Busco ser una luz con mi tonada
y abrevar en la tarde de mi sueño
donde vive quien canta y es mi dueño
anhelando dar fuego a mi posada
he sufrido en la trágica emboscada
y fue largo el camino de mi empeño
por lograr empalmar mi frágil leño
con la zarza que alumbra mi velada
yo quisiera Señor saber tu día
y volar en los aires de tu cielo
descansando en tu paz que tanto ansía
mi pobre corazón que en su desvelo
recorre con amor aquella vía
que me lleve a gozar ya sin más velo
Vive el Señor en la naciente hora
que me dispensa su misterio puro
donde seduce mi pisar seguro
para volcarme a recitar sonora
la melodía de mi voz canora
donde ella entona el recital maduro
por desterrar el horizonte impuro
y contemplar lo que mi ser implora
de aquel secreto que invadió mi cena
cuando en coloquios escuché al amigo
que me obsequiara su bendito manto
él me cubrió para entonar mi quena
como respuesta que le da mi abrigo
a quien me ofrece su amigable canto
Es el tiempo feliz que me libera
y el espacio en que ríe la esperanza
el jardín de los pétalos en danza
por brindar lucernarios en la espera
sé que el amanecer de la pradera
entona villancicos cuando avanza
el trigal aguardando la bonanza
de servir al desnudo en su litera
veo los manantiales ofrecidos
por canales que surgen de la fuente
y alimentan los dones prometidos
a quien busca la vida de esa fuente
anclando entre los montes florecidos
para luego gozar lo que presiente
Fui sembrado en la tierra silenciosa
que buscara ser fértil en sus mieses
desechando pedradas y reveses
por verter de mi pecho aquella glosa
que pudiera gestar la bella rosa
que en mis horas proclama con sus preces
la mística riqueza de las mieses
y engalana vergeles de mi choza
he volado los aires que han surgido
de vientos impetuosos que han talado
los montes y la selva en su vagido
y la rosa se guarda en su vallado
aspirando esa paz que hayan bebido
sus racimos en tiempo amamantado
Ingresaste en las calles de tu vida
y fuiste proclamado en tu realeza
entre palmas y cantos donde expresa
tu pueblo tu presencia inmerecida
eres rey y el mesías que convida
a creer en tu Verbo y su grandeza
y a vivir de tu gloria su pureza
cuando labran los hombres tu partida
oh bendito Señor que descansaste
en el duro jergón de una agonía
donde el mísero afán golpeó tu suerte
y extraño, oscuro rey me rescataste
de la cruda maldad con que mentía
quien tejió en la traición tu propia muerte
Caminé entre los copos de aquel frío
que creara los témpanos preciados
y he bregado nutriendo aquellos prados
que celebran el arte de su brío
he podido beber en aquel río
que entregara sus aguas en sus vados
y bañara el jardín que anticipado
expusiera claveles del estío
la belleza y fragancia de las flores
les permite vivir en lontananza
y amenizan la tierra y sus labores
entonando en la voz de la templanza
la rica variedad de los fulgores
fruto cierto del hombre y su labranza
Veo tus ojos mi Señor que clamas
en la intemperie por guiar mi vida
que se apacigua cuando en tu bebida
comió el manjar que cobijó tus llamas
oigo tus pasos porque mucho amas
y han conquistado lo que mi alma cuida
que es el deseo de que tu venida
pueda colmar lo que en amor reclamas
oigo correr en la celeste esfera
aires de paz que mi jardín regaron
hasta aparcar donde mi tiempo viera
aquellas horas que en ardor surcaron
aquellos días que en su voz postrera
amanecieron cuando se inmolaron
Viviré en la fragancia de tu casa
contemplando grandezas en tu seno
y alabando tu amor en el estreno
de la gloria vivida en propia brasa
es pequeña Señor esa argamasa
de mi vida buscando lo sereno
e intenta recoger en tu terreno
ese pan, sabia harina de tu masa
sólo el Padre conoce en su sapiencia
los senderos del sol que no se apaga
y la estrella que busca ser lucero
de la noche que oscura en su inocencia
escucha al ruiseñor que no rezaga
al hijo que reposa en su velero
Conocí los caudales de mi río
derivando entre piedras y quebradas
regalando sus aguas orquestadas
de murmullos y paz en el estío
y he querido vivir cuanto yo ansío
navegando el canal que en sus aguadas
me permite sortear apaciguadas
las aristas que acampan con su brío
he sabido entonar a las estrellas
un concierto de cánticos celestes
que proclama secretos de algún día
y he bebido también sus luces bellas
en medio de montículos agrestes
que añoran la alborada de aquel día
Será el Reino el jardín del que es pequeño
y vive en esa paz de la confianza
añorando el tesoro que no cansa
en la voz de su Padre y en su sueño
el Señor por su fuego hizo aquel leño
que alimenta sus lenguas en la danza
y el infante se goza y no descansa
cuando puede ser luz para su dueño
oh gloriosa grandeza la del niño
que cobija el amor que ha recibido
y se explaya en cantares de alegría
pues conoce la fuerza de su aliño
y anuncia aquel manjar que ha preferido
cuando pudo engendrar lo que nacía
Fue aquella sed ferviente de su hora
instrumento que salva y nos redime
esa cruz que el mesías cuando gime
su dolor nos donara cuando implora
el humilde mortal porque deplora
la traición cuya culpa no lo exime
de la angustia al malvado cuando oprime
la alforja del amor que sangra y llora
