A primera vista, este título puede inducir a pensar en una redundancia. Sin embargo, no es así.
Ante el misterio, ante la eternidad, el hombre se empequeñece. Y esto sucede de tal manera que, mientras más desea expresar lo que el cerebro piensa y el corazón siente, más escaso se encuentra de palabras que le parezcan apropiadas y, sobre todo, justas.
La redundancia escueta, alguien me dijo, bien puede servir de recurso para aumentar la carga semántica de la expresividad.
Este libro del Padre Carlos Pérez bien pudo titularse estableciendo una relación con la palabra: esplendor.
Todo el trayecto de su lectura nos hace vibrar, estremecer y sentirnos al borde de un vacío luminoso, precisamente por el esplendor de la luz de Dios que nos invade y las figuras poéticas que logran dar cuenta de ella.
Siempre afincando en la oración y
la contemplación se deslizan, como la vida a la que hace permanente referencia, los distintos aspectos por los que el hombre atraviesa y lo atraviesan: la naturaleza, el tiempo, elementos como el mar, animales como la paloma, cierta perplejidad al no poder compatibilizar el ansia por la eternidad y la palabra... como un ver tanto, ser visitado por tanto, que el poeta queda como postrado ante lo que lo supera. Esta tensión se nota en este libro, que podríamos parangonar con las Laudes, cuando la Iglesia reza la oración de la mañana, atendiendo a la Resurrección del Señor.
Ya antes había escrito un poemario de Vísperas, podríamos expresarlo así; el titulado En la frontera I y II ... un libro en dos partes, quizá, dividido así por la densidad de los poemas. Y también
tenemos el actual acerca de la noche.
Como bien lo dice en uno de los poemas de este libro que estamos prologando,
es de los andariveles del tiempo aquello a lo que también permanentemente se refiere este poeta. Creo que tiene relación con lo que el grande Milan Kundera expresó cuando escribió acerca de la insoportable levedad del ser. A lo que, en ámbitos de la fe, se le puede oponer o proponer esta infinita eternidad que hoy nos preside.
Sigo acompañando esta poesía, y continúo escribiendo y estudiando esta poesía porque creo en ella. Creo, sobre todo, en el Señor que concedió al Padre Carlos este don. Y en la Virgen, que me confió esta para mí sagrada misión.
El agua mana siempre y se me dona
en el ritmo sencillo de un bautismo
el agua que enjugara mis deseos
expresados en cánticos de niño
me apacienta en las brisas de la noche
y me acuna en canales de su río
que nace en aquel monte y su vertiente
y me da la esperanza en el estío
cuando esplende en las aguas bendecidas
se sumerge el humilde con su trino
y descansa en las fértiles praderas
el fruto de la lluvia en estallido
el agua dimensiona la existencia
en lágrima al sediento le da brío
madura la simiente que sembrada
aspira a recrearse en nuevo trigo
la fuente como estrella en el silencio
prodiga madrigales al testigo
y el hombre conquistado en su ropaje
alimenta el descanso del camino
el agua en la pureza de esa fuente
arropa la pobreza del mendigo
y naciendo en la faz que nunca muere
descubre el hontanar que fue su nido
Es la oración aquel espacio
donde en silencio o en el canto me depara
contemplaciones del misterio
y silenciosas elocuencias de mi alma
es la oración aquel recinto
donde el Señor me confidencia su palabra
y aquella tierra luminosa
donde salmodio al creador mis alabanzas
en esa hondura del silencio
yo no podría balbucir en mi plegaria
ningún arpegio que no fuera
glorificar con mi palabra lo que danza
él ya conoce mis anhelos
que son las voces del destierro en la enramada
él es feliz entre mis cánticos
porque conoce la raíz de mi balada
y se concentra en su grandeza
para escuchar mi cancionero que se explaya
en frágil tiempo del destierro
donde mi voz en el cansancio se hace clara
él sólo escucha aquellas voces
que han renacido en el prodigio de su gracia
y no se ocupa de la tarde
cuyos rumores eligieran otra carpa
sólo el amor busca su empeño
en los humildes recitales de mi casa
la voz divina de aquel Verbo
que en el abismo de su amor nos alumbrara
Canto las alabanzas de mi Padre
rindo los homenajes de su historia
vivo la encarnación de su Palabra
que el Espíritu gesta entre sus obras
el amor del Señor se hace presencia
eligiendo en primicias que deshoja
