Más allá de la visión respecto de la vida, el profeta es testigo. Viene a traer la Palabra de la Alianza, que conduce hacia el corazón del misterio.
Una vez más, los poemas del Padre Carlos Pérez nos abren la puerta de un camino de elevación, a través de un libro singular, en el que aparece el duro transitar del hombre en la tierra, valle de lágrimas, donde a veces la senda es luminosa y otras, extravía la dirección en noches oscuras.
Por todo eso tiene que pasar el profeta, el poeta, nosotros...
Cuando el sol ilumina, el paisaje es raudo, diáfano. Cuando el panorama se ensombrece, el paso se torna vacilante, clamante. Tan duro y espinoso como el que, salvando las distancias, recorrió el Señor hacia el Gólgota.
Por eso, sólo el brillo de la meta da sentido a la luz de los ojos. Y es la misma meta la que impulsa a un levantarse, si las piedras y los pozos nos hacen caer.
Este libro contiene mucho de esa luz. Pero también, en una mirada realista y sabia, mucho de esa sombra, penumbra engañosa que colabora, no obstante, a ameritar la búsqueda y el encuentro definitivo con la Verdad, que siempre aguarda.
Un año me despide sumergido
en recuerdos, nostalgias y alegría
un año que mostró la teofanía
con que Dios alimenta a su elegido
ese Dios que en el niño aparecido
participa en humilde diaconía
su vida y la belleza que en su día
anuncia amaneceres que he bebido
comienza el caminar en otra esfera
majestuoso conquista mi deseo
de encontrar ramilletes en la espera
de vivir en los tiempos que preveo
fragancia del amor que sin barrera
alienta el porvenir de mi recreo
Tú Señor siempre quieres lo que quiero
porque yo quiero aquello que tú quieres
tu santa voluntad es lo que quieres
que me embargue en las ansias que yo quiero
unir mi voluntad es lo que quiero
a la sabia enseñanza que tú quieres
enraizar en el alma que tú quieres
cuando ves los anhelos que yo quiero
sólo tú mi Señor sabes que quiero
embarcarme en la noche que tú quieres
aunque sienta el oleaje que no quiero
sólo vale vivir como tú quieres
porque acaso ignorando lo que quiero
sólo encuentre la paz donde tú quieres
Pausado recorrido el que devela
ausencias y nostalgias en los cielos
en respuesta a purísimos anhelos
y exhortando a enterrar lo que desvela
creatura de Dios alza esa vela
de tu barco entre medio de flagelos
de tormentas que gimen sus anhelos
y del fuego que ardiendo se rebela
secretos y misterios alimentan
la vida cosechada y reverente
en la tierra que fértil apacientan
el misterio da vida al penitente
el secreto la luz donde se asientan
las verdades de Dios el omnisciente
Señor que en los rincones de mi suelo
descubres nubarrones que han llorado
porque saben que gime en tu costado
la herida de tu amor por mi desvelo
Señor que has restaurado con tu celo
el fragor de los dardos que han buscado
denigrar el sendero que postrado
revierte el caminar hacia tu cielo
providente el amor que me regalas
infalibles las voces de tu Verbo
infinita la gracia que lo exhala
humilde la apariencia que conservo
de tu múltiple acción donde en tus alas
me llevas hasta el monte de tu acervo
Palabra cuya voz acompasada
relata la epopeya creadora
donde nace el crepúsculo y la aurora
en íntima fusión aquilatada
palabra que en tu faz regocijada
anuncias en la senda que te implora
recibir los arpegios de tu hora
y aletear en la cima conquistada
palabra cuyo seno engendra vida
en esa creación que alimentaste
con tu amor tu poder y tu bebida
aquella realidad que tú creaste
celebra la canción que fue encendida
cuando en cruenta pasión la recreaste
Doy gracias al Señor que me apacienta
y me guarda del viento repentino
allanando clamores del camino
en su amor que ilumina y alimenta
es pastor que se arriesga en la tormenta
y al rebaño sediento da su vino
lo conduce a beber en bosque andino
y libera su traza polvorienta
el guardián que ha soñado en su majada
conoce por su nombre a cada oveja
y corre hasta encontrar a la extraviada
del corral encumbrado no se aleja
y alienta a la unidad que fue labrada
y a un racimo de amor se le asemeja
Renuncio a deambular por senda oscura
