Glorifico Señor tu sed ardiente
de impregnar en tu amor y en tus verdades
mi tierra que sedienta te recibe
dispuesta a recrearse en lo que sabes
que es riquísimo pan para mi alforja
y conduce a beber en tus portales
donde aguardas al son de tu inmanencia
que yo quiera embeberme en tus caudales
he creído Señor en tu misterio
y camino horadando tus cristales
que en oscura visión me has regalado
y en la fuerza del sol en que tú lates
adivino las glorias de tu seno
cabildeo en los aires de tu valle
y reclino en tu pecho la mirada
que descansa latiendo en tus cantares
yo persigo la senda de tu encuentro
sediento de ese sueño en que se aclame
tu presencia tu rostro y tu premura
por entrar en los cuencos de mi nave
yo te alabo en armónica cadencia
y celebro el calor con que tú expandes
la belleza el amor y aquellos dones
que contemplo en mis horas torrenciales
Padre que engendras en eterna hora
al Hijo amado que vivió en tu seno
y lo regalas cual feliz estreno
del nuevo tiempo donde el hombre explora
esa belleza que en tu voz aflora
y es don precioso que en la tierra ajeno
hubo encarnado su cantar sereno
hasta encontrarse con la nueva hora
propia del tiempo que librando anhela
ser transformado por la luz que llama
donde el espíritu vibrante vela
y me recrea con su viva llama
y me sumerge cual reciente estela
que surca el mar cuando tu amor proclama
Amigo que me llamas
y traduces palabras que criban mis oídos
samaritano humilde que me diste
el ferviente calor
de tu amistad sin límites
tú ya me poseíste
con tañidos que laten en mi alma
y quisiste que fuera
tu todo en la oración de tus espacios
para ser portador de tu belleza espléndida
para dar esa luz que en tus ojos respira
y embeberme en figuras de tu Verbo
que infinito y veraz
ha querido vivir en mis regiones
ha buscado elegirme
siendo débil y enfermo
y has dispuesto elevarme
al sereno recinto de su seno purísimo
a la fibra de amor de su misterio
a la completa libertad de los hijos
en la paz del que encuentra su posada
No me expresan sonoros manantiales
lo que canta su voz en la cascada
ni me enseña el zorzal en su balada
el anuncio escondido en mis umbrales
no me advierten los bellos rosedales
el misterio en la rosa perfumada
ni me impulsa a volar en mi tonada
el águila en los sueños siderales
la belleza que anima su estatura
inefable y purísimo concierto
sólo sabe insinuarme la futura
y espléndida visión que hay en el huerto
donde baña el autor de la hermosura
la avidez que me lleva hacia su puerto
He de guardar en el silencio
la primavera que provoca mi nostalgia
y he de saber que transitando
por este valle que apetece lo que daña
cultivaré la sed profunda
de aquel rosal que me estimula en su fragancia
y aquel oasis de la patria
que ha subyugado mi retina en su prestancia
y aunque no he visto lo que aguardo
sé que ya vivo aquellas luces de esperanza
de una gloriosa epifanía
que no he podido descifrar en mi palabra
pero yo creo en el deseo
que me reclama la oración y la alabanza
para entroncarme con la vida
que en plenitud fraternidad y estrecha alianza
justificada en esa gloria
para la cual fui sumergido en tanta gracia
la tierra busca en la simiente
contemplaciones del frutal que me depara
quien ha creado mi hornacina
para que sepa adivinar en esa llama
el manantial que se apresura
a proveer mi tanta sed en sus aguadas
y he de guardar en el silencio
y he de acallar en su sonido la palabra
para escuchar profusamente
esa tensión de mi badajo a su campana