a pobre creatura inadvertida
cuando posa sus pies en mi recova
maravilla realiza entre sus pobres
y surge el entramado de su gloria
Hay horas únicas del suelo
que han recorrido cada fibra de mi alma
son voces claras de un concierto
que se traducen en la voz de quienes aman
las horas blancas de la historia
son incapaces de morirse aletargadas
la mansedumbre las alienta
a renacer en su pasión cada jornada
la vida plena se convierte
en esa luz que es una luz inquebrantada
y sólo aspira en sus ardores
a germinar en los albores que se explayan
la vida es vida cuando emerge
de la celeste plenitud que me regala
aquel autor de la existencia
que sólo sabe recrearse porque ama
la vida humana se proyecta
de aquella vida que inmortal es una llama
en clamorosa plenitud
que no permite empobrecer a mi cascada
sólo la vida en su silencio
en arduo sol en noche oscura o en su trama
puede vencer horas de muerte
porque penetra en la raíz por Dios creada
y él que es el dueño de la vida
no ha permitido que su perla se ultrajara
y en el camino polvoriento
alza su vuelo por trepar a la montaña
la vida es don que no se quiebra
ante macizos destructores de la calma
la vida es firme ya en su germen
y no es posible quebrantar su voz templada
Dios es la vida que no muere
y el que recibe su regalo no se aparta
de aquella fuente que inefable
sabe guardarla en el aljibe de su casa
Yo no conozco del camino
las nuevas horas que mi tiempo me depara
sé que la senda recorrida
me anuncia vida en la intemperie o la bonanza
sé que el Señor plantó mi viña
en sembradíos reparados o en quebradas
y estuvo atento aquella noche
donde los rayos de su astro no alumbraran
pero también brilló su fuego
cuando en sus dones me ofreciera su mirada
sé que comparte mi latido
cuando me niego a navegar él me acompaña
tan invisible como el aire
y tan palpable como el sueño que descansa
él es el Padre bondadoso
que sólo busca mi respuesta en la confianza
en la aflicción de alguna tarde
es el remanso que me alivia con su llama
en la vereda del silencio
exclama el Verbo su estallido en la palabra
y en el oasis que recrea
muestra el ardor con que redime porque ama
tan infinita su belleza
no puede entrar donde lo busca la mirada
De gratitud mi alma desborda
ansiando dar eterna gloria al Dios que pasa
por gratitud mi vida entona
aquellos himnos luminosos que proclama
es el Señor omnipotente
el hacedor de tantas mieses cosechadas
quien me buscara al elegirme
para ser luz que a todo el mundo se derrama
misericordia es ese nombre
que me descubre aquel misterio de su gracia
misericordia es el Señor
que de infinita adoración arde en su brasa
elevo al cielo mis verdades
por conquistar de mi Señor esa mirada
envuelto en tierna mansedumbre
frente al agobio y la miseria de mi nada
empequeñece en esta hora
quien desconoce las bondades que me alcanza
mi creador es la bondad
que en amor puro me conduce hasta su llama
él quiere verme transformado
en esa leña que en el fuego se quemara
para dar fuego y esplendor
a los mortales que han gestado sus hazañas
aquel silencio que redime
porque es la sede proverbial de la palabra
aquel amor con que contempla
el hombre débil a ese Dios que siempre salva
y aquella búsqueda profunda
donde quien busca al creador vive en la zarza
donde arderá sin consumirse
y en resplandores vivirá lo que le aguarda
Oigo la voz de la paloma
que se ilumina en los oídos de mi casa
veo calandrias que se postran
para beber en esa fuente que da el agua
sé del murmullo de los pájaros
cuando comienza el andador de la jornada
y aquel hornero laborioso
que al fabricar su propio techo no se cansa
me regocijo en aquel vuelo
que la cigüeña con su esfuerzo alimentara
siguiendo el pico de su rostro
como a la brújula que enseña una portada
hacia la cual ella concentra
la fortaleza que al volar está en sus alas
he conocido ruiseñores
que han extasiado con su canto mi escalada
y he contemplado en las abejas
esa paciencia con que liban lo que claman
en el arrullo de los montes
veo flotar los arenales cuando danzan
y en el abismo de los mares
vive la luz que en noche oscura se solaza
ríos de agua somnolienta
humildes buscan entregar tan sólo el agua
donde el sediento se redime
y aquel sencillo pescador tenga su caza
el creador que nos entrega