que ignora descansar en otra vía
disipo la tormenta que invadía
la paz que se aquilata sin fisura
aspiro a corretear en honda altura
y contemplo la brisa en su hidalguía
que suave y penetrante me envolvía
por llevarme a beber gloria futura
resguardo la riqueza de la tierra
en cofre celestial donde la exime
del metal que en sus témpanos la cierra
y en la cima en que densa el alma gime
apago el desamor que aquí me encierra
y enciendo aquel amor que me redime
Entona el ruiseñor su melodía
revive en arrebol la fe postrada
el bálsamo apacigua en la estocada
y renace quien viera su agonía
hay jazmines en medio de la ría
que crecen perfumando su morada
la rosa que navega en la cascada
renueva la fragancia que moría
conquisto la cosecha en sus albores
esparzo la semilla que alimenta
y aguardo en la raíz aquellas flores
que nacen en vergel donde apacienta
el hombre la quietud en sus labores
y el Verbo los misterios que sustenta
Danzarán en la tarde los delfines
brillarán estelares sensaciones
y andaré rebosante en mis mansiones
aguardando concierto de violines
yo sé bien que en el hombre y sus confines
se recrea su alma en emociones
cuando advierte que late en sus visiones
la salmodia que canta sus maitines
el manjar de la tierra en mi velero
abriga en su contento al que ha buscado
descansar de las brumas del estero
el manjar de los cielos encontrado
deslumbra en el augusto vertedero
donde el hombre en su Dios fue restaurado
Yo no sé recrear mi larga historia
ni puedo deletrear en su enseñanza
donde cada mañana que me alcanza
enriquece el caudal de mi memoria
sólo entiendo que aguardo aquella gloria
que conduce a vivir en la alabanza
y me invade en su voz esa confianza
que me anima a vivir mi propia historia
largo tiempo de luz y oscuridades
me acercan al umbral donde presiento
descansar una paz sin soledades
y entonando esas voces que yo siento
alejo las sutiles veleidades
y me entrego a vivir en mi aposento
Celebra la esperanza de la gloria
viviendo su oblación en cruenta escena
quien ama a su Señor cuando cercena
el riesgo que el ardor labra en su historia
purifica la propia trayectoria
descubrir en la tarde ya serena
el rostro del Señor cuya faena
reconoce la luz de la memoria
la voz del mensajero le reclama
encontrar en los grises de un paisaje
la gracia que redime y que lo llama
a trocar en jardines el paisaje
que descansa su afán en quienes ama
y aguarda su tesoro en algún viaje
Seráfica la tarde del verano
apacibles las voces de mi huerto
donde puedo vivir mi andar despierto
y percibo las noches de mi hermano
en la clara pasión de todo humano
aparece el misterio y su desierto
abrigando el camino que fue abierto
y recoge pisadas con su mano
la tarde me conquista en su espejismo
y diseño arreboles que preanuncian
la noche que ha vencido al propio abismo
el poder que los cielos hoy propalan
afirma la certeza de sí mismo
que el hombre volcara a quienes lo llaman
Espléndida la tarde y su añoranza
que entrega el germinar de mi fatiga
reluciente el ocaso que me abriga
y busca redimirme en la confianza
la tarde en el ocaso y su templanza
recoge el crecimiento de la espiga
y convierte en amor esa cantiga
que surge en el candor de su bonanza
no hay noche sin luciérnaga encendida
no hay tarde que no sepa en su talento
intuir la belleza entretejida
en las luces y sombras cuyo acento
pretende que la noche adormecida
descubra el aletear que le da el viento
Día que sonreíste en mi existencia
en la cálida faz de tu plegaria
día que en tu dichosa lucernaria
me llenaste en caudales de inocencia
noche que perfumaste en tu clemencia
el rigor de la hora legendaria
noche que me acunaste en luz vicaria
del astro que origina tu vivencia
día que me regalas tu promesa
generando el brillar de la esperanza
enciéndeme tu voz en la represa
noche que detuviste mi labranza
entregando a mi vida fortaleza
cobíjame en la paz que me descansa
Divina sensación la del que ora
pronunciando del Verbo la salmodia
donde vive el amor que lo custodia
y aligera el dolor por el que llora
bendita la oración en la que implora