Me invitas a inmolarme en tus altares
ayudándome a darte presuroso
y acudes en mi auxilio generoso
la vida que se enclava en tus pilares
quisiera aquella cruz que tú llevares
aunque tiemblen mis miembros que en su acoso
pudieran naufragar en ese pozo
de madera que llevan tus andares
y mirando el espacio que infinito
separa de tu fuerza misteriosa
la humilde criatura que recito
manifiesto el temor en que se posa
y al surgir un clamor en fuerte grito
yo me entrego confiado en quien reposa
La cima de tu monte
me invita a conquistarla desprendido
de mi propia senda
y mis huellas cubiertas del retorno
de hermosas criaturas que entregaron
anuncios de tu gloria
vestigios de vertientes inefables
y ricos manantiales de agua pura
tú quieres que encendido
en el fuego candente de tus mares
no me arraigue a sus pétalos
ni me encierre la voz de su prestancia
ni pretenda emular con esas glorias
tu infinita hermosura en sus celajes
que el supremo Señor de lo creado
me alienta en su palabra
me basten sus altares
y descanse feliz en su regazo
ah, Señor, que mis manos orantes
te suplican
desde esta finitud donde me postro
El jilguero no canta con la luna
ni vuela entre los rayos apagados
su cantar en los tiempos opacados
me invita a reencontrar como ninguna
la quietud y el reposo que en alguna
forestal creación que halló en sus vados
reconcilia los días ya pasados
y se oculta en su nicho y es ninguna
jilguero que te expresas en tus notas
y vives tu concierto en escenario
donde exultan sudores que rebrotas
hoy descansa de tal abecedario
y contempla recuerdos que tú anotas
en tu pecho sublime relicario
Yo canto en las magnolias
y vivo en el lenguaje florecido
que vibra en su fragancia
esmaltado en los aires
de la rosa sangrante
inducido a beber hojas del viento
paladeando grosellas que nacieron silvestres
y entonando versiones inefables
en los rayos del astro amanecido
en el pálido brillo de la estrella sedienta
de entregar aquel fuego que la anima
musitando en su voz aquel misterio
que pulula sonriente y amanece en la noche
oscura en la templanza de la luz que la envuelve
camino sin fronteras
apagando candiles que me enlutan
y encendiendo la mecha
que dispersa la sombra
el puerto de la aurora
aguarda en el vergel de la añoranza sublime
y el agua del rocío
derrama aquel fulgor
que surge
Gloria a la Trinidad que yo hospedara
en el cuenco que late en mi figura
que encierra aquella voz de su hermosura
y cuida que su amor me alimentara
felices quienes gozan porque ampara
su polen el jardín del alma pura
felices cuando surge su estatura
invitando a beberlo cara a cara
inmenso este sagrario de mi alma
dichosa aquella sede del Dios vivo
que regala quietud tibieza y calma
yo sé que en la pobreza en que yo vivo
su presencia es el cuenco donde empalma
con mi tiempo quedándose cautivo
Creaturas que entregan los destellos
de la fuente que baña la retina sedienta de mis ojos
creaturas que cantan lo que anida en su seno de frescura
yo quisiera beber
armoniosos arpegios
y quisiera leer en su misterio
la plácida versión de la verdad increada
la voz del pensamiento sin tiempo
la bellísima luz del Verbo desplegándose
la clara sensación del amor sumergido
en el tímido cofre de mi alma
en la búsqueda ingente
de la paz y la gloria
encontrar y entregar el hallazgo
en el surco labrado en el campo
de mi propia estatura
ensayar la mirada profunda
y escuchar la armonía
del badajo que clama
y abrevar en la cima del monte que allega...
