En el brillo y murmullo de la estrella
cuando toda verdad fuera vertida
por juglares que anuncian su partida
al final de la fiesta que destella
aspiro aquel dulzor de la grosella
y mirando pequeña y deslucida
su figura en el viento aparecida
removí los escombros que hubo en ella
y regando la planta en sus raíces
que en la roca vivieron su nascencia
pude ver estampados los matices
que evocan su camino de inocencia
y anuncian que en su ser serán felices
alumbrando al que llora su impotencia
Añorando su meta aquel viajero
entre sendas que emergen en su día
ve alumbrar en la luz del mediodía
claridades que visten en su estero
señalando el camino ya certero
engolfado en la paz que florecía
cuando su alma buscaba en su alegría
las aguas que ofreciera el posadero
esa sed de encontrarse con la fuente
culminando senderos del desierto
fue colmada en purísima vertiente
y saciado su pecho siempre abierto
a escuchar la canción del inocente
pudo ver el espacio de su puerto
El silencio germina musitando
el sonido que late en el desierto
y anuncia que las flores de mi puerto
alumbran cuando observo meditando
en los aires que vivo asimilando
cuando estoy abrumado por lo incierto
y padezco la noche que del huerto
se desplaza en la tierra contemplando
yo quisiera saber de la armonía
que no alcanzo a palpar con mi sentido
y me invita a esperar el nuevo día
donde sé que quien mora en su gemido
ha de ver que en sus lágrimas vertía
la belleza que escucho conmovido
No podría nadar hacia mi costa
sin la fuerza y calor de mis brazadas
ni sabría surcar entrelazadas
las huellas que me llevan a mi posta
quien viviera los aires de la angosta
hendidura que cruje en sus calzadas
ha de ver con su piel esperanzadas
las voces y el ardor de aquella costa
el hijo de la tierra se asemeja
a quien busca en su afán inquebrantable
develar aquel vuelo de la abeja
que añora en su misterio impenetrable
coloquiar con la flor cuando se aleja
de beber en su polen inefable
Singular la belleza del poema
que en su audacia define lo inefable
con voces que registran inmutable
el misterio escondido en cada lema
la vida está encerrada en ese lema
que el poeta descubre impenetrable
y lo expresa en el canto deleitable
que logra releer en su dilema
la palabra en silencio ha procurado
contemplar lo secreto en sus raíces
y exponer su caudal acumulado
y el poeta en intento de aprendices
ensaya ver la luz que se ha guardado
y al nacer podará sus horas grises
Clamorosa la vida en sus renglones
que escribe solitaria su memoria
y ensaya recitar su propia historia
y eleva en la piedad sus emociones
clamorosa la tarde en sus unciones
que alimenta en sus aires de victoria
al hallar el poema que en su gloria
dibuja el despertar de sus mojones
cada brisa en su fuego fue el descanso
que encontrara mi ser en la fatiga
y gozara en la paz del río manso
cada flor en las ruedas del auriga
me recuerda el vergel donde yo avanzo
encontrando al andar la voz amiga
Encontré los arpegios que me entregan
el gozo de la paz que ofrece el cielo
y es regada por Dios en ese anhelo
que en el alma respiran quienes ruegan
al dador de los bienes cuando anegan
los fantasmas que enmarcan el desvelo
y mueren al correrse el simple velo
que sumerge las voces que se niegan
esa paz que el Señor ha regalado
es el don de su amor y es la exigencia
que permite vivir reconfortado
porque el hombre en la paz adquiere ciencia
fortalece la estela del pasado
y se envuelve en sublime providencia
En mi campo de mieses esmaltado
labré la artesanía de mi senda
y logré en mis heridas esa enmienda
que produjo la paz que hube soñado
y en mi verde pradera he recobrado
los recuerdos que moran en mi tienda
y ornamentan la faz de esa vivienda
donde puedo soñar aquel pasado
el pasaje del tiempo me encamina
a correr por los surcos de la tierra
sin más apetecer que la divina
majestad de la gloria que destierra
la vana realidad de la hornacina
que no sabe guardar lo que ella encierra
Dame Señor tu celestial respuesta
a interrogantes donde tú me llamas
dame Señor la pequeñez que amas
infancia pura que nació en la fiesta
de tu amor vivo que en sublime cuesta
dio con su sangre la salud que en llamas
ardió en mi pecho y en tu seno aclamas
como vertiente que a regar se apresta
déjame oír tu silencioso verso
donde declaras tu misericordia
