I
Veloz en los arroyos que cantan
iluminando tiempos
esparciendo las gotas de su cántaro
regando mis almácigos
y adentrándose al seno de mi pecho
en aras que despiertan su murmullo
II
Bonanza en la tormenta
quietud en la violencia
descanso en la tarea sinuosa
la sed del corazón que busca
aplacar el clamor
amanecido en que sueña
un recinto de paz
en las brisas que nacen repentinas
III
El vértigo del tiempo
cobijando mis horas se apresura
y buscan el sosiego
de aquietar huracanes y penumbras
encendiendo el amor
IV
El cielo nos trasciende
el ímpetu del cosmos avanza
encuentro mi respuesta
en las estrellas
en el fervor del aire
y en la cena fraterna
Danza Señor tu celestial mirada
vibra tu voz en el vocablo mudo
busco encontrarte cuando ya desnudo
el recio frío mutiló mi nada
sé que caminas como flor gemada
junto a mi pecho porque ya no dudo
de tu presencia donde nadie pudo
envanecerse en singular morada
sólo tu gloria purifica al hijo
que te descubre en el amor sin tasa
aquel naufragio que en silencio dijo
que tú le entregas en tu fuerte brasa
aquel calor que el ruiseñor predijo
en su vertiente de fecunda casa
Versículos de sangre
torrentes impetuosos que avanzan
vertientes inundadas por música de pétalos
celebran la tierra emancipada que entona
cantares de alegría
ensayos de rumores renacidos
ampliando los corredores de la libertad
respetuosos del hombre
y su misterio
coloquiando secretos
de un tiempo que comienza
el celeste que alumbra en alta esfera
y se convierte en el techo
de aquéllos que han clamado por el sol
en el alma
en estridente grito
en el sueño que nace imaginando
una paz que revive
Despliega su vorágine el verano
y amortigua su sed el agua pura
concediendo beber con su ternura
el descanso y la paz en tiempo vano
en el alba que surge en este llano
soy regado en mi frágil desventura
por las vides que entregan su futura
y añejada versión en propia mano
el minúsculo pago de la historia
lo adivina el guerrero que se empeña
en durísimo afán por la victoria
cuando oyendo las voces de la peña
descubre en el ajuar de su memoria
la respuesta a preguntas que él enseña
Venciendo las penumbras
engolfando esperanzas en mi pecho
añorando la tierra que entregara sus mieses
rehago mi camino entre los surcos
aliento el corazón con los bríos que impulsan
a beber el silencio en la palabra
a enraizar mi existencia
en el misterio fecundo
a ensayar una senda promisoria
a empalmar mi carrera
con la voz que surgiera de una brisa
consagro con las huellas de mi andar
el deseo de ver entre las sombras
el intento de hallar algún tesoro
en intrépido paso
que promueva mi tiempo encanecido
mi vida ha conocido oscuridades
en la humilde concordia con las luces nocturnas
en la paz de la selva insospechada
en la blanca espesura de la nieve que hiere mis pupilas
en la voz silenciada por un leño cruzado
visualizo el secreto de la tarde
recorro los mojones que detentan la línea del camino
y abrigo en el silencio
esas redes que el cielo me depara
Reclina mi existencia esperanzada
en racimos del sueño que sembrado
promete redimir en su cuidado
la ingente realidad aletargada
la armonía que estrena la jornada
en pradera sutil de su collado
es anuncio del paso que esmerado
restaurara la tierra agazapada
y en la cumbre del cerro solitario
el rocío y la nieve que refleja
el brillo de aquel astro sagitario
intenta contenerme cuando deja
su fulgor en sublime relicario
que encontrara el candil donde se espeja
Concierto de palabras
sintonía de almas que confluyen
celebrando el misterio de la historia
irradiando emociones que perduran
reviviendo su amor entre los surcos
al recoger los rostros
maquillados por pliegues
del tiempo y sus razones
que anuncian el paisaje de las horas que fueron
aunque brilla en sus ojos
la sonrisa nostálgica
las horas ya se han ido
y se produce un nuevo despertar
del calor y el andar del amor en sus huellas
