Dedico este libro a
María del Rosario de San Nicolás
en los treinta años de su
Acontecimiento
1983-2013
Cuenco vivo y radiante
de la mística flor
que jugaba en tu seno
maternal y celeste doncella que exhalas
la fragancia que nace de la rosa
esplendor que revivo en las constelaciones
juvenil visionaria del ignoto silencio
luminosa señora del mundo
fervorosa matriz
de los hombres que mueren
ingeniosa maestra del niño que clama
azucena que inundas mis ojos ardientes
rosedal de pimpollos adornan tu cabeza
manantial de licores que nutren
arboleda que entrega su frescura
a los hijos sedientos
fortaleza y coraza del pobre
madrigal del concierto que entona tu gloria
melodía purísima y bella que luce en su brillo
yo alabo los destellos que nacen de tu gracia
y entono mis poemas en tu nombre
regalando mi ser entre tus manos
que cálidas tejen
mi ropa de fiesta
mi sendero que lleva hacia tu puerto
mi sonrisa que exulta tu amor misterioso
y esa honda pasión por morar
en tu seno castísimo...
"Proclama mi alma la grandeza
del Señor,
y mi espíritu se alegra en Dios,
mi Salvador,
porque se fijó en su humilde
esclava,
y desde ahora me llamarán feliz
todas las generaciones...
El ruiseñor está en mi tienda
ensimismado en el recinto que lo guarda
y dialogando en el silencio
donde él escucha ese silencio en mi palabra
en esas ansias de encontrarme
ya liberado de los tientos que me atan
a la vorágine del tiempo
que ha procurado hacer callar lo que me salva
pero escuchando aquel sonido
que es el deseo y el clamor y la confianza
del interior de aquel misterio
que se cobija en los intentos de mi alma
es el poder de su elocuencia
el que consigue que me afiance en su mirada
y en aquel viento misterioso
que purifica con amor mi frágil barca
que al navegar ondulaciones
busca vivir consolidado en esta casa
esa amistad que me procura
para volverme a revivir en honda brasa
el ruiseñor que me ha creado
conoce bien la reverencia que me labra
y reconoce que en mi tienda
existe el sol y está la noche que me aguarda
canto al excelso creador
que me edifica con su voz y su palabra
y me conduce en el desierto
y me alecciona en su bondad entre las zarzas
vuelo los aires de la tierra
por caminar en el jardín de la esperanza
y esa certeza me cobija
entre los pliegues caudalosos de su gracia
Refulgente Señor en tu grandeza
yo te alabo admirando tus bondades
por tu amor tantas veces escuchado
por quien busca la vida que tú expandes
yo te canto Señor en mi pradera
contemplando la voz de tus manjares
no busco comprenderte en tu misterio
pues me basta saber que tú lo sabes
delicioso panal que abriga al hombre
y océano de gracia tus lagares
infinito caudal que siempre alumbra
y fuente que derrama sus cristales
reviviendo mi ser en tu presencia
y en la luz que prodigan tus canales
fui invitado a escucharte en la palabra
sabiendo que tú escuchas aunque calles
contemplarte es eterna complacencia
y yo advierto tus voces inefables
sol divino que enciendes lo que buscas
y conviertes la tierra en manantiales
sólo sabes amar a la creatura
y el amor es la esencia en la que ardes
te bendigo en tu gloria que es eterna
al mirar la belleza que tú sabes
servidor de tu casa me has querido
y me hiciste tu hijo para amarme
Verdades inefables
y cánticos nutridos en el agua profunda
invitan a beber
el polen que prodigan sus vertientes
y a cantar el bullicio que se expande
en voces clamorosas
en íntimos recuerdos
y en pétalos que exhiben su belleza
verdades inefables
conquistan el deseo postergado
de encontrar esa fuente