tanta belleza en el fulgor de la retama
nos ha dejado su riqueza
en cada gesto del amor con que se explaya
Voy navegando mis espacios
reconociendo su riqueza y sus rigores
meditabundo en el crepúsculo
y renaciendo la esperanza en mis blasones
voy resumiendo la existencia
en el esfuerzo de encontrar esos albores
que me dictara la vertiente
donde yo busco saciedad en mis dolores
en cada paso hay un silencio
una tonada alguna fiesta y sus canciones
también presencia de lugares
que me detienen en la fuerza de sus dones
hora de grises sinfonías
que ya escribiera en el andar de mis renglones
la soledad inesperada
o la presencia seminal tan rica en flores
sé los espacios diminutos
o aquél que brilla con su lengua en sus mojones
los que cobijan mi dolencia
y los que buscan orquestar mis ilusiones
terrenos altos de esperanza
que se estremecen en la voz de los cantores
y tiempos ricos de fragancia
donde percibo al ruiseñor en sus clamores
quiero vivir tantos momentos
como la vida me reclame entre sus odres
y descansar en los nogales
cuando el camino marque un tiempo ya sin voces
Quiero leer mi frágil tiempo
en la palabra que alumbrara mi corteza
ella me enseña a ver la hondura
de los renglones que surgieron en mi cena
no soy autor que haya creado
mi propio canto en su melódica existencia
sólo he sabido recibir
aquellos dones que el Señor me concediera
engalanando una misión
o musitando algún arrullo en mis poemas
vivo feliz aquellas voces
las que del cielo recogiera en voz angélica
que fue una joya con que Dios
quiso entregarme la palabra de su mesa
esa palabra que es la vida
hace surgir el universo con su fuerza
y en estallidos de su gloria
en la matriz de cada ser se nos revela
todo fue dicho por el Verbo
y Él ha creado lo que existe en esta era
dejando el sello de su canto
en la magnífica visión de cada estrella
en el amor que se ha postrado
y en el ardor que en cada hombre se revela
en los fulgores de la aurora
y en el crepúsculo fecundo que recuerda
una jornada jubilosa
donde las horas en su espacio relucieran
...
Quien ha vivido luz del Verbo
busca encontrar en la palabra y en sus letras
acompasada gratitud
por la frondosa realidad de la cosecha
fruto divino que da el Cielo
a quien convive en la vertiente que se adentra
En ese surco que he sembrado
vive su espera la semilla acurrucada
convaleciendo en la sequía
o trasmitiendo aquella fruta que da el agua
sufre en el aire de los pájaros
el duro rapto que allí busca harina mansa
donde es trocada en alimento
sin ilusiones de morir donde descansa
prueba en su vida la simiente
aquel granizo que ha traído su mortaja
donde la envuelve lacerante
y le destruye fantasías que le aguardan
quebrando espigas impacientes
que en el silencio se resignan a ser nada
surgen las lluvias torrenciales
que debilitan la raíz de cada planta
y en arrogancia desdeñable
entorpecieron a la tierra y a su braza
han sido vientos que ciclónicos
adormecieron el trigal que llora y clama
reconociendo que su fruto
se ha revestido con los grises que socavan
Ignoro tanto de esa senda
posibles huellas que han nacido en suave trama
y que permiten divisar
aquella paz que me genera la añoranza
de la alta cumbre que he buscado
y ya aparece sumergida en la distancia
sé que el camino del futuro
ofrecerá signos que muestran alternadas
oscuras noches de tormenta
y aquella luz que hizo posible la jornada
el breve tiempo que he vivido
sabe escuchar en su alleluia la nostalgia
y también guarda la destreza
de padecer en hora gris intemperancia
divina luz aquel camino
el que me lleva hasta la tierra de la infancia
divina gracia la del tiempo
que me permite diseñar la madrugada
de aquella gloria prometida
donde por siempre he de beber su fragancia
Conozco los rincones de la tarde
revivo con la fuerza que me asiste
y vuelo raudamente hasta los pórticos
que invitan a posarme en sus aljibes
a vivir la fragancia de un vergel
y a cantar melodías de aprendices
a jugar con las voces de los pájaros
imitando su tono y sus matices
a nadar en las aguas de un arroyo
y a beber en espacios que permiten
navegar en laguna prisionera
cuyas aguas de verde se revisten
al descanso en la tierra forestada
y a sembrar las semillas que me diste
Divino redentor que te asemejas
al pastor cobijando a su majada
dando luz en la sombra de la noche
