando también que atardecía
pensaron en la gente congregada:
Dijeron a Jesús con insistencia
despide a tantos hombres a su casa
o tal vez a los pueblos más cercanos
donde puedan comer y probar agua.
Hay aquí cinco panes y dos peces
es un niño el que ofrece su canasta
pero ¿quiénes podrán alimentarse
con aquella comida que no alcanza?
II
El Señor escuchó lo que decían
sus amigos que allí sólo buscaban
aliviar el agobio de la gente
y lograr que también Él descansara.
Sin embargo con tono compasivo,
expresión de su amor que desbordaba,
les dijo: "Den ustedes de comer
sean pronto la luz que ellos reclaman".
Y los hizo sentar en muchos grupos
de cincuenta personas que aguardaban
algún signo por cierto misterioso
que Jesús para ellos reservaba.
El tomó los pescados y los panes
y con grande poder "dando las gracias"
decidió alimentar la muchedumbre
aumentando ese pan con sus palabras.
Comieron cinco mil hombres cansados,
los niños y mujeres que allí estaban
y saciaron su hambre con gran gozo,
recordando por siempre esa jornada.
Después de haber comido, satisfechos,
con todos los pedazos que sobraban
recogieron el pan en doce cestos
que el signo de Jesús bien demostraban.
I
Jesús al enseñarnos su Palabra
hizo comparaciones que tejieron
un camino eficaz para escucharlo
y adherir a su plan sin conocerlo:
II
"Yo Soy la Vid y ustedes son las ramas"
mi Padre es labrador de este viñedo
Él poda al que da fruto en esa planta
y arranca de la misma el ramo seco.
Aquel que permanece aquí, a mi lado
produce mucho fruto sin saberlo
y el que no permanece en este sitio
se destruye a sí mismo en su desvelo.
Ustedes están limpios porque creen
la Palabra que vino desde el Cielo,
permanezcan en mí toda la vida
como Yo en ustedes permanezco.
Les pido que recuerden lo que dije:
"Yo soy la Vid y ustedes los sarmientos"
quien en mi permanece y yo en su tienda,
dará fruto abundante en todo tiempo.
Separados de Mí nada podrían
cual retoño trocado en un deshecho
que pronto se recoge y se lo arroja
para ser devorado por el fuego.
Si ustedes para siempre están conmigo
y mi Voz es respuesta a sus anhelos
pidan lo que deseen a mi Padre
que sabe con Amor oir mis ruegos.
III
La Gloria de mi Padre se realiza
cuando ustedes aquí dan fruto bueno
cual racimos que surgen de la viña
al seguir la enseñanza que les dejo.
Como el Padre me amó los he amado
a ustedes yo también con mucho celo
permanezcan en Mí sin apartarse
viviendo por Amor mis mandamientos.
Como Yo supe hacer cuanto mi Padre
me pidió que viviera en este suelo
así hoy permanezco en sus entrañas
como Hijo feliz de Padre Bueno.
Les he dicho estas cosas que escucharon
a fin de que mi gozo que hoy ofrezco
esté siempre en ustedes mis amigos
y ese gozo al final sea perfecto.
I
María contemplando el gran misterio
de Jesús encarnado en sus entrañas
fue de prisa a la casa de su prima
a contar lo que Dios le regalaba.
Hizo un largo camino por los montes
con el gozo de Dios que la embargaba,
ya era Madre de Aquél que salvaría
al pueblo de Israel que lo aguardaba.
II
Al llegar a la casa de Isabel
su prima conmovida no esperaba,
recibir la visita de quien fuera
la Madre del Mesías, que llegaba.
Isabel saludó a la Virgen Madre,
diciendo lo que en ella desbordaba:
"¿quien soy yo para ser tan bendecida
por la Madre de Dios en esta Casa?"
Y rezó con la voz de la creyente:
"Feliz de Ti mujer llena de Gracia
por haber dado Fe en tu corazón
al anuncio que Dios te regalara".
"Bendecida entre todas las mujeres
y Bendito es el fruto de tu entraña"
Eres tú la elegida por el Padre
para darnos la vida en abundancia.
III
María al escuchar el comentario
de Isabel en presencia de tal Gracia,
con humilde actitud dio su respuesta
entonando palabras de alabanza,
al Señor que miró su pequeñez
y colmo con la Gracia sus entrañas,
dándole la alegría de ser Madre
de Jesús, Redentor de nuestra raza.