de fragancias que exhalan su misterio escondido
de epopeyas que nacen de un intento sin niebla
de jazmines que anuncian su verano fecundo
que al libar en sublimes manantiales
arrojan los arpegios de su música
recitan los versículos del viento
y prodigan la paz
en la nítida escucha que entrega la palabra
en la clara versión de un poema que nace
y en el hondo recinto de aquel niño
que respira la gracia
que amanece en el sol
Primavera que anuncias
el tiempo majestuoso de tus horas
engalanadas
de vergeles que lucen su alborada
de cánticos felices en mi nave
de murmullos que nacen en tu nido
musitando recuerdos
acaparando un hálito
que sumerge mi existencia en la tierra
primavera que expandes
un perfume de pétalos que alumbran
y entonan madrigales
impregnando los vientos con su polen
invitan a beber las aguas del estío
y surgen clamorosas sus verdades ocultas
ofreciendo en el cántaro del aire
racimos de nostalgias
canales que bautizan la mañana
primavera que luces
tu voz agazapada que ensaya
vertederos que inundan las áridas planicies
tu casa está de fiesta
y la vistes con ríos de tu sol
Oigo el andar de tus pisadas
que me revelan tu palabra única
y me han traído aquellas luces de tu seno
donde recalo en mi inocencia
reverenciando tu figura
y alimentado en los manjares de tu casa
embelesado por tu rostro
busco indagar los arreboles de tu tiempo sagrado
y en el silencio de tu Verbo
encuentro el eco de mi canto simple
liberando mis ojos que te escuchan sonrientes
y cantan las fibras más ocultas de mi alma sedienta
yo he contemplado
esa sublime majestad de tu presencia viva
las maravillas de tu hora
y las mercedes que han libado
en tu misterio
tu vida es nítida elocuencia que se expande
tu amor es cruz y es despertar y es diaconía
tu pan produce el alimento
tu sangre lava la impureza de mis tientos
he recogido tus pisadas
y he recorrido aquellos rastros de tu paso salvífico
pude escuchar tu sentimiento puro
en el ardor con que me entregas lo que diste
en el afán por conocer horas de gloria...
he convivido con la fuerza de tu gracia fecunda
y al releerte en una cruz sangrante
no alcanzo a ver la magnitud
de tu gratuito don
yo te doy gracias en la tarde
porque he vivido tu jornada
en la verdad de tu presencia
y en el perdón de tu bondad
que me regala aquella meta que me alcanzas
...Dio un golpe con todo su
poder: Deshizo a los soberbios
sus planes.
Derribó a los poderosos de sus
tronos
y exaltó a los humildes...
Vivir es contemplar
los acentos del trino de los pájaros
irradiando alegría
anunciando los sonidos del alba
invitando a cantar las alabanzas que nacen
al beber la belleza del estío
al pasear por los montes solitarios que hablan
al vestirse el jazmín de terciopelo
y al sangrar de esa rosa ya madura y sedienta
de empolvar los vergeles con la ráfaga
de su esbelta fragancia
que pura y complaciente
se goza en aletear entre sus pétalos
y conduce a lo alto
vivir es contemplar
la faena que surge de la siega
el pan que en el sudor fuera regado
la viña enriquecida en los racimos
que trémulos anuncian
la hora de engendrar el nuevo vino
contemplar es velar hasta el ocaso
y dormirse velando en la retina
y morir en los tiempos que fugaces
dan origen al mar
que nos aguarda simple
en su excelsa mansión
donde aparcan las velas
que buscan respirar en su bonanza
Cuán pobre mi Señor es mi equipaje
qué débiles las manos que lo llevan
alienta con tu gracia mis afanes
y dame en tu bondad lo que tú esperas
es perfecta la obra de tus manos
limitada y humilde mi tarea
soy el vaso de arcilla que utilizas