para que el hijo en su momento adverso
pueda encontrar en sinigual concordia
tu paz que nutre el generoso esfuerzo
que ha de humillar a la feroz discordia
Arde en mis ojos la feliz espera
en que paciente caminé hasta el seno
de la montaña cuya cima estreno
entre las piedras que en su piel severa
tiempos señalan de vivir la hoguera
del manantial que en su bogar sereno
danza en las aguas y en su canto ameno
vive la gloria de su luz primera
vibran los montes y su voz procura
enardecerme con su majestuosa
estampa verde que ha tallado pura
quien la creara cual ardiente rosa
que fue llamada desde su hermosura
a ser la musa que inspiró mi glosa
Gratitud en la paz de mi entramado
la palabra que emerge silenciosa
en el hondo abismarse de mi choza
a la cima en que Dios ha celebrado
su alianza con el hombre restaurado
que derrama su amor donde se posa
su magnífica diestra generosa
que conduce a vivir reconciliado
oh sublime visión la del que nace
conociendo el murmullo que inefable
pronunciara el Señor cuando renace
en el hijo la imagen venerable
de quien salva la vida del que yace
y la encierra en su seno inagotable
En el hondo gemir de la centella
el grito peculiar de la tormenta
ruge el bosque en el fuego que él ostenta
bañado por las noches y su estrella
los témpanos irradian su luz bella
brillantes de la nieve que detenta
la fuerza de las aguas que aparenta
formidable lucero que destella
magnífico regalo el estallido
de truenos y relámpagos que claman
porque el hombre contemple su gemido
y animado por auras que reclaman
la belleza creada en su latido
le entregan esa fuerza en la que braman
Llena la vida su precioso encanto
cuando alimenta vigorosa el alma
con aquel pan que proveyó su calma
y la palabra que entonó su canto
ni el recio frío traspasó su manto
ni el duro hierro mutiló su palma
porque quien vive y en su Dios empalma
no ha perecido con la voz del llanto
en la confianza de la paz divina
renace el hombre cuando su penumbra
es disipada porque su retina
observa el faro que la noche alumbra
registra luces en su voz cansina
y allí resurge cuando se deslumbra
En la súplica fiel ancló mi nave
y en la luz y en la voz de la confianza
donde puedo mirar en lontananza
y volar horizontes de algún ave
el secreto del hijo que no sabe
descubrir de su padre la semblanza
es orar y postrado en la esperanza
aguardar que su mundo siempre alabe
no sabría vivir si no acudiera
alabando al Señor cada mañana
recurriendo a su amor que me aligera
los dolores del tiempo que desgrana
la profunda emoción que me libera
y la cruz que se anuncia en su campana
Oigo rumores en mi tiempo breve
de maravillas en la casa eterna
de madreselvas que en su voz fraterna
irradian ecos cuando el cielo llueve
es mi camino en su angostura leve
el feliz cuenco que en su alianza interna
ha de expresar que su alegría eterna
será el cantar que mi hornacina eleve
vuelan silvestres y en variados vientos
aves que cantan en aquel camino
y precipitan con amor sus tientos
para allegarse hasta el cardón andino
y refrenando su profundo aliento
dar luz al paso que fijó el destino
Horas nocturnas han velado el día
y asoman tiempos de intuir verdades
y en esos tiempos traduciendo edades
surgieron brisas que desconocía
oigo cantares que en su melodía
tu tibia noche al contemplar invades
sol matinal que desechando el hades
eres anuncio de tu mediodía
quiero entonar un recital que anuncio
aquella fragua que encendió mi vida
cuando tu nombre con piedad pronuncio
eres el monte que en amor convida
a recrearme si a mi bien renuncio
por encontrar lo que en tu amor anida
Vivo en la fuente tu vital figura
cuando tu Verbo me guardó en su seno
cuando tu Espíritu se rindió pleno
a defenderme de mortal fractura
el alma virgen se descubre pura
cuando su Padre en su vergel ameno
hunde raíces de su amor sereno
cual sol radiante que alumbró en su altura
glorias a Dios el que inundó la tierra
con las bellezas que prodiga el cielo
a tantos hombres que engendró la tierra
para vivir lo que proclama el cielo
y en este paso que culmina en tierra
dar el impulso que nos lleva al cielo
Vivo en la luz que me encendió tu faro
cuando encontrara prodigiosa senda
vi en tu paciente y encumbrada tienda
aquel descanso que brindó tu amparo
ardo en deseos de exhultar tu caro
rostro sublime que quitó la venda
por que mi vida en tu calor se encienda