y embebiendo de amor cada mañana
tú vienes a llevarte lo que es tuyo
yo quiero retenerte en la cascada
tú sabes que mis brazos no resisten
y entregas el descanso de tu barca
yo quiero ser discípulo y testigo
y tú enseñas la senda que preparas
yo vivo en el deseo de tu gloria
tú ansías humillarte hasta en mi brasa
yo quiero conocerte en tu latido
tú vienes a vivir en mi posada
hoy busco tu alabanza que me eleva
y te alegra mi salmo que te canta
tú vives en tu fiel misericordia
yo aguardo en la pobreza de mi nada
tú quieres encerrarme en honda herida
y yo busco encontrarte cara a cara
Ese artístico afán de mis palabras
el intento de andar en el misterio
que se esconde en ropaje de rituales
y anuncia la riqueza de su reino
sólo puede la mente creadora
descifrar los opúsculos que encuentro
indagando en la médula escondida
donde siempre revela algún secreto
el Señor que a los hombres los creara
los envuelve en las alas de su cuenco
porque el hijo no puede comprender
maravillas del Padre y su silencio
pero quiso el autor y su designio
redimir la ignorancia que padezco
y me entrega el fulgor de su presencia
en recónditos halos de su seno
sólo basta gozar de su entramado
en la espléndida faz de su destello
pues la luz que desborda mis pupilas
no se puede abarcar en mi velero
Misterioso silencio de la tarde
que reúne verdades y palabras
recogiendo en la paz de tu entramado
anuncios que en el día fueron ascuas
contemplo la riqueza de tu temple
acudo a discernir lo que tú guardas
escondido en recóndito velamen
que aspira a recrear lo que me salva
tu cuenco la matriz donde aparece
la respuesta que intenta quien te llama
tu callada presencia lleva impresa
la tez de tu verdad iluminada
escucho tu sonido imperceptible
en las ondas que vibran por tu braza
y enciendo en pedernal de alguna noche
el tesoro viviente de tu llama
tu misterio reclama otro misterio
para ver en la hondura que tú labras
recitando en melódicos intentos
tu voz que se transforma en mi palabra
No sabría cantar tus alabanzas
si no fuera en la cuna de la tarde
donde nace el espacio en que se oculta
el silencio en las horas que se expanden
recojo sapienciales resonancias
cuando escucho las brisas donde arden
relaciones del Dios omnipotente
en sonrisas del niño que comparte
me detengo en ocasos del invierno
que invitan a pensar en orfandades
divisando el sublime encantamiento
que provoca la perla en mi velamen
anunciando riquezas invisibles
en corceles de noches y de sangre
reviviendo estrechez en el camino
y muriendo en las brisas que se expanden
acunando los rayos del crepúsculo
y escuchando los cánticos del ave
Silenciosa la sombra de la tarde
bulliciosa la voz de la confianza
espejismo pronuncia el sol de otoño
claridad sin frontera la mañana
envuelta en viscerales desafíos
pero firme en las notas de su arpa
el hombre se define combatiendo
entre luces y noches que lo arrancan
de cualquier infortunio lacerante
que quisiera trocarse en una trampa
nunca puede morir en la tiniebla
quien partícipe vive en la esperanza
de encontrar caracoles en los mares
aguardando que emerjan en la playa
aunque viva en la gélida sequía
descansa por la lluvia del mañana
renaciendo de lúgubres tormentos
y enancando corceles que acompañan
a correr en perfiles de silencio
recalando en praderas que se apiadan
nunca puede el mortal gemir su muerte
si resurge en la fe y en la templanza
nunca puede llorar el desconsuelo
si respira gorjeos que descansan
el Eterno endereza los caminos
y diseña partículas de calma
que permiten vivir de su alimento
y entonan esa paz que busca el alma
Debo vivir en el silencio
donde hay palabras que pronuncia mi hortelano
sé que el silencio me aproxima
a descubrir en una noche lo que aguardo
es en su cuesta donde puedo
sobrevolar en la planicie mi pasado
y en el ardor de su pureza
sabe decirme aquel murmullo que he buscado
en el desierto es el silencio
quien penetrara oscuridades que han brotado
en las alturas de la cumbre
me hace vivir la excelsa paz que yo he soñado
en su transcurso está la vida
que ha de brotar donde mi cuerpo fue llorado
él no conoce entretelones
es la verdad hecha de un germen olvidado
camino solo en mi silencio
porque yo sé que no estoy solo cuando hablo
con quien escucha mi silencio
que en su palabra conquistara mi descanso