dando fuerzas al hijo que se quiebra
yo no sé caminar por tu sendero
si tu mano y tu gracia no me llevan
y suspiro pensando en la distancia
que me aleja de ti por mi impotencia
y quisiera ser luz para los hombres
y sendero que lleve hasta tu tienda
pero sólo si tú vienes conmigo
llegaré hasta la puerta que me espera
aguardo en la confianza providente
y te ruego me entregues tu paciencia
para ser portador de tu misterio
y el canal de tu amor y tu clemencia
sólo tú mi Señor lo puedes todo
nada puedo mostrar en mi flaqueza
pero sé que siguiendo tus pisadas
y amparado en la fuerza de tu diestra
he de ser instrumento entre tus manos
que transformen mi barro en una estela
que iluminen las sombras del que llora
y encamine los pies de quien pelea
para asirse al amor que tú concedes
a quien busca las rosas de tu senda
Me ha visitado un pordiosero
anegada su piel en la llovizna blanca
incrustada su ropa en sus heridas
balbuciendo palabras
deslucidas y sabias
por fuerza del dolor agazapado
entendí que era Dios
asumiendo en el pobre su misterio
llevándome a gemir con su gemido
pidiendo humildemente la sonrisa o el pan
o una moneda
sin otra pretensión
que vivir la inclemencia de su día
apoyado en las gotas de un bálsamo sincero
mostrando tanta fuerza en su miseria
hablándome en sus gestos
y enseñándome a ver que soy mendigo
cubierto de un atuendo
que esconde mi pobreza porque humilla
He visto el caminar de un pordiosero
allegándose al techo de mi carpa
desgarrado en las fauces de la noche
y aguardando en la tímida esperanza
el bálsamo de amor para su hora
que procura enseñarme con su traza
y he visto contemplando su misterio
la presencia de Dios en esa página
que descubre aquel rostro de su hijo
que vino a padecer lo que me salva
y escondido en las voces del mendigo
se hace carne y procura en su mirada
ser amado en la frágil creatura
donde nace su amor cada mañana
y entendí que también yo soy mendigo
que cubierto con ropas esmeradas
escondí la profunda humillación
de mostrar la pobreza de mis llagas
él y yo padecemos en silencio
las espinas inciertas que nos dañan
y buscamos también el horizonte
que nos lleve a la puerta de esa casa
que promete a los hombres el Dios vivo
cuya diestra nos lleva sin tardanza
y entendí que debía desnudarme
y mostrar la belleza de mi nada
y sumirme en las voces del mendigo
sabiéndome hermanado en su labranza
recorriendo el camino de las piedras
que promete la fuente que da el agua
donde espera en su júbilo la madre
que nos viera sufrir en la mortaja
Es tan pobre mi humilde labrador
que sólo se abastece en la alegría
cuando ve que sus manos se han vaciado
pero puede entregar su propia vida
que sin precio metálico se ofrece
en esa gratuidad que lo convida
a beber el dolor de sus hermanos
devolviendo este amor en sangre tibia
que nace de la fuerza del que vive
y es misterio en el hombre que vacila
por querer demorarse en la riqueza
de enceres y de joyas que marchitan
ese noble deseo de encontrar
el tesoro en desiertos que él camina
ignorando que el precio del hallazgo
es el simple camino hacia la ermita
sin buscar más descanso que la perla
que en su magro desierto está escondida
es tan pobre mi humilde labrador
que convierte su andar en la sonrisa
porque vive en la luz de su hacedor
que todo lo transforma en quien camina
como el leño preñado por el fuego
que al morir con su luz nos reconcilia
...el Poderoso ha hecho grandes
cosas por mí:
¡Santo es su Nombre!
Muestra su misericordia siglo
tras siglo,
a todos aquellos que viven en su
presencia...
