Me he sumido en las noches del verano
contemplando las luces de la esfera
que procura vivir su primavera
emulando la voz del gesto humano
cuya fiesta la expresa con su mano
cuando siembra las notas que asevera
encontrar en el alba sin frontera
encendiendo un recuerdo sobrehumano
oh purísimas perlas las estrellas
que en silencio devoran la distancia
y semejan cristales de centellas
que no saben vivir en otra estancia
que en un cuenco de luz por ser tan bellas
y se nutren de fúlgida prestancia
Escucho aquellas notas que en un templo
zigzaguean en tímpanos vibrantes
y enjoyan con caireles de sus lámparas
orquestando la música en sus aires
el sonido creciente de la fiesta
y el clamor reiterado del orante
en la música viven su oratorio
y prodigan fervor al trashumante
pues la fuerza genial de los arpegios
y el canto que me expresa su donaire
me llevan al recinto solitario
donde moran las notas en su enclave
y descubro raíces de lo arcano
cuya voz fortalece mis embates
son cantares que fluye el pentagrama
porque esgrime en sus trazos el que sabe
entonar su pletórica cadencia
y trazar una página que salve
Surgen de la vorágine nocturna
emblemáticos cirios de aquel ascua
que alumbraran la noche de los tiempos
iluminando vidas que desandan
de inútil correr sin trascendencia
a la esbelta carrera hacia la zarza
pasan los manantiales en la tarde
y enceguecen canales con sus aguas
canta el zorzal que anuncia su vigilia
y entona madrigales que descansan
renacen las estrellas su concierto
con arpegios de rayos que propagan
la serena visión que da la luz
en la oscura mansión de su velada
rugen las arboledas en ciclones
que rasgaron frutales de mi zafra
pero velan los pinos silenciosos
orando con sus manos su plegaria
Oh noche que develas mis enigmas
en la muda vertiente de tu sombra
oh noche que palpitas en mi pecho
indagando en las voces de mi alondra
tú conoces el vértigo en su temple
y recorres la senda de sus coplas
tú respiras los aires que inseguros
palidecen y nacen mi zozobra
tú caminas en tímida osadía
donde se abre el silencio que te nombra
y vives envolviendo tus camelias
que en pacífica búsqueda te arrogas
y conviertes el claro firmamento
en vergeles de luz y de magnolias
Inmaculada Madre que me entregas
tu pureza tu amor y tu mirada
tu cuenco sin mancilla fue aquel seno
donde el Verbo encendiera lo que exhalas
eres Madre del Hijo que redime
y Madre de los hombres que en su alma
descubren la entereza de tu canto
y cobijan su vida entre tus palmas
tú fuiste del Señor la esclava humilde
y él consagró en tu ser su esposa amada
que nutriera en su sangre al Hijo amado
y sangraste por mí porque me amas
hoy celebro la fiesta donde naces
para siempre en tu nombre inmaculada
y señala su voz que mi camino
ha de seguir tu huella en su labranza
imitando a Jesús en su pobreza
y naciendo en la luz crucificada
Vi que la magnitud del universo
diseñaba distancias siderales
y alumbraba la faz del infinito
sin distinguir las luces de su valle
todo ese misterioso pentagrama
de estrellas y galaxias con sus mares
tejen la geometría milenaria
que pudiera surgir en este ensamble
sublime magnitud que me revela
las eternas fragancias que se expanden
como un simple reflejo de quien crea
el misterio y constantes ideales
de encontrar en la fuente su riqueza
aunque fuera camino inexpugnable
alentando el deseo del hallazgo
y escribiendo destellos imborrables
Caminé por la calle silenciosa
reflexionando escollos y verdades
descubriendo en la voz de tantos hombres
desamparo y rugir de vendavales
donde deben vivir sobrecogidos
deambulando en sombríos arrabales
todo hombre devana su existencia
en medio de confusos avatares
que convierten su vida en ese otoño
despojado de flores y telares
para luego encontrarse en el silencio
que invita a contemplar en soledades
esperanzas que guardan en sus ojos
buscadores de mieses y lagares
que saben aguardar en su paciencia
el hallazgo de tiempos inmortales
que ofrecieron la vida en sus coloquios
y pugnan por verter sus manantiales
He bebido nutrientes que aseguran
caminar por la historia y sus arpegios
descubrir las insólitas respuestas
que aparecen en íntimo desvelo
y cruzar por los mares navegante