y encuentre puro tu feliz reparo
es tu mirada la divina estrella
que ha de guiarme por la calle oscura
en aquel brillo que naciendo en ella
tu paz entrega al allegar segura
a aquella meta que luciendo bella
será la perla que mi pecho augura
Soñaré aquella música celeste
donde moran los ángeles y santos
que adoran al Señor entre sus cantos
encendiendo en su gracia el suelo agreste
viviré revestido en blanca veste
recordando que el frío entre mis mantos
visitó mi posada como tantos
visitantes del tiempo en suelo agreste
y podré yo danzar en la alborada
de aquel tiempo sin tiempo que asevera
aguardar mi estatura en la cascada
y saber contemplar en alta esfera
la magnífica rosa desplegada
y el rosal que es promesa de mi espera
Sinfonía que atizas aquel fuego
que devora su leña ya encendida
buscando en los secretos de la vida
avivar el espacio de su juego
sinfonía que viertes aquel ruego
que musita en silencio la acogida
de quien viera su sangre entumecida
y anhela recrearse en ese fuego
tus notas emblemáticas restañan
la paciente dolencia de ese día
que huyó de aquellos vértigos que dañan
y pacífica va tu melodía
que es música en el agua en que se baña
el dolor y el afán del mediodía
Canto al Señor que me entregó la vida
alimentada con su rostro puro
y aspiro el tiempo del andar seguro
en el espacio que engendró nacida
esa esperanza que en su cofre anida
toda la ciencia con que el cierzo oscuro
fue derrotado por aquel conjuro
del ser que nace para mi partida
glorias al cielo que inundó la tierra
de madreselvas y del fruto santo
que me despoja del andar que encierra
y se convierte con su nuevo canto
en esa roca donde en plena guerra
se afianza el hombre que enjugó su llanto
Sé que la tarde en su fulgor expresa
aquel anuncio que la noche aguarda
repiquetear cuando la luna guarda
en luz menguante su visión que presa
de aquella noche que en profunda brecha
pronuncia voces donde el aire tarda
en delinear lo que el cincel retarda
hasta escuchar lo que el amor acecha
tarde que vives tu vital secreto
cuando la noche te recibe amable
hasta vibrar en un sutil soneto
donde tú entregas cuando nadie hable
aquel silencio que encendió un boceto
de la palabra que nació inefable
...
tarde preciosa en tu clamor distinta
tarde divina luminosa tarde
Crecerán los manojos de la tierra
hasta ver su magnífico granero
y hallarán el eterno ventisquero
que se encuentra en el monte que me encierra
volverán a sonar aires de guerra
cuando advierta peligros mi velero
y en tormentas de mar su vertedero
se holgará en la esperanza que destierra
el temor el dolor y el tiempo duro
que anochece la tarde penumbrosos
y perplejos verán mi ser maduro
que se entrega a los ríos rumorosos
donde escucha ferviente el aire puro
que hundiera los embates pedregosos
y en los campos de Dios arderá el fuego
que celebra los ecos de una espada
No he podido libar en tu grandeza
que desborda el portal de mi retina
ni he podido beber la repentina
agua pura que surca tu belleza
el ángel que contempla tu pureza
puede ver tu mirada diamantina
que anuncia aquel amor que se avecina
a los hombres que buscan tu riqueza
oh magnífico sol de epifanía
que destellas e inundas mi represa
que añora mi vergel cuando en sombría
tarde gris que se escurre y me hace presa
suspira por la joya que envolvía
mi dolor que aguardaba tu sorpresa
Ansío esplendorosa la mañana
que luce deleitando a quien camina
con haces de esa luz que repentina
sugiere que su astro nos hermana
al mirar la penumbra que desgrana
en espléndidas voces que origina
el calor y esplendor que no adivina
quien cobija en la sombra la hora vana
oh magnífico sol que has despertado
para darme a beber de tus canales
admirando el sitial que te ha soñado
recrearse en la hora y sus raudales
junto al fuego que anuncia tu pasado
y entroniza a sus místicos timbales
Perplejo en la estocada que avecina
y buscando taladros del secreto
me revisto en la fuerza que discreto
me promete admirar lo que imagina
esa mi voz que oyendo mi retina
despierta su clamor en cada reto
y busca sostener aquel secreto
de la excelsa grandeza peregrina
que no puedo ensayar en mi poema
y no quiero intentar porque vacila
mi lengua que en la zarza no se quema
y no puede cantar en la tranquila
tarde oscura que ignora que ese lema
sólo en canto del Verbo se perfila