quiero beber en ese valle
aquella miel de mis espacios recreados
y descubrir en esa estampa
cuanta belleza me regala mi hortelano
mi huerto vive entre clamores
voces calladas que reviven silenciando
y como flores entreabiertas
son escuchadas por el hombre que ha callado
bendita luz la del silencio
que ha desbordado las palabras de mi ocaso
y enciende ráfagas de fuego
donde mis ojos su secreto han escuchado
sagrado tiempo del silencio
donde consulto con mi Dios lo que ha brotado
y él aparece en su respuesta
dando el amor que a mi aridez ha cobijado
Dios me conoce en el silencio
y compadece mi sonido cuando llamo
en aquel surco donde pienso
que en su bondad por guarecerme me ha sembrado
busca que goce su silencio
y me seduce en el desierto acrisolado
sé que su amor sin mas palabra
pudo lograr que mi silencio le haya hablado
y mis oídos que lo aguardan
aquel lenguaje de mi Dios lo han escuchado
María es madre en el silencio
donde su Hijo el Verbo eterno fue engendrado
ella contempla su figura
hecha de amor que mi orfandad ha recreado
yo me arrodillo en su silencio
porque descanso en aquel seno inmaculado
donde cobija mi existencia
y me reviste en la palabra y su regazo
sólo sé hablar desde el silencio
donde descubro las estrellas que han hablado
quiero morir en mi silencio
donde el amor de mi Señor me haya postrado
Tú redimiste en el calvario
al hombre ciego que clamaba por tu sangre
como un esclavo en su martirio
fuiste aquel ciervo que inmolaras a tu padre
tu cuerpo santo que ultrajado
nos regalara la riqueza de tu carne
hecha jirones en la cruz
que fue el sitial donde murieras por salvarme
tu corazón fue traspasado
por el verdugo que imprimiera en su coraje
una lanzada lacerante
donde tu amor le respondiera en agua y sangre
fuiste en la cruz vilipendiado
mas restauraste al hombre enfermo en sus oleajes
y cuando agónico morías
diste el perdón a manos llenas en tu hambre
de rescatar a todo el hombre
aunque te hiera en cruda muerte por su alarde
maravillosa tu grandeza
y la grandeza del amor que allí entregaste
era infinita tu dolencia
pero mayor fue tu deseo de entregarte
aquel amor que perdonara
fue plenitud de aquel amor que tú compartes
no existe ultraje en tanto amor
que no encontrara aquel perdón que tú enseñaste
introduciéndome en tu herida
para vivir la dimensión que me brindaste
soy el testigo de tu muerte
y debo amar hasta la muerte a quien me dañe
he comprendido en tu misterio
que sólo ama quien perdona sin cansarse
siguiendo el propio corazón
al corazón que es tu brasero donde ardes
de amor al Padre en esta ofrenda
y amor al hombre que fue vil en ese trance
yo quiero ser tu mensajero
en la palabra que me entrega tus bondades
y ser testigo de tu cruz
en el perdón que cada ofensa me reclame
En cada paso de mi senda
que se desplaza entre sinuosos recitales
voy encontrando astros del cielo
que se aparecen en silencios estelares
pero mostrando su existencia
en esos frutos que desprenden a raudales
todo lo advierto renaciente
cuando me interno en el confín de sus verdades
y acariciando su belleza
sé que no puedo echar raíces en los mares
ni ver la hondura que pretendo
reconocer con la mirada aunque taladre
aquel diamante repentino
que taladrado no me enseña lo que sabe
aquella esencia de su cuerpo
estalla en luces que se guardan lo que expanden
escapa siempre ante mis ojos
la comprensión de tal misterio que insondable
me invita a verlo allá a lo lejos
porque no puedo recorrer con mi velamen
tanta distancia que infinita
es impensable definir en mi abordaje
en humildad y mansedumbre
debo buscar en los albores de mi viaje
estando cierto que poseo
lo que no alcanzo a comprender de ese paisaje
y lo poseo en la esperanza
pero no veo de su gloria los detalles
depositario de su gracia
no alcanzo a ver el entramado de su arte
y sé que busco lo que tengo
impresionado por la fuerza de su talle
que se mantiene en la penumbra
para que pueda yo desear en este viaje
aquel ascenso hasta la cima
lleno de gozo porque encuentro sus vitrales
aunque el Eterno misterioso
escapa siempre de las manos en mi tarde
él me cobija en su regazo
y aunque no sepa descubrir lo que en mí nace
sé que la luz de su mirada
ha poseído mi existencia y su andamiaje
y allí la paz me ha conquistado
cuando el que busco me encontrara en ese valle