detrás de aquel destino que es misterio
y sabiendo velar en alta mar
por vivir la belleza de su espejo
he bebido en oleajes y arenales
repertorios que esconden su secreto
indagando encarar entre sus aguas
y en las playas que aparcan mi velero
he sabido encontrar cantos de paz
en las voces que escriben un encuentro
y pude recorrer en plena noche
repentinos y plácidos momentos
que permiten ahondar entre la sombra
sabiendo que la luz estalla adentro
He contado sinuosos laberintos
y he trepado a los valles de la aurora
que ameniza iniciando la jornada
preñada por el astro y por su sombra
y he querido aparcar en la baguala
de la humilde guitarra cuyas notas
son un timbre de paz para mis ojos
y el gesto del amor nacido en coplas
el calor que provoca la alborada
en la senda que enciende lo que evoca
es la voz que preciada en esta tierra
aparece entusiasta en la casona
donde viven silentes los ensueños
exhortando a beber lo que provocan
y emisarios del tiempo transcurrido
adivinan el cauce de su hora
donde arraigan las mieses del recuerdo
y el andar de los tiempos se recobra
Astro sabio que emerges de la sombra
que la noche me entrega a tu descanso
tú provocas el vuelo que se expande
en mesetas quebradas y remansos
tú sabes la vital magnificencia
con que brotan los hilos de tus rayos
y entregas con amor esa tibieza
que nace de tu entraña y su embarazo
tu amas la alegría de dar vida
y sabes explayarte con el canto
que rige los paisajes de tu senda
y alimenta el oído en su quebranto
tu voz la que recita tu verdad
y tu seno brasero cuyo manto
calidece en el frío del invierno
y alivia el caminar del hortelano
tú enseñas a entregar calor y vida
a quien busca encontrar tu fiel retrato
e impulsas a entregar todo su fuego
a quien vive sembrando por los campos
La tarde gris es el almácigo
donde se entierra la semilla y palidece
hasta encontrarse con su ocaso
y en el secreto padecer su propia muerte
es el aljibe donde brota
como aquel agua el recital de la vertiente
que se ha escapado bulliciosa
y me revela los arpegios de la fuente
clamo escuchando aquel sonido
del aleluya de la vida en la simiente
que resucita con audacia
para entregar notas de sol entre las mieses
oh feliz muerte que has parido
frutos de savia en las espigas que se mecen
con singular algarabía
porque ha triunfado el ruiseñor echando redes
donde los peces y las flores
se congregaran por tallar sendos vergeles
Ardor de vida pronunció la tierra
cuando mojada en regalada lluvia
pudo soñar sus proverbiales mieses
mostrando en ellas su verdad fecunda
guarda mi suelo su matriz ferviente
cuando prodiga lo que el trigo alumbra
y entrega toda su riqueza encinta
hasta aplacar la densidad que abruma
al que sediento le rogó que encienda
todo su amor porque la muerte angustia
y aquel frutal que fue engendrado en ella
se regocija en el mortal que busca
recolectar en el humilde vaso
el alimento que le dio frescura
y recrear en el jardín del alma
el jubiloso madrigal que ilustra
la providente y laboriosa tierra
que sólo quiere regalar su hondura
Aquella excelsa magnitud del alma
fue convertida en singular sagrario
y arde en su joya como relicario
del rey del cielo que en su amor empalma
con ese cuenco que encontró en mi alma
pequeña sede cuyo lucernario
canta alabanzas en el escenario
que es fuente pura de la noche en calma
mi huésped quiere en la frugal posada
sembrar la gracia que nació en la cima
de aquel calvario que vivió postrada
la redención de quien cantó su rima
entre los versos cuya voz fue dada
cuando su muerte floreció en la sima
Busco en mi prado diseñar mis horas
en la espesura que abre su horizonte
para encontrarme con el tiempo clave
en los enigmas que describe el hombre
sublime estirpe del aliento mío
que me reclama reavivar mis odres
en la esperanza que tejió el camino
y el amor puro que anidó en mi cofre
excelsa tarde que me entrega el astro
por fusionarme en las contemplaciones
de hermosas vides y frutal que enciende
mi propia sed al recorrer la noche
gozo en el alma por la paz que encierra
esa montaña que invadió mi norte
y me procura aquella senda pura
que me depara lo que el viento esconde
quiero morar en la preciosa aldea