Verdadera certeza la del hombre
que descansa en el seno
de la paciente espera
demandado de urgencias
ignorando la apropiada senda
y aguardando en silencio
esa voz que traduce lo que añora
esa luz que dibuja
las olas que buscan su ribera
después de navegar entre los mares
y luego de abrevar en la tormenta
queriendo recalar
en la tarde de extensos arenales que aguardan
la serena llegada de sus aguas
el alma madurando la costa que percibe
se embarca en la ferviente mansedumbre
intuye la inquietante paciencia
porque el sol del verano se ha guardado
y es hora del invierno crudo
y no surge la hora que soñara el marino
y obliga a descender de sus pesares
y crece en el ardor del pensamiento
acumulando espejos de la noche que vela
Compañero del hombre peregrino
el dolor y su llanto
la cruz y su calvario
exponiendo su insólita riqueza
inauguran los tiempos imprevistos
y florecen donando su semilla
que es hálito fecundo
de aquel Verbo
que muere por traernos la alegría
con el pan amasado y el vino estremecido
por la sangre que entrega
su pureza
desprendimiento y paz
y abandono confiado
en quien vive su muerte resurgiendo
son nuevos horizontes que seducen el alma
el triunfo que venciera la agonía increíble
y el espacio de amor resucitado
el dolor y su llanto la cruz y su calvario
redimen el misterio de la noche sin sol
e iluminan con fuego indescriptible
las vertientes del alma
En un denso vergel
encontré ramilletes que aguardan
las miradas de amor
que contemplen calladas
elevando hasta el cielo su alabanza
ramilletes de flores que semejan
a familias que nacen cuando hay seres que aman
el misterio indiviso de Dios
el intento del tiempo por brindar su bonanza
el festejo del niño que descubre en sus ojos
el amor de su padre
el perdón que provoca
la amistad de los hombres
cuando ha muerto el amor
ramillete que invita con su enhiesta figura
a postrarse humildísimo
y fértil promete su riqueza
muriendo en esta vida
y viviendo en la muerte
y al vivir en la muerte nos llama con su vida
ramilletes que adornan una mesa
campanas que repican
y emerge de sus flores el sonido
que me anima a vivir
En el susurro vespertino
que los árboles hablan en su lengua
encontré aquel espacio trascendente
que liberó mis deseos
de ver la veladura de la noche
el oasis lunar
tiempo de contemplar constelaciones
y calar sabiamente en los secretos
de la esfera apagada
y en la esperanza de luces que se enciendan
y brillen en la densa oscuridad
y tapicen escondidas penumbras
que ambicionan beber horas inciertas...
la noche enseñorea los caminos
que ocultos yacen
y amanecen en fúlgidos relámpagos
mostrando transparencia
para sobrevolar aquel sendero
que transita los valles de la oscuridad
y que aguarda al forastero que intenta
recalar en su angosta superficie
y lleno de esperanza
recorrerlo hasta hallarse
en su misterio
Yo he conocido aquella tarde
en que corriendo por los valles de mi campo
he descifrado aquellas letras
que me escribieran con pasión un largo canto
revelaciones impensadas
que se entregaron al oído allí postrado
y embelesaron mi existencia
con la sonora percepción de su badajo
he descubierto aquel tesoro
imaginado por filósofos y santos
y pude hallar en su bebida
aquel secreto que me encierra en su embarazo
quise encontrar en esa tarde
mi propio ser con la palabra amalgamado
y comprendí que fuera el Verbo
quien ha querido amalgamarme en ese hallazgo
pude beber aquel misterio
aunque no supe contenerlo en mi descanso
pero viví de sus fulgores
al percibir aquellas luces de su faro
y en la morada y sus arpegios
me vi volar hacia confines impensados
Hoy vuelvo a verme en aquel suelo
con la palabra de mi Dios, tres veces santo
Inusitada aquella noche
que me envolviera en su letargo
y me insinuara contemplar el universo
que echó raíces en los cielos
y fue amarrado a las estrellas
como una extensa nave
he contemplado ese universo
hecho de múltiples y diáfanos poemas
que se entrelazan como abejas
que se acomodan en la urdimbre de su enjambre
y eché a volar mi pensamiento
acurrucado en aquel vértigo que clama