Soy el asombro de mi Dios
el hijo pobre cuyo injerto en su Hijo amado
busca también resplandecer
en esa humilde poquedad que me abrió paso
embarazado por el Verbo
él comunica por mis labios su legado
que prisionero en el camino
he renacido por su voz en nuevo canto
para encenderme en esa hoguera
en cuyas brasas el Señor me ha transformado
como alimento de ese fuego
que ardiendo vive conquistando nuevos pasos
el Verbo clama en su silencio
para enseñarme a trashumar en pie descalzo
y en el acérrimo combate
sé que su gloria sobrevuela lo arrasado
soy en Jesús hijo en el Hijo
que estoy llamado a prolongarlo en cada brazo
mi creación reconciliada
nace en el Verbo iluminando cada espacio
de aquella historia que hoy transito
gestando vida por la gracia del que amo
embelesando mi vasija
cuando la llena su frescura en mi cuidado
divina gloria la del Verbo
que al compartir su humanidad en mi regazo
luce esplendores dibujados
en la recóndita expresión del hombre santo
el Padre vive aquel asombro
de cada hijo que en el Verbo se ha encarnado
y se complace al infinito
cuando ve al Hijo en aquel hijo restaurado
y al contemplarlo le responde
tú eres el hijo en quien yo siempre me complazco
porque en ti surge y resplandece
la voz del Verbo que es mi Hijo muy amado
Montañas de mi tierra
bañadas por el verde de la flora
tus brisas me despiertan
y entonan esa música graciosa
que invita a la escalada
del monte que resurge en cada aurora
impávido camina
en la honda quietud que me provoca
el monte y la semilla
que hunde sus raíces en la roca
y clama en mis adentros
invitando a subir cerros de gloria
el monte la quebrada
el arroyo y los bosques de esa loma
conjugan un misterio
que esplende por las voces de sus ondas
intenta el caminante
revivir el sendero en que se postra
por llegar a la cumbre
donde está la montaña que me asombra
arbustos acompañan
la enhiesta majestad en que se posan
las aves con su trino
y alaban la belleza que se asoma...
Espinas pedregales
y el angosto camino se transforma
en la senda de amor
porque llevan al hombre a la corona
del monte silencioso
que aguarda entre sus piedras al que llora
al que canta en su risa
y al que busca beber en una rosa
la subida reclama
que el amor por el monte sea una roca
la estadía en su cima
descubre que no existe en quien la goza
otra cima en la tierra
que no sea la cumbre que provoca
estallido en el alma
por vivir los vergeles a su sombra
la cima de este monte
aguarda en los atriles de su fronda
ofrecerme canciones
y vivir el preludio de mi gloria
la que busco entonar
en alturas que entregan lo que añora
el humilde que pasa
cuando sabe que el tiempo se equivoca
ofreciendo en la tierra
fugaces mensajeros de su historia
sólo Dios es la cima
y allí busco encontrarme con mi rosa.
Yo soy el mensajero
que busca proclamar tus maravillas
encendiendo en el hombre
la chispa de tu amor enardecida
yo soy el mensajero
que intenta caminar en tus orillas
para poder cantar
contemplando tu oculta teofanía
no sé mirar tu rostro
mas tus ojos conocen mis fatigas
por querer descubrirte
y entonar las bellezas de tu día
me entregaste la fe
y contemplo en su cauce cuánto brilla
tu soñada grandeza
en la humilde posada del Mesías
en Jesús tu palabra
encuentro aquel secreto que me abisma
y en tu Verbo glorioso
el poder que a los hijos diviniza
sólo puedo abrevar
en fragancias que nacen de tu viña
y me basta saber
que me busca tu amor y que me miras
en rincones del tiempo
que no están escondidos a tu vista
y aunque yo no te vea
tú contemplas los ojos que te miran
en discreto silencio
que vive en la esperanza de tu vida
dialogan las miradas
aunque yo no conozca tus pupilas
se enciende aquel amor
que sólo por los ojos aproxima
a quien ve mi semblante
y a quien busca la estrella que hoy admira
mis ojos los del alma
descubren por tus voces infinitas
en la paz de su seno
la certeza de asirte en mi retina
no te veo Señor
pero sé del amor que te fascina
ese amor es visión
en los seres que beben en tu ría
oh bendita la fe
que permite gozar lo que adivina
inefable designio
del Padre que a sus hijos eterniza
con vestigios de cielo
que extasían al alma y sus heridas
y la llenan de paz
cuando fuera del alma el sol declina
oh gloriosa morada
la del alma que sabe que tú animas
su pequeña mansión