María glorifica al Creador
y viviendo en continua acción de gracias
entregó a sus hijos adoptivos
la salud que es vivida en la Esperanza.
I
El Señor que murió en duro suplicio
de la tumba surgió resucitado
y aquéllos que de cerca lo siguieron
no aceptaban aun ese milagro.
No podían creer que su Maestro
pudiera transformar aquel estado
de la muerte tan cruel que padeciera
por salvarnos a todos del pecado.
Los discípulos van hacia su aldea
cercana a la ciudad donde mataron
al Mesías que mucho amor les diera,
cuya muerte en la Cruz tanto lloraron.
Se dirigen muy tristes a Emaús
donde piensan gozar algún descanso
y al comienzo de aquel corto sendero
el Señor se les une caminando.
Al instante no fue reconocido
por ellos en aquel pequeño tramo
y Jesús al mirar que estaban tristes
preguntó de qué hablaban entre ambos.
Uno de ellos con mucho desconcierto
respondió al Señor en su desgano:
"¿Eres tú en la ciudad el forastero
que nada conoció lo que ha pasado?"
El Maestro pregunta sobre el hecho
que tanto los tenía acongojados
y entonces le contaron del Maestro
que al morir en la cruz fue mutilado.
Al hablar de su muerte ignominiosa
le dijeron que allí lo condenaron
sacerdotes del pueblo, dirigentes
y los jefes que así lo profanaron.
El Señor los miró compadecido
e intentó responder ante esos datos
al decirles que era necesario
vivir esos momentos desolados.
Comenzó a recorrer las Escrituras
y a mostrarles que todo lo inspirado
en las páginas bíblicas urgía
que se cumpla tal cual fuera anunciado.
A partir de Moisés y los Profetas
demostró que esa muerte fue el gran paso
que el Señor en designios misteriosos
resolvió como precio del pecado.
De ese modo seguían descubriendo
las riquezas que Dios ha regalado
a sus hijos amados en la tierra
que a gozar en el Cielo están llamados.
II
Mientras iban viviendo aquel encuentro
al llegar a la aldea se pararon
y el Señor sin dudar se disponía,
a seguir el camino comenzado.
Allí los dos discípulos dijeron:
"Quédate con nosotros" deja paso
a cualquier intención de despedirte
pues la tarde señala ya su ocaso.
Y Jesús fue con ellos a la casa
donde fue recibido cual regalo
que les hizo vivir con su presencia
fuente viva de paz y de descanso.
Ya sentado a la mesa preparada
los tres amablemente conversaron
mientras daba comienzo aquella cena
que jamás de sus ojos se ha borrado.
Y fue allí cuando vieron que el Maestro
tomó el pan que bendijo con sus manos,
lo partió y entregó a los comensales
que la última cena recordaron.
Con inmensa alegría y entusiasmo
al poder celebrar lo contemplado
cuando intentan ahondar lo que han vivido
advierten que el Señor se ha retirado.
Una nueva experiencia conocieron
contemplando al Señor resucitado.
Él dio vida a los hombres con su muerte
y la gloria final ha conquistado.
Los discípulos sólo se dijeron:
¿no ardía el corazón cuando escuchamos
la enseñanza que Cristo nos dejara
en tan breve camino transitado?
Desbordando aquel gozo decidieron
comentar la experiencia en el Cenáculo
donde tantos discípulos estaban
en espera del triunfo ya alcanzado.
I
Tu Señor con el Padre y el Espíritu
forman una Unidad que se contempla
como cima del hombre que es llamado
a imitar el Amor que nos presentan.
"Yo y el Padre del Cielo somos Uno"
nos dijiste mostrando la grandeza
de aspirar a vivir como Tú vives
labrando la unidad, suprema perla.
Nos llamas a vivir en tu Misterio
y en el Seno Materno de la Iglesia
imitando tu Vida Trinitaria
forjando la unidad aquí en la tierra.
En esto entenderán todos los hombres
que ustedes, son discípulos que enseñan
mi Verdad y la Vida proclamada
a partir del Amor que se demuestran.
II
Ámense como yo supe entregarme
hasta dar por amor la Vida entera
imiten al Maestro que se hizo
esclavo y servidor siendo Cabeza.
Perdonen al hermano que se enoja
no duden de extender su mano diestra
al que nada podrá recompensarlos
y al que vive llorando su pobreza.
Ámense como hermanos que requieren
la respuesta de amor que da la fuerza
de poder transitar sin tropezones
los caminos más duros de la tierra.