por indagar la senda
inhalar su fragancia
y por beber en sus canales
donde el misterio alumbra
es la insondable creación
invitación para engendrar aquella fuente
donde nacieron los destellos
que se remontan al que vive y es eterno
y en mi elección inalterable
exhala
aquella rica densidad que me desvela
Ésta es la hora del silencio
donde ha callado la palabra que yo hablaba
y éste es el tiempo de la vida
que ha comprendido una belleza que se explaya
en el silencio de la tarde
puedo escuchar intimidades de mi alma
que se confunden en un gesto
y se dirigen a mi Dios dándole gracias
en el recinto de mi pecho
bullen recuerdos y promesas contempladas
y no sabrían mis intentos
embalsamar las alegrías que me apañan
han sido tiempos de una siembra
y hoy me refugio en la semilla cosechada
que ya no sueña su futuro
porque ha logrado florecer lo que aguardaba
todo el silencio me es posible
cuando en el Verbo deposito mi esperanza
de proclamar aires de gloria
al hacedor que en su bondad me acurrucara
callan mis voces y mi canto
y oigo armonías conjugadas con palabras
que en lo profundo de mi ser
encuentran ecos de la voz que me llamara
canto al Señor entre las fibras
cuyo sonido ya no expresan mis baladas
porque detuve mi carrera
para habitar en ese sol que arde en su llama
Vi los destellos de tu cielo
que refulgían en el sol de aquel ocaso
y percibí con su fragancia
esas primicias que se esconden en mi tallo
en la esperanza de la luz
que ha de encender el ofertorio que consagro
y en el amor que me prodigas
cuando deseando descansar busco tu manto
he de vivir estremecido
por jubilares esplendores de tu halo
y en la certeza de mi hora
donde vendrás a cobijarme entre tus brazos
y he de cantar tus alabanzas
que eternamente serán música en mis labios
y he de escuchar al contemplarla
esa mirada que es la rosa de mi canto
tuyo Señor he recalado
en ese puerto que recoge mi pasado
y me promete la mañana
adormecerme como niño en el ocaso
cuando escuchando sinfonías
logre vivir lo que la muerte ha cosechado
y en las estrellas de la gloria
dejar en huella muy sutil mi humilde trazo
Siento la brisa de los valles
que me refrescan en el agua que regalan
siento el perfume que aparece
embelleciendo el aire tibio que se explaya
veo surgir de la vertiente
gotas inmersas en canales que restañan
esa pradera que he sembrado
en la certeza de beber su voz temprana
oigo el murmullo de la noche
cuando el silencio con su manto se propaga
y me seducen las estrellas
que han estampado su color que alumbra y calla
el horizonte vespertino
ha requerido contemplar su filigrana
cuando ya el astro se ha escondido
para dar luz en otro tiempo y otra sala
corre la noche silenciosa
que ha de aguardar pacientemente la alborada
donde ya todo se congrega
en torno al astro que ilumina la mañana
oigo en la luz de la memoria
esos gorjeos que darán el agua mansa
de aquellos cánticos que esgrimen
esos coreutas que aligeran toda carga
naturaleza balbuciente
que te enterneces regalando tu mirada
yo te recibo en mi retina
y en comunión con el misterio que proclamas
Caminar es vivir en la sonrisa
posada en la verdad y en el ingenio
trepando a los sublimes ventisqueros
porque el sol en lo alto
emprende jubiloso la mañana
y la baña de luces que germinan felices
intuyendo la sed que está en la tierra
aplacando nostalgias
horadando silencios que se ocultan
y ufanándose
porque nace en la historia un nuevo día
que alimenta su tiempo
jugueteando entre el llanto y la certeza
y aspirando a crecer en la alegría
que transmite esperanza
y prodiga el amor donde ha nacido
En los recodos del camino
han sugerido su descanso mis pisadas
cuando en la pura trascendencia
quise encontrar una respuesta prolongada
que me señale en sus matices
a descender hasta confines de mi alma
quise encontrar esa vertiente
que me alimente con la vida de sus aguas
y embellecer aquel instante
donde se vive el arrebol de la alborada
cruzando piedras y arroyuelos
sentí la herida de mis pies ensangrentada
y al ascender enardecido
quise que el monte hasta mis ojos se abajara