eterno es el deseo de la vida
y eterno será el gozo de la tierra que viene
y en esa proverbial infinitud
ya sólo habrá un espacio que recuerde
los pequeños encuentros
de seres que caminan la vida agonizante
y hoy se descubren
cuando nace la noche
y se apaga aquel sol de una jornada
Animado en palabra majestuosa
que busca describir horas de cielo
cultivo en el recinto donde velo
luminarias que nacen de la rosa
enaltecen al hombre que reposa
cuando surge la paz en su desvelo
por la libre elección y humilde celo
contemplando la nieve que rebosa
con la clara conciencia de la gloria
el mortal que se entrega hasta la herida
crecerá en avatares de la historia
peregrino que aguarda su partida
descubriendo la huella en su memoria
que conduce a la patria prometida
He cobijado la intemperie
con la destreza que procura el hortelano
en la defensa de aquel monte
que ha de entregarle en un racimo sus naranjos
sé que la vida ha sido envuelta
en mensajeros que sus tiempos allanaron
y en el extenso corretear
debió encontrarse con la lluvia y con el barro
tejiendo días inconclusos
en orfandades que declinan sus espacios
y renaciendo concluyentes
aquellas horas que enternecen con su manto
en el esfuerzo de los hombres
surgen fatigas que maduran en su llanto
pero también nace el silencio
que nos permite recrearnos con su paso
no es el camino aquella meta
que he contemplado con mis ojos en mi barco
sólo es el puerto lo que busco
al trashumar entre quebradas y peñascos
y porque el fuego que yo anhelo
es insondable bendición y bello canto
son ya pequeños los escollos
que se interponen en la senda que yo abrazo
es el ardor de aquella zarza
y la embargable posesión en hondo trazo
que me sumerge en su misterio
y yo deseo celebrar mientras avanzo
Singular ofertorio vespertino
el cansancio nacido en las labores
donde surgen silencios y clamores
que enardecen el ojo peregrino
la genial expansión del monte alpino
y la nieve postrada en los albores
de aquel día que brota en sus primores
emerge en una siega repentino
resplandores de vida reaparecen
ofreciendo su mística elocuencia
en la paz que recitan cuando crecen
los amores que claman su inocencia
los montes cuyas piedras amanecen
y el hombre que reclama su clemencia
Soy mendigo que busca tu palabra
golpeando los portales de tu seno
añorando libar en tu presencia
y viviendo arreboles del misterio
al colmar con tu paso inextinguible
mis oídos que escuchan tu silencio
y también soy mendigo que recala
en la casa del hombre que viajero
necesita escuchar en su camino
el mensaje nacido de tu Verbo
y golpeo sus puertas miserable
que nacido en las luces del encuentro
necesita ofrecer de sus alforjas
las riqueza que goza en su desierto
donde come del trigo que se amasa
con palabras que anuncian lo profético
y embebido en el aura de su gloria
participa su don al forastero
aguardando en su puerta aquella entrada
que permita ingresar al mensajero
que es palabra y es pan que me ha salvado
y busca su recinto en cada alero
Sueña la tarde en su canción nocturna
vive en los surcos la semilla encinta
sangra el rosal por esa flor extinta
y alumbra el sol con su coraza diurna
viven secretos que en pequeña urna
guardan acordes que escribió la tinta
y al anudarlos con preciosa cinta
velo la hora donde taciturna
vuela la nube con veloz carrera
surcando el cielo que vibró su blanca
textura ardiente que nació en la esfera
y en el espacio donde emerge su anca
clama la tierra cuya sementera
colma la sed que la sequía estanca
Bendita aquella hora
que me lleva a beber el agua clara
y busca presurosa
renacer de la sombra en su balada
y amanece en el tiempo
que madura las voces de mi alma
yo encontré mi sendero
en los cauces ocultos de la zarza
que ardiendo en ese fuego
me produjo el descanso y la bonanza
recorrí aquel desierto
escondido en los odres de mi nada