Ofrezcan compasión a todo hombre
no esperen el dolor que los doblega
anímense a quererse realmente
alejando rencores y asperezas.
La alegría que nace del Amor
aleja de sus vidas la tristeza
y los hace vivir como hombres nuevos
en medio de los gozos y las penas.
En este año Paulino, he querido ofrecer este poema sobre las Enseñanzas de San Pablo, tratando de hacer una sencilla síntesis de grandes temas que él nos invita a vivir en sus cartas y en los Hechos de los Apóstoles. He querido colocar en las diversas estrofas, la cita bíblica correspondiente para que el lector tenga la oportunidad de profundizar lo enunciado en estos versos.
El Santo Apóstol, convertido a Jesucristo y constituido apóstol de quienes fuera del territorio de Israel no conocían al Señor, es verdadera columna de la Iglesia y nos anuncia fervorosamente el misterio de Cristo, invitándonos a vivirlo.
Quiera Dios que junto a la enseñanza de San Pablo y a la luz de las gracias que él nos comunica en el Año Paulino, podamos profundizar en la Fe y el Amor a Jesucristo y ponernos al servicio misionero de nuestros hermanos. María, Reina de los Apóstoles nos ayude a redescubrir este mensaje.
Bendigamos a Dios, Padre de Cristo
que en su Hijo nos dio promesas claras
y eligió para siempre nuestra vida
para ser su perfecta semejanza.
La enseñanza de Pablo en la tarea
como Apóstol de Cristo y su Palabra,
nos invita a vivir el gran misterio
que el Maestro en su tiempo proclamara.
Elegido por Dios para el servicio
de anunciar las verdades reveladas
hizo carne en si mismo aquel mensaje
fusionando en su ser vida y palabra.
Al hablar del amor, él nos enseña
que tan sólo en la vida es alabanza,
el trabajo sincero de quien busca
descubrir de Dios Padre la semblanza
y gestar en verdad una respuesta
a la inmensa Bondad por Él donada,
recorriendo el camino de su Gloria
a través del amor forjado en llamas.
Sin amor es inútil todo esfuerzo;
se asemeja al tañer de las campanas,
que aunque sepa brindar grato sonido
careciendo de amor no ofrece nada.
Aunque done a los pobres mi fortuna
y me arroje a la hoguera hasta que arda,
sin amor todo intento se convierte
en inútil fatiga de labranza.
El amor es sincero y compasivo
es capaz de perdón ante una falta
no presume de sí porque es humilde,
da crédito al hermano en su palabra.
El amor es paciente y generoso
no busca su interés cuando trabaja
no hace alarde de dones y grandezas
ni conoce la envidia que socava
no se alegra jamás de la injusticia,
tan solo en la verdad él se desplaza
y soporta los golpes recibidos,
cual testigo anunciando la esperanza.
Aunque fuera profeta de verdades
y con fe a los montes desplazara,
aunque todo misterio comprendiera,
si no tuviera amor yo no soy nada.
El Amor se proyecta eternamente;
la Fe que es don de Dios y la Esperanza,
la ciencia, el don de lenguas existentes,
las grandes profecías anunciadas,
tendrán justo final en un momento,
pero nunca el Amor vera su paga,
en un canto final aquí en la tierra
sino en Dios, La Verdad que nunca pasa.
A través de Jesús el Hijo amado
y a partir del momento de la Pascua,
se nos dio como herencia jubilosa
el ser hijos de Dios por pura gracia.
(8, 17)
No sabemos orar como conviene
y el Espíritu viene a nuestras almas
modulando la voz de nuestro canto
y enseñando que en Dios su Amor nos llama,
(8, 26)
a clamar con las voces del creyente
y a llenarnos de vida y de confianza
por los dones que vienen de lo Alto
y nos hacen decir a Dios que es Abba.
(8, 15)
Felices de ser hijos en el Hijo;
el Señor nos ofrece aquí su Casa
y el Apóstol nos dice que el Espíritu
con gemidos intensos nos regala,
(8, 23-26)
el hábito de orar en todo tiempo
y en cualquier circunstancia dando gracias,
al Padre compasivo que nos cuida
y se goza en donarnos su Palabra.
Cristo vive en el alma de los hombres
y el Espíritu fija su morada
habitando también como Dios Padre
en aquella Unidad que es Trinitaria.
(1 Cor.3, 16-17) (1 Cor. 6, 19)
No contristen ustedes al Espíritu
nos recuerda el Apóstol en sus cartas
pues no somos deudores de la carne
que nos hace gozar en cosas vanas.