pero soy simplemente un guardián de esperanzas
que no puedo en mi frágil barquilla
tan siquiera el intento
Contemplando en la hora vespertina
los racimos de gracia de tus manos
y el amor que entregaste a los hermanos
que aspiran a escucharte en su retina
revivo en el misterio repentina
la gloria en que sanaste a los humanos
cuando ansiaron beber sus ojos vanos
en ciénagas que encuentra quien camina
fue bello el recital de flores lleno
el volcar tu belleza en la criatura
buscando que aparezca el fruto bueno
tu amor es esa joya que yo estreno
cuando sé retirarme en tu hermosura
y en vertientes que nacen de tu seno
Desvelo de palomas
transitando los aires de la tarde soleada
buscando el horizonte simple
del regreso en los nidos que detienen sus alas
el descanso es final de largas travesías
y es lugar de esas horas el silencio nocturno
que repara el plumaje entumecido
y revive armonías en la paz de la tregua
necesario el cansancio de aquel vuelo
que adivina distancias
que atraviesan tormentas y peligros
y logrando su puerto
reposa en somnolienta quietud
el tiempo de la siembra fue vivido
con indecible afán
con incansable esfuerzo en la distancia
con pasión por llegar hasta el sueño buscado
para luego ensayar una tonada
y gozar en la pausa de ese tiempo
la cosecha del vuelo generoso que es cántico
y vivir la concordia de las alas
que en fecunda labor
Su palabra vocablo acrisolado
sus milagros prodigios del que ama
compasión la que nace en esa llama
que el Señor encendiera en su costado
su martirio en la cruz aprisionado
trajo luz a la sombra donde llama
a guardar el calor cuando se inflama
el amor que nació crucificado
humilde redentor que has revestido
tu lenguaje en la ropa del labriego
y tu paz en el fruto resistido
por el mundo engolfado en propio juego
que busca rechazar aquel latido
que descubro en tu rostro cuando ruego
He comulgado con las notas
que han sido perlas del Señor que las creara
y descubrí que soy su hermano
pues de la misma fuente viva surge el agua
que nos regala el nacimiento
y es el sustento que enriquece lo que baña
y he descubierto que las flores
en el fervor de su existencia me regalan
esa fragancia misteriosa
que en el jardín se ha convertido en alabanza
que canta al cielo agradecido
porque ha cumplido la promesa que me salva
y he cobijado aquellos cánticos
de los jilgueros y zorzales que en sus alas
llevan su música a la cumbre
para guardar en ese cofre donde irradian
aquella eterna gratitud
porque el Señor les ofreciera el pentagrama
donde describe su misterio
entre las notas que cobijan lo que exhalan
Mi bello porvenir será cosecha
de caminos agrestes y punzantes
que entregan tus pisadas anhelantes
para luego encontrar aquella estrecha
y prolífica senda que me acecha
y sostiene entre voces suplicantes
la simiente que anuncia por instantes
sus versiones de paz en dura brecha
la tierra que conduce mi fatiga
en su vuelo provoca mi descanso
y asegura gozar cuanto consiga
sabiendo que confiado en río manso
conducido en destrezas del auriga
podré hallar el manjar de mi remanso
Soñé cañaverales
incapaces de darme algún abrigo
encrespados oleajes
que impidieron beber de su rocío
miré con ojos puros
la esbelta dignidad del monte alpino
y supe que escalarlo
era el sueño que llora por su río
y escuché contemplando
el jardín que añorante florecía
la savia que silente
enardece las ramas de mi viña
cobijé en mis recuerdos
pasajes ignorados que vertían
destellos que rumiaban
proclamar las verdades que sabían
dibujé en mis portales
el brillo que en el sol resplandecía
y supe descifrar
clamores que en el tiempo amanecían
mi techo me ha enseñado
a guardar y entregar aquella espiga
que busca en su lamento
el pobre que en el hambre se moría
viví la senda clara
que reviste al enfermo en su agonía
y pude relatar
la verdad que enaltece su sonrisa
la sabia creación
que con su bien al hombre plenifica
y el hijo de esta tierra
a su hermano lo sana de su herida
Sé que caminas en la senda estrecha
por señalarme tu esmerada altura
sé que celebras el amor que apura
mi frágil paso que nació en tu brecha
conozco el canto que en tu luz acecha
enardecerme en tu sutil figura
y embelesarme donde tu hermosura
escribe el tiempo que el mortal desecha
cuando ignorando tu gloriosa vena
busca avariento ensordecer sus pasos
a la vertiente que mi canto llena
y al engolfarme en luminoso faro
cobijo el tiempo en que nació tu cena
comiendo el pan que me entregó tu mano
Aspiro el polen que me entrega