he recorrido vanidades
que nunca saben responder lo que me aguarda
y he renunciado a ver la noche
donde la densa oscuridad mi sed apaga
he visitado en mi descanso
esos recuerdos que anticipan la mañana
de aquella estrella sin fronteras
que ha de brillar en las raíces de mis plantas
oigo el silencio de una tarde
que ha fascinado misteriosa la mirada
y me provoca mansedumbre
el despertar de aquella música estrellada
he de vivir en esa búsqueda
de aquella tierra que mis ansias conquistaran
en la infinita claridad
del sol ardiente cuyas llamas no se apagan
Supe encontrar entre la bruma
aquella estrella que ilumina
ese candil que vela
la mortecina llama
que gime por los vientos
la caricia insinuada por el sol
la esperanza sin tregua
por hallar el camino
que me acerque al jergón de mi morada
al brioso corcel
al empeño de verme amalgamado
con la flor de la tarde
con la estela que deja mi velero
con la plácida voz
de la mañana encinta
he visto en el misterio
calidez de esplendores
relámpagos de gracia
encendidos ciriales
que alumbran mi existencia
y he corrido buscando
la brisa de la noche
la rosa con sus pétalos abiertos
y el jazmín que redobla su alegría
inundando mi ser en su fragancia
e invitándome a dar
esa misma fragancia que nace del amor
y expande su frescura entre mis versos
Magnífica la sede
que en sublime aposento
cobija al hacedor de los mundos creados
y embelesa a los hijos que velan a su diestra
alabando con voz angelical
contemplando aquel rostro
de talla luminosa que esplende
descubriendo en creciente magnitud
la belleza de Dios único
coloquiando secretos con la luz ya visible
la verdad escondida en cánticos de flores
el amor encendido
que esboza en este mundo
su matriz
bendita la posada
que aguarda mi existencia pasajera
bendito aquel espacio sin fronteras ignotas
la esperanza del hombre
que gime su misterio
la añoranza del niño que busca
esmaltado jardín
de la rosa infinita
reluciente mirada
que anhela recrearse en mi recinto
mansedumbre y quietud
bellísima pradera
para todo el reposo
...
oh sublime Señor que me creaste
oh divino esplendor que ya me alumbras
es corta la distancia
hasta tu huerto
y larga aquella espera
que llora la escalada sinuosa!
ven pronto
hasta mi techo
y enardece mi tiempo en su demanda
de verte ya en tu cielo
al fin de mi carrera!
acorta aquel silencio de tu Verbo
prepara la morada de tu hijo
y encamina mi vida
que advierte tus fulgores
y clama en el deseo del encuentro escondido!
que mis ojos adviertan tu amor y tu piedad
y en el tiempo que aguardo en tu paciencia
concédeme gozar
de la entrega que esperas descubrir
en mi humilde posada
que en débiles paredes
suspira en la esperanza
de tu eterna mansión!
He respirado aquel instante
que me indicara la certeza de mi cena
de aquella cena inmerecida
que fue guardada en los opúsculos que velan
he respirado la esperanza
y cosechado inveteradas las estrellas
que me regalan su diamante
y me señalan los anuncios que me esperan
he recogido en mis pisadas
el remolino de los vientos que pelean
y he desechado vanidades
que han ofrecido los paisajes que aletean
por imprimir sellos oscuros
en el almácigo del hombre que navega
he respirado en alto cielo
cuando no pude revivir en esta tierra
y el cielo baja hasta mi seno
para indicarme los matices que me encierra
he cobijado alegremente
toda palabra que me enseña en su destreza
a transitar en la confianza
y a perseguir las invisibles madreselvas
La cumbre de aquel monte
que advierto en los albores de mis ojos que velan
e invita en su estatura recia
a buscar en las piedras
la escalada
ansiando regalar algún sendero
cincelado de grietas espinas y quebradas
yo sé que aquel camino
desparejo y desértico
es duro y desconoce
las voces de su rostro
es áspero y vacío
es largo y se hace corto
en la aparente cima
y renueva su marcha en el silencio
resuelve mis pisadas en puro interrogante
y revive su voz cuando camino
esperanzada el alma
que cobija mis pies meditabundos
...como lo había prometido a
nuestros padres,
a Abraham y su descendencia
para siempre..."