y escuché aquel sonido
que me dio la existencia en la palabra
qué duro caminar
si la senda se muere agazapada
y descubro la meta
que en la vida su huella fue plantada
y he elegido correr
solamente mirando la montaña
pues emerge el camino
cuando busco el calor de la posada
Milagrosa la tarde y su coraza
que pronuncian las voces de su fuego
en el vivo crepúsculo que ruego
me cobije con hojas de su traza
bulliciosa la vida que se abraza
al tiempo que anillado en propio juego
permite recrear al hombre lego
que brega en alta mar con su barcaza
caminos de la tierra en sus caudales
encierran los humildes pensamientos
que salen a la luz en los ramales
regados por el agua que en sus tientos
resguarda con amor a sus rosales
y los riega en la fuerza de sus vientos
Sembradíos que asoman su nascencia
y brotes de los árboles que crecen
anunciando el estío en primavera
y soñando cosechas que alimenten
irradiando aquel fruto que está oculto
en la tierra que riega la simiente
es pequeño el fervor que allí ha surgido
y grande la esperanza que florece
del labriego que anuda su sapiencia
cuando nace la rosa que merece
y alegra en la confianza de la vida
contemplando en sus ojos nuevas mieses
con las notas que surgen de la aguada
y palpitan en surcos que estremecen
y embebido aquel suelo en la pradera
desborda con el agua lo que emerge
y traduce los brotes en sustento
sometiendo aquel hambre que sumerge
La vida entre la aurora y el ocaso
otea el corredor de cada día
recogiendo en excelsa melodía
multiformes matices que en su paso
distinguen con vigor en cada trazo
idéntica expansión cual sinfonía
en el mismo carril de un solo día
que no bebe en las riendas de otro lazo
multitud de jornadas similares
diferencian su voz cada mañana
y en la tarde de tiempos seculares
la infinita bondad de la fontana
habité en los arpegios singulares
de las notas que el sol siempre desgrana
Rugió la tarde gris
en la voz que anochece
y en crepúsculos vagos y sombríos
y crujió la tormenta
entre nubes cubiertas en oscura posada
y callaron las voces
de pájaros cantores
y encendieron el ruido
del silencio callado
y ya extenuado el día
que atenaza recuerdos
de pimpollos y rosas
que apagaban su canto
refucilos hirientes engendraron temores
y treparon su fuego
que abrieron amenaza de centellas
y opacaron los aires del remanso
el trueno estremeció mi pobre choza
y el diluvio cundió en la geografía
bañando aquellos brotes
de la humilde semilla
y en medio de penumbras entreabiertas
el agua me anunciaba la esperanza
de trigales en flor
de fecunda cosecha
y de nuevos y densos manantiales
que regaron la noche
alumbrando aquel sueño
de encontrar el frutal de aquella espiga
sedienta del cobijo
que la lluvia prodiga
en su remanso
En las tibias arenas de la playa
regadas por el mar que las visita
entona su versión en propia cita
el velero que anuncia lo que ensaya
y al entrar en el puerto en que se explaya
ve nutrirse su casco que palpita
por sembrar la semilla que recita
aluviones de espigas en su talla
no ha venido el velero a la cosecha
sino a dar partituras de esperanza
cuando el hombre su música desecha
y llevado por vientos de bonanza
redime su velamen en la estrecha
cavidad que reclama su semblanza
Viví la madrugada
enchida en los albores de su fiesta
y entendí que su luz
es esa fiesta del hombre itinerante
que encendiendo las llamas de su faro
ilumina las olas de la nueva jornada
y apacigua temores que escucharon respuestas
y encienden el andar de las pisadas
dispuestas a vivir
dispuestas al amor en don gratuito
dispuestas a morir en cada surco
la vida es luz y proyecta geniales repertorios
y ensaya conducirlos hasta el puerto cercano
y alegra la incesante añoranza de la patria
Dios es luz y sus hijos caminan en la luz
que aniquila la sombra somnolienta
y dispone el camino pertrechado
con las armas que cuidan la humilde criatura
en su esperanza