(Ef. 4, 30)
Tan sólo nos debemos al Espíritu
Él inunda en mociones nuestras almas,
para dar alegría a nuestro Padre
al vivir como hijos en su Casa.
(Rom. 8, 14-15)
Heredamos de Adan nuestro pecado
pero Cristo rompió la gran distancia
producida con Dios en los comienzos
y hoy el Padre en su seno nos abraza.
(Rom. 5, 15-19)
Somos Templos de Dios y piedras vivas
el Espíritu vive en esta casa
y en la piedra angular que es Jesucristo
construimos la Iglesia consagrada.
(Ef. 2, 20)
Un Cuerpo es la Familia del Maestro
somos miembros nacidos en la Pascua;
el Señor es Cabeza y fundamento
que a vivir la unidad siempre nos llama.
(1 Cor. 12, 12 - 55)
El que siembra en la tierra o el que riega,
el que cuida semillas en labranza
son tan sólo los siervos del que ofrece
incremento vital a toda planta.
(1 Cor. 3, 5-9)
Soporten con amor a sus hermanos (Ef. 4, 2)
llevando con paciencia toda carga(Gal 6, 2)
formando con Jesús el Cuerpo Místico (1 Cor. 12)
y el amor sea la ley que nos abraza. (Rom. 13, 8-10)
No es Apolo, ni Pablo ni hombre alguno
capaces de gestar ninguna gracia,
sólo Cristo es Cabeza y plenifica
a creyentes que anhelan vida santa.
(1 Cor. 3, 5-55)
El Apóstol viviendo su combate
ha querido que en vida lo libraran
de este cuerpo mortal que es nuestra tienda
y se ufana morando en cosas bajas.
(2 Cor. 12, 7-10)
Quién podrá liberarme de este cuerpo
que produce en mi ser dolor y lágrimas ?
por la Gracia de Dios yo soy su apóstol,
no fue vana en mi vida su mirada.
(2 Cor. 12, 7-10) (1 Cor. 15, 10)
Hoy castigo mi cuerpo y lo someto
respondiendo a Jesús y a su llamada
no suceda que habiendo predicado
yo no alcance la meta ambicionada.
(Col. 1, 24) (1 Cor. 9, 26-27)
Se refiere San Pablo a la tendencia
de la carne que ofrece una mortaja
y le pide al Señor en tres momentos,
la salud de su vida atribulada.
(2 Cor. 12, 7-8)
Pero Cristo responde a ese pedido
prometiendo victoria con su Gracia;
como buen gladiador ha de mostrarse
sin temer las molestias que nos causan.
(2 Cor. 12, 9)
"Soy Apóstol y el último de todos
no merezco elección tan señalada"
pero Cristo en su Amor fue compasivo
y cambió para siempre mis pisadas.
(1 Cor. 15, 8 - 9)
No son nada, nos dice dulcemente,
los dolores del hombre en esta casa
comparados con todas las bondades
de la Gloria final que nos aguarda.
(Rom 8, 19)
El Apóstol contempla el tercer cielo
que el Señor en su amor le señalara
y entonces comprendió que el ojo humano
ni el oído, escuchó tanta bonanza
(1Cor. 2, 9)
de melódica música de cielo
en jardines repletos de fragancia.
El Cielo es el final de la carrera
que en el hombre se expresa en añoranza
(1Cor. 2, 9)
y será plenitud de Gloria eterna
cuando llegue a vivir en la morada,
que dispuso el Señor para sus hijos
que allí cantan eternas alabanzas.
(1Cor. 2, 9)
I
En distintos momentos el Apóstol
nos ofrece vitales enseñanzas
que define en partículas muy breves
y ayudan a vivir la Fe cristiana:
II
Llevamos los tesoros del Maestro
en vasijas de barro que derraman
la verdad de Jesús como una lluvia
desde el frágil atril de la Palabra.
(2Cor. 4, 7)
III
Nada puede en mi vida dar respuesta
a diversas urgencias reclamadas,
pero Dios en su Amor me ha confortado
y pude realizar grandes hazañas.
(2 Tim. 3, 10-11)
IV
Dios elige lo pobre de este mundo
para dar la respuesta que demanda
entender, que tan sólo Él es el Dueño
de los dones que da por pura gracia.
(1 Cor. 1, 26-28)
V
El poder del Señor se manifiesta,
en el fuerte dolor que nos aplasta
y entonces cuando siento que soy débil,
la fuerza del Señor en mí se agranda.