(Lc. 1,46)
Desciendo por el parque de mis días
recogiendo vivencias de mi sueño
contemplando claveles
en el agua que surge
disipando las nubes que crecen
que infligieron temores
horadando el misterio con la paz de la espera
que me salva
jugueteando en silvestres pedregales
añorando la brisa ya madura
y esperando por pétalos
que me anuncien un tiempo de cosecha
la hora de la esquila
la esencia musical de la existencia
la certeza que surge del amor sin confines
la corteza del árbol
que me entregó su sombra
desciendo por el aire de mis días
y encuentro el aletear de las gaviotas
y vivo en el impulso de la fuerza del viento
suspiro los cantares que amanecen
y aduerme en el silencio de la tarde infinita
descanso en el refugio solitario
de quien vive en su canto jubiloso
de quien llora nostalgias
del que busca sin pausa la página anunciada
sabiendo que su dueño
romperá las compuertas
de su celeste espacio
y vendrá cual humilde servidor
a ofrecerle su cena
He visto al ciervo que en carrera
me privaba del júbilo por alcanzar su vuelo
quise esperarlo silencioso y firme
pero escapaba de mis pies y de mi anhelo profundo
no pude ver en mi tímida osadía
aquel sendero que aguardaba su paso
quise encontrarlo en su posada agreste
y no logré los signos de su imagen
que me dieran certeza de su estancia
y nada he podido con mis ojos
ni con la fuerza ardorosa de mi búsqueda
y en esa nada he contemplado
incertidumbre en mi desvelo
y mi sutil quebranto
yo sé que sin sus huellas
nunca podré regocijarme en el intento
surgen clamores de viril paciencia
y en la paciencia veo
en largo aliento
alguna seña prodigiosa y clara
que me revele el hueco de esta ausencia
que me dibuje una esperanza
y que me enseñe a caminar
a paso lento
todo será un encuentro simple
cuando pueda advertir
que el ardor vertiginoso y rudo
no puede hallar lo que el silencio
que en la adorable plenitud
se allega al rastro
Cálidas voces de la noche
esas estrellas que amanecen a raudales
copos de nieve iluminados
que me restañan contemplando mi estatura
frutos de primavera altiva
que cual racimos se presentan
en esplendores que las sombras apetecen
y van gestando haces de luz
con fuego propio que calcina la penumbra
vergel nutrido de esos frutos
que han abismado en alta esfera su misterio
iluminando en sus matices aquel espacio que sonríe
al recibir la fiel prestancia que da el cielo
el horizonte está en la altura
relampagueante en las estrellas que fugaces
muestran el fin de su destino
que ha recorrido las galaxias prisioneras
del universo que gestara su textura
cálida noche que esmaltaste
con tus efluvios estelares mi deleite
al congregar astros purísimos
te has convertido en manantial
que embriaga el suelo
Las algas que yo viera
en la orilla del mar
contemplando su tiempo
sugieren avatares de la historia
evocan los escollos que impidieron volar
invitan a beber en el agua que vive en el océano
en los aires que tejen en su orilla
y en las olas que rápidas conducen
al camino que nace en una playa serena
adornada de tunas
y sembrada en pequeños caracoles
y advirtiendo el andar de los pies en sus huellas
que tímidas buscaron
mostrar la faz del hombre
que anhela recalar en las arenas
para escuchar la fuerza del oleaje
y cual monje en la página del Verbo
rumiar en los matices de esas aguas
aspirar en el aire su grandeza
y llegar hasta el vívido horizonte
que le encienda el candil para su noche
Celebro los arpegios que fecundan
con sus notas la aurora que amanece
arpegios de los árboles que entregan
sus floridos matices que prometen
el cantar de los pájaros que inducen
alabanzas nacidas en las mieses
el melódico juego de las olas
que el arroyo pronuncia cuando emergen
sus aguas con los flecos de la lluvia
que aumentan el caudal donde se mecen
la nieve que se posa en alto monte
añorando aquel sol que la recree
el camino sinuoso de los riscos
donde surcan los pasos que se precien
el anhelo de estar allá en la cima
donde el hombre y su sed muestran su temple
los rayos de aquel astro que ilumina
la jornada y el fruto que allí crece
la paloma que danza en festivales
con su vuelo que vive lo que cree
el jardín que en sus múltiples matices
aletea en mis ojos lo que vierten
el que crea los astros y los mares
ofreciendo su meta que enardece...
Yo celebro el caudal de tanta vida
que es vida que me siembra para siempre!