descubrir el secreto en la rapsodia
que intenta desterrar toda parodia
y en su muerte la vida ve su hora
sublime la osadía del orante
que entrega su existencia oscurecida
renaciendo en su amor y en su talante
dichosa la canción amanecida
de quien surge en la cuna del infante
y en un llanto de amor ve su partida
Ocio que me permites recrearme
soñando aquel espacio que elegido
añora las riquezas que se han ido
y vuelvo a transitar lo que has de darme
ocio que en tu silencio al despertarme
redimes la pobreza en que he gemido
y pregonas el sueño que he vivido
como canto de amor para alumbrarme
el ocio creador apoya el lienzo
y diseña paisajes matinales
en pacífica voz donde yo pienso
maravillas que en horas germinales
invitan con su canto que muy denso
aguarda florecer en sus corales
Pequeño el instrumento que elegiste
y débil el poder que lo acompaña
vasija de aquel barro que se daña
si tu gracia al amor no lo reviste
el humilde en la mano que lo asiste
sólo escucha en el tiempo de su hazaña
obediente camina y no se engaña
pues responde a ese amor y en él persiste
el infante derrama su flaqueza
donde encuentra sublime la estatura
del Señor que allí emerge en su grandeza
y cobija a los pobres en su hondura
surgiendo en el cantar que me hizo presa
del caudal de su voz que me apresura
Quiero beber en ese campo polvoriento
y descubrir la flor silvestre que en su suelo
de humilde porte entretejiera mi consuelo
en esa fuente que me da lo que presiento
nadie conoce sus colores sino el viento
ni Salomón en su magnífico desvelo
fue el creador aquel autor que por su anhelo
acariciara la pradera en el sustento
joven arbusto en el fragor de la montaña
tiende sus alas al que pasa misterioso
y reconoce en su bondad preciosa hazaña
enaltecer la creación es mi reposo
e iluminarla con la voz que me acompaña
encuentra el eco de un manjar esplendoroso
Mi hermano me reclama respuesta de un amigo
perplejo y solitario que ignora su sendero
el sabe que implorando claveles en su estero
podrá mirar la tierra con porte de testigo
el sol de la esperanza entrega aquel abrigo
y ofrece con sus voces manjares de un anhelo
que sabe aquel hermano guardar en ese velo
que estampa un nuevo día sin dardos de enemigo
yo admiro tu osadía doliente en que me llamas
me acerco hasta tus huellas y busco protegerte
sabiendo que no puedo brindarte lo que clamas
te entrego con mi vida deseos de ofrecerte
la tienda donde abriguen las luces que reclamas
hasta que nazca el fuego que logre guarecerte
yo tomo entre mis manos tus manos fragmentadas
y aliento la promesa que lleva hacia la vida
Naufragio el despertar en honda sima
en medio de espinillos en la roca
lamentos los que surgen en la copa
de arbustos desiguales en su rima
sé de ese despertar allá en la sima
y sé de la riqueza que provoca
ascender a la cumbre que convoca
a danzar en la nieve a quien se arrima
desafío el ascenso del abismo
germinar en la vida aquella meta
que genera elocuencia de un bautismo
escalar es vigor en el atleta
sumergirse en la noche es paroxismo
y volar es la gracia del asceta
Al querer yo volar no encuentro alas
al desear navegar ya no hay velero
cuando busco escalar no hallo el sendero
y camino en los tiempos que tú talas
cuando quiero cantar lo que tú exhalas
no existen partituras en mi estero
y si quiero pintar mi humilde alero
yo no sé dibujar lo que propagas
creatura pequeña en esta tierra
sólo puedo guardar con la esperanza
de quien vence galeones en la guerra
y en la humilde oración de mi alabanza
yo me aferro al Señor que en mí destierra
temores que ha trocado en la confianza
Aparece palabra del profeta
que recuerda exigencias de la alianza
y exhorta a caminar ya sin tardanza
avivando el amor allá en la meta
reitera esos amores el profeta
como el hombre que ensaya cuando avanza
revivir por la senda que no alcanza
y vibrar en la voz de la meseta
renace la esperanza en el creyente
cuando escucha el anuncio que proclama
la riqueza escondida y trascendente
y responde a esa voz que le reclama
encender el lenguaje penitente
con su amor la pureza de la llama