quien bucea la verdad en aguas matinales
embelesado en el reflejo ardiente
quizá extasiado en luminosa estrella
cuando conquista en su horizonte
el amor el dolor y la nocturna cena
ese polen es aire que yo aspiro
y se muestra dispuesto a donarse en su misterio
en sustento festivo y providente
buscadores del oro amanecido
inquietos vagabundos de senderos inhóspitos
que ambicionan beber las mieles del espíritu
y recorren distancias siderales
con la veloz carrera de su ingenio
y en el rayo de amor que enciende esa verdad
y repara las grietas de la noche rasgada
que ignora el manantial y lo conquista
contemplando las luces de su otoño
Anuncio el aura que tejió mi vida
en nostalgiosa pretensión que aguarda
ver el gratuito rosedal que guarda
ese perfume que encontró nacida
aquella gracia que en su afán convida
a renacer en el fogón que arda
en la penumbra donde el hombre tarda
en recoger lo que soñando anida
florido tiempo el que me vio creciendo
entre las mieses que sembré en mi huerto
cuando entregaba mi labor sonriendo
sé que la tarde con sublime acierto
posa sus pies en ese sol que ardiendo
se ha de ocultar en un andar desierto
Recalo en el andar de la vertiente
y contemplo las piedras
bañadas en la alforja de su lecho
que lucen su rocosa tez
y plantadas cual flores del estío
iluminan el curso de las aguas jadeantes
y entregan la tersura de su piel
y recitan con voces intangibles
la belleza del río que las guarda
esteras que acompañan la vida que recorre
el caudal resguardado en sus costas
y visitan praderas que sedientas
regocijan su voz en la bebida pura
y disponen su seño
para ver la creciente y esbelta sementera
Recalo en los eternos manantiales
abrevando en sus aguas que descansan
coloquiando en mis horas que se lanzan
a vivir en las cumbres siderales
cobijo los recuerdos ancestrales
que enriquecen mis voces que se afianzan
y claman por arpegios lo que avanzan
y llenan mis alforjas de frutales
infinita la sed del alfarero
que resigna su ciencia ante la cima
y culmina en su tiempo que postrero
reconoce que el sol que lo reanima
lo enriquece en la paz de su sendero
y en el arte que esgrime lo que anima
Violeta que en tus alas
abrevas en el campo
de tu celeste vida
y caminas eterna tu alabanza
en la sede erigida por la mano del Padre
tú viertes el rocío del monte de la gloria
y enamoras tus ojos
en la fuerza del sol que te engalana
escuchas los latidos
que en la tierra pronuncian tus hermanos
y en clara compasión
resuelves abrigarlos
con tu voz tu plegaria y tu misterio
emancipada flor
que en humilde jardín has renacido
exultas el espacio
donde nacen los hombres cuando mueren
hoy cantas como ayer
pero siembras tus rosas en el campo maduro
y la tierra se llena de fragancia
que aspira a revivir ese oculto entramado
imitando tu senda
tan angosta y sinuosa
alentando el amor que revive al mendigo
renunciando a habitar en vanidades
y en tu frondosa luz
que ilumina las arcas del silencio sereno
nos enseñas a ver en las estrellas
tu recinto escondido
tu promesa invencible
para el hombre que busca
Canto a mi Padre que en la gloria
eternamente mi existencia concebía
y en su infinito pensamiento
ardía la sombra de su luz que encandecía
él me miraba en su ternura
y con su diestra acariciaba mi fatiga
que en una tarde de mi tiempo
apareciera con las coplas de su brisa
y desde siempre en sus entrañas
he palpitado su mirada en mi pupila
y he cobijado aquel misterio
de tanto amor que en mi figura se mecía
no pude verlo como fuera
pero yo sé que mi presencia apetecía
y fui llamado en su designio
y preparada la misión que él pretendía
la misteriosa comunión
que con el Padre desde siempre fue vivida
pasó por siglos de silencio
hasta que yo pude beber mi propio día
y ya en el aire de la gracia
me hizo consciente de la paz que entretejida
en los jalones de la tierra
fue aquella paz que en mis sentidos florecía
por ser el hijo que en el Hijo
pudo clamar por el Espíritu encendida
tú eres mi Padre soberano
el Abbá fiel que me estrechara con su vida
he sido el hijo más pequeño
para poder introducirme en esa herida
que hubo nacido por amor
como alimento que el pelícano encendía
porque la sangre de mi Padre
se fusionaba con la sangre que es la mía
el Padre y yo ya somos uno
en aquel Verbo que esmaltaba lo que hacía
y me llevó con su palabra
hasta beber la voz del Padre que hoy es mía
Canto a mi Dios en estas letras
que sólo saben ofrecer agradecidas
suprema gloria y alabanza
a quien su sangre entró en mi cuerpo que nacía