ese cuenco de amor donde tú anidas
Poner el corazón en su mirada
percibida en vitrales de silencio
contemplar su belleza allí escondida
y embeberme en la gracia del misterio
descubrir que el amor siempre nos mira
y mirar el ardor que está en su seno
en honda comunión aquellos ojos
expresan realidades de mis sueños
ver a Dios es amar aunque no vea
y es visión ofrendarme hasta el extremo
observar mi estatura que pequeña
se interroga por ver al propio dueño
y en respuesta ferviente a su reclamo
advertir que al amarlo yo lo veo
mis ojos ya renuncian a mirarlo
porque saben que Dios obra en secreto
más conocen que el hombre que lo escucha
ha visto a su Señor que está al acecho
la mirada en la tierra nunca alcanza
a medirse en la altura de los cielos
y en la noche que vive oscuridades
los ojos de la fe claman su vuelo
y transforma en amor cada semilla
que al querer germinar descorre el velo
La visión ya no encuentra sus barreras
y el amor avizora al mensajero
que anuncia las verdades de la gloria
y me guarda en sublime vertedero
sólo sabe mirar aquel que ama
aunque viva penumbras en su techo
y el que ama no duda de quien mira
el celo de quien busca en su destierro
no hay velamen que enturbie la mirada
si el amor se consagra por entero
yo no puedo vivir sin ser amado
ni puedo en el amor correr un velo
el Señor que conoce a su rebaño
descubre al ver mis ojos lo que siento
y al buscar la mirada del pastor
me inunda la fragancia de su huerto
mis ojos no lo ven pero descanso
porque Él oye y comparte mis deseos
y quien ama en verdad ya está mirando
a quien busca al trepar en su misterio
Oigo del ruiseñor las alabanzas
contemplando en la cumbre su belleza
declamo recitales que en el día
mecieron mis oídos en sus letras
busco el amanecer enamorado
de lumínica forma en su simpleza
vivo el atardecer ensangrentado
en el cielo que anuncia lo que espera
aguardo el arrebol que da la tarde
impaciente me observan las estrellas
la senda entre la aurora y el ocaso
vive la infinitud que se posterga
felices los destellos imperfectos
que invitan a escuchar en la centella
resplandores que trazan su bravura
y guían a sanear la luz postrera
yo encuentro madreselvas en los montes
y coreo melódica alabanza
cuando vuela en los aires aquel sueño
de elevar madrigales en mi alma
el intenso vibrar está en mi celda
reconcilia temores en labranzas
y empalma con las voces de la tarde
la certeza de ver otra jornada
jubiloso el bullicio de la fiesta
que surge en caprichosa filigrana
revirtiendo la sombra en luz diurna
y encendiendo ciriales en mi calma
no podría reír en la tormenta
ni tampoco gozar en la batalla
donde arriesga su vida el hombre sano
ignorando el destino que le aguarda
la vida deposita su misterio
en aire de bucólicas baladas
y espera la confianza de la siega
donde bebe las mieses de su adarga
El tiempo de la tierra nos entrega
fugaces los momentos de su historia
conquista el corazón con artificios
que nunca beberán en alta copa
inquieto en la tiniebla de una noche
no sabe cobijar aguas de roca
no quiere apetecer la sinfonía
que busca empobrecer en débil copla
fugaces los intentos presurosos
que entregan aquel bien que se desdobla
ofreciendo manjares en la mesa
y negando verdades en sus notas
el hombre seducido por imágenes
y henchido en la grandeza que lo roza
se cansa sin comer ese alimento
que germina en la savia de una rosa
ignora la vertiente que se expande
y toma el agua tibia que lo agobia
pues la sed por intensa lo desvela
y aparca en matorrales que derrotan
...
Las bellezas de Dios y de sus hijos
no declinan ni mueren ni sofocan
glorifican al alma que reclama
gozar el agua pura en propia alforja
caminar en la senda que empinada
lo lleva hasta la cumbre en plena roca
aleteando en jazmines transparentes
que alientan recalar en una joya
El hombre en el portal de su entramado
abierto a su Señor a quien invoca
rebasa de consuelo y se detiene
contemplando en la luz la eterna gloria
renaciendo en la nueva madrugada
e iniciando senderos con sus glosas
la tierra que ha querido cobijarnos
entrega en la pobreza de sus hojas
pergaminos que estampan el misterio
y los guarda prolijos en su choza
y el escrito que calla mi secreto
espera su apertura que pernocta
donde habrá sementera almacenada
por la fuerza y amor de cada obra
...