donde mi aljibe construyó el adobe
en que mi techo mereció guardarme
y resistir al vendaval salobre
Recuerdo aquella ardiente encrucijada
donde nada bebiera con mis ojos
donde nadie pudiera responderme
y orientar mis pupilas con su apoyo
sólo pude saber que el sol nacía
en fulgores que alumbran lo que lloro
y pronto la belleza de su halo
allanaba en su luz tantos escollos
impaciente corrí hacia el horizonte
donde nace la sombra del tesoro
y pude reclinar mi pensamiento
en la voz y en el canto que conozco
Sé que puedo entonar villancicos
que prorrumpan su luz al pesebre
y augurar que en humildes pastores
resplandezca el calor de las mieses
sé que cantan los ángeles trinos
que a los hombres por siempre enmudecen
invitando a dar gloria a mi padre
y a vivir en su amor estrecheces
como el niño que llora naciendo
en la historia que sórdida muere
y resurge el andar de su estero
que en la estrella vivió lo que crece
En aquel recital que ardió en mis ojos
descubrí coloquiales los fragmentos
que incineran las voces de la muerte
y enaltecen el canto y sus arpegios
la palabra que gime por la vida
retrocede ante el fiero cargamento
que intenta disuadir el tiempo amable
y pugna por llevar su gloria al fuego
pacífica la tarde en que el poema
recita su cantar sin un lamento
jubilosa la senda del que escribe
por mostrar la belleza del ingenio
como humilde servicio del que engendra
la viva creación en nuevos versos
que ofrece ese manjar que da esa vida
al comer ese pan que está en su huerto
El jazmín en su flor halló el descanso
y en fragancias exhala lo que bebe
en las notas que encierran su belleza
y en racimos que nacen y que emergen
jubilosa vertiente de jazmines
que en manojos sus pétalos envuelven
regalando a la planta en sus raíces
la cadencia final que la estremece
y volando en las alas del poema
inicia el dialogar que no perece
con quienes exultaron en su estampa
y buscan coloquiar con sus mercedes
en el puro intercambio de las flores
que en vivo amanecer se me aparecen
Corrí por un camino de cornisa
subiendo la rocosa y dura cuesta
contemplando la cumbre con sus árboles
y temiendo al abismo entre las piedras
descubrí la belleza de aquel monte
y observé que el camino serpentea
cundo busca llevarme hasta la cima
el angosto sendero que me espera
impasible al vivir mis emociones
en el claro paisaje que semeja
un concierto de bellas creaturas
que tejen su canción en propia letra
y danzan al compás del astro vivo
que inocula esplendor al que se apresta
a extasiarse en el cerro contemplado
y a volar en las alas de la estrella
que guía mi sendero y mi existencia
hacia la eterna imagen que me encierra
Corren las nubes en silencio
engalanadas por el marco azul celeste
vibran los aires de su brillo
cuya blancura no encandila en lo que ofrece
ellas son fieles a los vientos
que las conducen con destreza en sus vaivenes
y se aglutinan sin estruendo
con otras nubes que visitan la simiente
solemne el techo de la esfera
es adornado sin cesar como el pesebre
que ve nacer en cada hora
aguadas blancas que han volado a la intemperie
para vivir su libertad
y disponerse a ver la tierra cuando llueve
el agua pura de su cuenco
que regocija cuando alumbra a quien la bebe
He descubierto en la suprema fuente
aires gloriosos que mi ser respira
inspiraciones que mi senda aspira
y el agua pura que nació en vertiente
oigo el sonido de vital torrente
que se desliza cuando el tiempo expira
y va formando la arenada pira
que busca el fuego proverbial creciente
el agua pura alimentó mi vida
y purifica mi bajel que implora
esa esperanza de la paz cumplida
paz que en la tierra conquistó en su hora
el cireneo que entregó ceñida
a su corona la fulgente aurora
En el vértice puro de aquel bosque
en la alfombra que en hojas se engarzara
caminando en la sombra de mi senda
encontré las delicias de mi alma
cuando pude advertir en lo más alto
la flecha que me indica lo que salva
en la rama pequeña que fue mástil
de recuerdos deseos y esperanzas
y aprendí con mis ojos esa tarde
a vertirme en lo ciego que me aguarda
y a saber indagar en su secreto
pasando por la muerte de mi nada
donde pude vivir la voz del todo
y aprendí a caminar en voz postrada