Aguardo en los almácigos del día
serpentinas de mieses en espera
de alcanzar el frutal que allí pudiera
deslizarse en el hambre y la sequía
por el claro sustento que envolvía
con sus redes la tibia primavera
de los hombres que invaden la pradera
y beben aquel pan que amanecía
y al oír manantiales en acecho
su líquido fervor ha permitido
generar sus bengalas en mi techo
y aquel día en su seno ha recibido
el rigor de carencias que en su lecho
gozará del poema acontecido
Cobijo en la cascada
laboriosa hidalguía del eterno silencio
que se mece callando
y cubre la orfandad de mi despojo
con gotas de su seno
con el agua que pura y trascendente
regara mi destino
y marcara canales entreabiertos
de la fuente humildísima
que aguarda marejadas que la colmen
para luego verter
la riqueza que mana de su vientre fecundo
preñado de luciérnagas
del sol que la conquista en su pureza
y emerge rutilante
en mis terrones ocultos
Vibrando escucho el madrigal que aguarda
celestes notas en su grande altura
y en la terrestre y singular textura
de éste mi suelo que feliz me guarda
busco destellos cuando el tiempo tarda
en hallar puerto aunque su voz apura
vertiginosa su carrera pura
hacia aquel fuego que su luz retarda
son esplendores que fugaces vuelan
las creaturas que en su voz ardiente
viven los tiempos que ignorando velan
aquel encuentro que nació silente
y hoy se despierta cuando el sol anhelan
y me apresura a pernoctar latente
Misteriosa palabra
que vibra su latido en mis entrañas
impregnando mi senda
en ríos rebosantes de su esencia
y en suprema añoranza
que responde a los ecos de su voz
misteriosa palabra
que adivina vital interrogante
y sumerge en sus letras
el descanso la paz y el horizonte que vela
mis labios la pronuncian
y vivo en su frescura y resonancia
en fibras de mi alma
que aclaman los anuncios de la patria que viene
y reclaman jadeantes
la belleza y eterna beatitud que aloja Verbo
cuyas aguas expanden
su magnífica luz
y su rostro bañando la esperanza
donde el tiempo conquista
la hora que indecible y sorpresiva
recala en ese sol del mediodía
Embriagan con su néctar florecido
los aires de la brisa perfumada
que surge de bellísima alborada
e intenta reclinarse en mi vagido
los frutales del tiempo sumergido
emergen escuchando la balada
que destellan en mística posada
los cielos en el cuenco de su nido
horizontes de pétalos y estrellas
almacenan recuerdos del futuro
que aparecen con fuerza de centellas
por llevar prisioneras su ser puro
de nostálgica paz las luces bellas
que adivina el ocaso ya maduro
He buscado cantar
las bellezas que nacen de la selva marina
y el murmullo del ave
que surca mi campo
y el andar silencioso y profundo
del sutil pensamiento
del abismo que clama en esa hondura
y la esfera celeste que brilla jadeante
he podido cantar
los compases del tiempo
los bemoles del aire
y el sinfónico faro del destello
que en la estrella resurge
he vivido en la danza
de aquel sol que recita por la tarde
cual disco en su vértigo
el susurro de rayos
que escuchan fulgores de plata
he sabido gozar
de la túnica blanca que esparce
el jazmín que derrama sus pétalos nuevos
y regala su dulce fragancia
y he querido brindar
con el vino que nace
en mi viña madura
y el frutal que alimenta
mis espacios sedientos
de abrevar en la savia
que recorre el jardín en sus retoños
y del hondo universo
resuenan las voces del Verbo
que aclama la fuente
El vacío del tiempo en su premura
de colmar recipientes que padecen
la sedienta visión donde amanecen
ciriales en su prístina figura
reclama retozar en agua pura
que lloviendo sus gotas apetecen
inflamar en rocíos que aparecen
por cubrir la selvática estatura
esa sed que provoca en el estío
plantaciones de viñas fecundadas
y racimos que nacen en mi río
es la sed que en las horas encrespadas
no la apaga tan sólo el ruego pío
sino el agua que surge en marejadas