Cada gesto de amor es una página
y un manojo de páginas reposa
en el seno del Padre que me aguarda
y promete escritura que corona
el esfuerzo del hijo por la vida
en la vida que surge esplendorosa
Misterio aquel anuncio de verdades
que allega la conciencia transformada
misterio aquella esencia que procura
enraizar en la tierra que se ufana
o vivir celestiales maravillas
en la copa pequeña de sus brasas
sin saber modular horas de gloria
con el don que retorna hacia su casa
el hombre con su ciencia empequeñece
la eterna dimensión que fue engendrada
y en abismos de luz sin sus razones
no puede conquistar la encrucijada
el faro que a los mares es legado
por la fuerza de Dios y su palabra
prorrumpe en ese canto poderoso
donde el cielo a la tierra la embaraza
la infinita pureza de esas luces
en sencilla vertiente me solaza
cuando encuentro en sus aguas diminutas
hermosura la de Dios participada
el cielo con la tierra se han ungido
en espléndida voz acrisolada
que refleja las glorias del Eterno
en la humilde mansión de mi jornada
Dios encarna en el hombre aquel misterio
y le ofrece la voz de su mirada
que alimenta en el don que da su mano
y transforma su hora quebrantada
imagen de un amor entrelazando
el hijo que devela lo que alcanza
y descubre semillas que en su vértigo
lo fascina en la luz de la esperanza
Oigo las olas del océano
que se encaminan a distancias invisibles
veo las fuerzas de sus aguas
resplandeciendo en los destellos que la esgrimen
vivo el calor de aquellas olas
que han refugiado los navíos que se visten
para bregar en largo viaje
y defender el duro casco que lo inviste
es el océano en su cauce
vertiginosa magnitud que se define
enorme masa dilatada
en la profunda densidad que el hombre vive
es la morada de los peces
que lo recorren en su afán mientras persiguen
el alimento que procura
y el agua sabe regalar a seres libres
...
es el océano la casa
que en su confianza el hombre busca en el trabajo
para encontrar propio sustento
o navegar en ese tiempo aventurado
el mar enmarca en sus sabores
gotas de cielo que en su intento naufragaron
y se convierten en testigos
del cielo azul que como el mar quedó admirado
él nos permite ver la esfera
su inmensidad no tiene límite en su trazo
y el cielo marca la frontera
que el ancho mar reconociera en sus espacios
...
todo es la noche y es el día
que eleva en alas del espíritu su canto...
Yo sólo sé que el infinito
ha recalado en las orillas de lo eterno
y no podría escabullirme
de mi pobreza que acompaña cada tiempo
hay un profundo interrogante
por conocer a quien dio luz a mi sendero
quiero volar hasta su monte
donde me aguarda con tesón el jardinero
pero mis alas no me alcanzan
y sólo puedo levantar humilde vuelo
donde percibo fascinado
que el Dios viviente que yo busco vive adentro
enamorado de mi celda
donde convierte mi jergón en su aposento
y allí proclama la verdad
que ha transformado el palpitar de mi velero
Él me entusiasma en su estatura
cuando yo busco paladear su seguimiento
he comprendido que mi Dios
en su infinita plenitud es como el viento
que nadie sabe dónde nace
ni a dónde va cuando navega oscuro puerto
pero su oleaje majestuoso
ha provocado el estallido de mi fuego
En lo profundo de mi alma
donde el Señor ha reclamado el propio seno
allí las brasas que morían
han renacido con fervor en fuego lento
sus llamaradas aparecen
porque mi Dios el ruiseñor está en su centro
busca encender la mecha humeante
y nunca quiebra aquella caña del deseo
que al reponerse se endereza
para servir como haz de luz al posadero
él me conquista en la alegría
porque me inunda la belleza que yo siento
en su presencia majestuosa
que se hace pobre para darse hasta el extremo
he descansado en mi flaqueza
porque el Señor fijó su sede en lo pequeño
muestra su gloria en mi pobreza
y allí descanso porque yo vivo en el Verbo
...
Hoy glorifico tu presencia
hecha de amor en el andar donde te encuentro
y te agradezco aquella sed
de conocer sublime hondura de tu cielo
sé que camino entre quebradas
que alguna vez oscurecieron el sendero
sé que no puedo ver tu gloria
sin conocer esa morada de tu aliento
pero yo sé que tú has querido
regocijar el hospedaje de mi tiempo
y allí me brindas tu hospedaje
donde percibo infinitud porque es eterno
quiero cantar y para siempre
aquella música sublime de tu acento
quiero encontrarme en tu mirada
y resurgir cuando entre cardos me detengo
quiero vivir esa vertiente
donde tú engendras sin cesar el pensamiento
y donde entregas mi existencia
que fue creada y recreada por tu Verbo!