salvífico madero que me guardas
en el hondo sendero de tu llaga
el fruto de una lanza vengativa
que me lleva a vivir porque resguardas
al hombre que en la senda de su plaga
proclama estar salvado en tu honda herida
Vi que la tarde en mi jardín dormía
aquietando el fragor de la jornada
y envuelta en la oración aquilatada
a descansar en su jergón venía
soñando estaba y en el sueño ardía
por vivir con su próxima balada
en un halo de paz que allí postrada
conquistó la belleza de otro día
yo no pude beber su pensamiento
ni quise derribar su fantasía
cuando quiso llorar y en su lamento
su vida con amor se estremecía
su riqueza advirtió su firmamento
y durmió para ver lo que quería
Entre cardos y oscuros pedregales
ignorando el jergón que me descansa
voy rumiando mis horas cuando avanza
el frío en los temibles matorrales
y soñando senderos y frutales
yo rehúyo sufrir aquella lanza
que provoca una herida y con su danza
me lleva a padecer horas mortales
es mi tierra el almácigo que duro
acapara cimientes que en su seno
arrecian conmoviendo al ángel puro
que arropa con amor al hombre bueno
borrando de su ser lo que es impuro
y ofreciendo el ardor del nazareno
Reclama el ruiseñor en mi fontana
escuchar los arpegios de su boca
admirando el ardor que allí provoca
cual badajo que busca la mañana
la música en su canto se desgrana
su mística inocencia me convoca
y su vuelo feliz al que se aboca
me ofrece aquel amor que siempre sana
la canción matutina me devela
un misterio en los aires sobrehumano
y un tesoro de vida en mi existencia
toda senda es feliz cuando revela
al autor de su llama soberano
que me llama a elevarme hasta su cielo
Con la voz del silencio se ha callado
el tedioso murmullo de la casa
que no admite escuchar y me rebasa
sin que pueda acopiar lo que he buscado
el silencio es palabra que ha cerrado
con su fuerza ese viento donde pasa
el duro torbellino que traspasa
la piel de quien perdura en su cayado
glorioso el caminar de quien espera
para luego vivir alimentado
por el verbo que clama por la vida
donde teje el mortal su propia cera
imagen del autor que lo ha creado
e invita a reclinarse en su medida
Pude en mis ojos envolver la vida
que se me diera para crecimiento
de aquella gracia que engendró el tormento
del Hijo manso que sanó mi herida
pude en mis ojos desde aquella herida
dar luz al alma y su arrepentimiento
despertar fuerzas y sutil aliento
como respuesta que exigió mi vida
Dios es camino y la verdad que pura
nos da su sangre para aquel sustento
que he de comer en la presente historia
porque él pretende que mi voz madura
entone salmos que en mi pensamiento
aguarde el triunfo que anunció su gloria
No pude recitar en mi poema
la clara densidad que regalada
recibo del que anuncia en su alborada
la verdad y el amor que está en su gema
cuando sé que me entrega su diadema
y es feliz por saber que yo en mi nada
recibo la piedad que fue encarnada
en el niño que alumbra mi poema
oh pequeño que infante y majestuoso
acompañas la senda entrecortada
y enciendes en la noche luminarias
que son rayos del sol que esplendoroso
nos ofreces tu lumbre y tu mirada
en la voz de sublimes lucernarias
Oigo cantos que anuncian en el cielo
maravillas de luz y melodías
que proclaman las glorias del mesías
que vino a sepultar nuestro desvelo
y nos da la esperanza en este suelo
de vivir en la cumbre de los días
añorando encontrar las horas pías
que iluminen el rostro de mi anhelo
en festiva morada construida
por el rey que a los hijos les promete
el descanso la paz y eterno gozo
porque es Padre y amigo que me abriga
y proclama aquel Verbo que somete
a su Amor los anuncios del esposo
Es el alba y la noche que se labra
en el viento imperioso del Espíritu
Aguardo aquel vergel que en su belleza
derrama la fragancia de sus flores
invitando a beber de sus primores
y a vivir en la paz que allí se reza
sin sufrir aguijones de rudeza
ni vivir en la angustia y los temblores
porque el sol acapara los temores
y concede la voz en su destreza
sólo puede querer su propio día
quien descubre destellos que proclaman
la grandeza del hombre cuando es niño
que acompaña con tierna melodía
el amor que contempla cuando claman
los humildes que siembran desde el niño
Vive el ángel que arropa mi desvelo
canta el ave plañendo su vagido
busca el hombre su tiempo que ha gemido
para luego colmar todo su anhelo
siembra el surco la mano en fértil suelo
derramando esperanzas de aquel nido
que ha soñado encontrar quien fuera herido
y añora renovar su nuevo celo
la pobreza que emerge en cada vida
es llamada a existir en el deseo
de vivir en la muerte que aparece
cuando corre el guardián en su partida
cobijando el dolor y su aleteo
transforma aquel amor que vive y crece
Siento en la brisa paladear mis ansias
de aquella paz que me reserva el día
cuando en destellos su vigor expresan
y me conquistan por el sol que abriga
es nueva historia la de la jornada
que nace y muere cuando se fatigan
en sus labores quienes se inclinaron
a contemplar el manantial de espigas
fruto del brazo que surcó la tierra
y la esperanza que en el suelo ardía
viven semillas que sufrieron ráfagas
cuando murieron para dar la vida