(2 Cor. 12, 9-10)
VI
Dejemos todo error en el pasado
continuemos corriendo y sin tardanza
por buscar conseguir a cualquier precio
la meta que hoy se goza en la esperanza.
(Flp. 3, 12-14)
VII
No temamos las pruebas que aparecen
son espinas que Dios convierte en gracia;
a ninguno le pide lo imposible
y la fuerza es más grande que la carga.
VIII
A quienes el Señor nos hizo Apóstoles,
nos ubica en lugar que se compara
al último sitial entre los hombres
que en humilde servicio se desplazan.
(1 Cor. 4, 9)
IX
Por Cristo se nos mira como necios
como frágiles hombres que trabajan
mientras otros, mirados por el mundo
son los fuertes y sabios que se jactan.
(1Cor. 4, 10)
X
Nos insultan y entonces bendecimos,
perseguidos, brindamos tolerancia
cual basura del mundo se nos mira
y objeto de desprecio es nuestra marcha.
(1 Cor. 4, 13)
XI
Tan solo yo me gozo en mi flaqueza
viviendo en el poder de la Palabra;
el Señor manifiesta allí su gloria
y renazco cantando su alabanza.
(2 Cor. 12, 9-10)
XII
Pude dar testimonio del Maestro
corrí la gran carrera que me salva
combatí una lucha sin descanso
y logré que mi fe se acrecentara.
(2 Tim.. 4, 7)
I
El Señor me pensó como testigo
de su propia doctrina tan preciada;
ha querido que anuncie el Evangelio,
¡ay de mí! si no brindo su enseñanza.
(1Cor. 9, 16)
II
El dolor padecido en esta vida
si es fruto del amor que nos empapa,
prolonga en esta tierra a Quien redime
con su propia Pasión todas las faltas.
III
Ya no vivo yo sólo en este mundo
porque Cristo, el Señor, es mi morada
y a su vez Él dispuso en sus designios
habitar bajo el techo de mi casa.
(Gal.. 2, 20)
IV
Conducir a los hombres nos exige
llevarles cada día la Palabra
sabiendo que discierne nuestra vida
como el filo tajante de la espada.
(Heb. 4, 12-13)
V
A través de vivir tribulaciones
perseguido, azotado, en acechanzas,
descubrí la misión y sus espinas
resistiendo cadenas y amenazas.
(2 Cor. 11, 23-33)
VI
Me entregué por amor a todo hermano
que anhela conocer a quien lo salva,
tratando de llegar al mayor número
de los hombres que en Dios tienen su casa.
(1 Cor. 9, 19-23)
VII
¿Quién podrá separarnos por la fuerza
del amor que Jesús nos entregara?
¿será la desnudez o las angustias,
el hambre, los peligros o la espada?
(Rom 8, 35-39)
VIII
En los mismos dolores obtenemos
la victoria de Cristo que derrama
el amor vencedor de toda muerte
y la vida que nace en la Palabra.
(Rom 8, 35-39)
I
La misma creación esta gimiendo
por una esclavitud originada
a raíz del primer pecado humano
que destruye el amor y el plan de gracia.
(Rom 8, 19-22)
II
¿Por qué te glorificas en la tierra
criatura de Dios, su semejanza,
si todo lo que tienes es regalo
del Padre que es feliz en tu abundancia?
(1 Cor 4, 7)
III
No es la ley que cumplimos con esmero
la que trae la vida a nuestras almas;
la justicia se logra en esta tierra
por la Fe en el Señor que vive y salva.
(Rom 3, 27-28)
IV
No te canses apóstol en tu anuncio
exhorta sin cesar en tus andanzas
en momento oportuno o a destiempo
con paciencia ejemplar y amor sin tacha.
(2 Tim. 4, 2)
V
En los trances difíciles el hombre,
cuando debe asumir la cruz pesada,
aprende que el Señor todo lo cambia
para bien de los hijos que lo aman.
(Rom 8, 28)
VI
Debemos recorrer nuestro camino,
alegres por gozar de la Esperanza,
pacientes en las pruebas que nos llegan
y orando sin cesar en la jornada.
(Rom 12, 12)
VII
Contemplando el camino misionero
que el Señor por su amor me señalara
conocí su poder en los tropiezos
llegando a descubrir que " todo es gracia".
VIII
Tengan siempre alegría en esta vida
porque Dios nos llenó de su esperanza.
Agradezcan las muchas bendiciones
que a sus hijos amados les regala.
(Flp. 4, 4-7)